Hace unos días se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de René Favaloro, aquel médico argentino que no solo revolucionó la medicina cardiovascular, sino que también dejó una huella imborrable en el alma de quienes creen que los avances científicos deben estar al servicio de la humanidad.
Hijo de inmigrantes italianos, Favaloro nació en 1923, y dedicó su vida a sanar corazones, literalmente.
Fue uno de los mejores médicos cirujanos cardiovasculares del mundo, reconocido por ser el primero en realizar la operación de by pass aortocoronario, también llamada “cirugía de revascularización miocárdica” en el año 1967. Fue el trabajo fundamental de su vida, y el que marcó un hito histórico en la medicina cardiovascular, promoviendo una solución a la enfermedad coronaria.
En la actualidad, este procedimiento quirúrgico es uno de los más difundidos en el mundo. La cirugía del bypass coronario es considerada uno de los 400 inventos más importantes de la historia de la humanidad y salvó, y continúa salvando millones de vidas.
En los inicios de su carrera Favaloro trabajó como médico rural, función que desempeñó durante 12 años en un pueblo de la provincia de La Pampa, Argentina, y que lo marcó como persona, ya que allí comprendió que la pobreza, la falta de educación y las condiciones de vida precarias eran factores determinantes de la enfermedad. No solo se dedicó a atender pacientes; sino que se involucró con la comunidad, promoviendo la creación de un centro asistencial en el pueblo.
Se interesó por la medicina cardiovascular, por lo que realizó una residencia en la clínica Cleveland de Estados Unidos. Su paso por esa institución lo llevó a lo más alto de la medicina mundial, pero eligió volver para aportar a su país.
A su regreso a Argentina, creó en el año 1975 la Fundación Favaloro, un centro especializado como el Cleveland Clinic. La Fundación Favaloro, tenía como fin dar continuidad al desarrollo de la cardiología, así como aportar socialmente a la atención de pacientes vulnerables. Rápidamente la Fundación se convirtió en una institución médico-científica dedicada a la atención, la investigación y la formación médica, con excelencia y un profundo sentido social. Además, abrió el Laboratorio de Investigación Básica, que luego se convertiría en la Universidad Favaloro.
Más allá de sus aportes médicos, fue reconocido por su amplio interés social, el cual lo llevaba a atender a todos, sin importar si podían pagar o no. Consideraba que la medicina debía ser accesible para todos, y no un privilegio de las minorías.
En el año 2000, Argentina se encontraba inmersa en una grave crisis económica y social. La fundación Favaloro atravesaba una gran crisis financiera, por lo que René había solicitado ayuda al Estado, a empresarios y a dirigentes, pero no había recibido respuestas y su Fundación agonizaba. No pudo resistir más la presión, y tomó la drástica decisión de suicidarse.
Se había disparado, nada más y nada, menos que en el corazón con un revólver calibre 38 en el baño de su departamento del barrio de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires. Su muerte fue un grito de dolor, una denuncia silenciosa, una herida que continúa abierta en la conciencia colectiva.
La persona que con su descubrimiento había salvado millones de corazones en todo el mundo, se disparó en el propio.
En una de las cartas que dejó escribía:
“Estoy cansado de golpear puertas sin obtener respuesta. Estoy viejo y cansado”, Además en ellas denunciaba las deudas que el Estado y diversas entidades de la seguridad social mantenían con su fundación, que ascendían a más de 18 millones de pesos/dólares, en ese momento.
Además de ser reconocido como uno de los mejores cirujanos cardiovasculares de la historia mundial, también lo es por su gran sentido de humanidad, una palabra que hoy escuchamos con frecuencia, y que debería guiar las acciones de todos, y sobre todo de los que tienen la responsabilidad de decidir por los pueblos.
En conmemoración de su nacimiento, en Argentina se celebra cada 12 de julio el: “día de la Medicina Social”, ya que fue un médico con un profundo compromiso social, un humanista que entendió la medicina como un servicio al otro, como un acto de amor.
En sus propias palabras, “la medicina sin humanismo médico no merece ser ejercida”. Esta frase resume su filosofía de vida y de profesión.
Para él, los desarrollos tecnológicos no servían si no eran accesibles para todo aquel que lo necesitara. Denunció la mercantilización de la salud y trabajó por un sistema sanitario justo y equitativo. Recordaba con frecuencia que “los progresos de la medicina y de la bioingeniería pueden considerarse verdaderos logros para la humanidad cuando llegan a todos los hombres por igual”.
Favaloro solía decir: “estoy convencido de que, a esta sociedad consumista, cegada por el mercado, le sucederá otra que se basará en principios humanistas, en la solidaridad, en la ética”.
Aún el mundo y la medicina está en deuda contigo René, no hemos alcanzado la equidad y justicia a nivel sociosanitario, y en lo personal, creo que cada día nos alejamos de esa utopía, pero no por ello debemos dejar de perseguirla.
Sin embargo, tu legado sigue latiendo en cada corazón que se salva, en cada médico que elige el camino de la empatía, y en cada persona que cree que la salud debe ser un derecho, y no un privilegio.
Gracias por enseñarnos que el verdadero progreso es aquel que abraza a todos.
Saludos al cielo, maestro.