Bogotá, Colombia, recibió la noche del lunes 28 de julio, con un cielo limpio aunque sin estrellas. El ambiente, durante todo el día, en el complejo Judicial de Paloquemao, estuvo cargado de tensión, cuando las calles se mezclaron de consignas, gritos, pancartas y banderas porque a un lado se escuchaban las voces de los seguidores de Álvaro Uribe Vélez, el expresidente que marcó una era política en Colombia, y del otro, quienes celebraban que, por primera vez, la justicia alcanzó a uno de los hombres más poderosos del país.
Adentro, el escenario de la jornada judicial era otro. Solemnidad y puntualidad. A las 8:30 de la mañana, la jueza Sandra Liliana Heredia Aranda abrió la sesión con una frase que marcaría la jornada: “Este juicio no es contra la historia política de Colombia, ni una revancha. Es un acto de justicia y solo de justicia”. Uribe no estaba presente. Siguió la audiencia de manera virtual, como lo hizo durante gran parte del proceso.
En el recinto, sí se encontraban presentes la representante de la Fiscalía, Marlenne Orjuela Rodríguez; el senador Iván Cepeda, denunciado inicial en el caso y los apoderados de las víctimas, Reynaldo Villalba y Miguel Ángel del Río, junto con los abogados defensores del procesado Jaime Granados de manera virtual y Jaime Lombana, en la presencialidad.
Afuera, los enfrentamientos verbales se transformaron en empujones, golpes y hasta detenciones. Un periodista de la televisión china fue agredido. La Policía Metropolitana tuvo que intervenir. Mientras el ruido se agitaba en las calles, en la sala de audiencias reinaba un silencio sepulcral. La jueza Heredia tuvo que interrumpir la lectura para pedir silencio a la senadora María Fernanda Cabal: "Esta es una audiencia muy solemne y precisamente quienes vienen es porque van a prestar atención", subrayó la juez.
A las 10:00 hubo un breve receso. Afuera, la tensión escalaba. Adentro, el análisis seguía. Cada argumento de la defensa fue respondido: las interceptaciones telefónicas, los testimonios cuestionados, las pruebas de supuestos sobornos. La jueza validó la legalidad de las pruebas y descartó las acusaciones de manipulación. Señaló que los testigos de la defensa carecían de credibilidad y que las versiones eran contradictorias.
El nombre de Juan Guillermo Monsalve, exparamilitar y testigo estrella, se repitió una y otra vez. Su grabación con un reloj digital, su testimonio coherente y su relación histórica con la finca Guacharacas inclinaron la balanza, como el testimonio de ambas partes, los defensores y las víctimas.
No fue el único nombre. Deyanira Gómez, testigo y víctima de estigmatización, expareja sentimental de Juan Guillermo Monsalve, también ocupó un lugar central. La jueza reconoció su valentía y denunció los ataques machistas que sufrió por su rol en el caso. “La historia no debe olvidar que este proceso estuvo conducido por mujeres que enfrentaron presiones y cuestionamientos que quizá no se habrían hecho si fueran hombres”, señaló.
Después del receso del mediodía para almorzar, la audiencia continuó con recesos a las 1:30, 3:30 y 5:30 de la tarde, evidenciando el rigor y el detalle con que se leyó el fallo de 1.000 folios que serán compartidos a las partes, con el compromiso de confidencialidad hasta tanto la sentencia no esté en firme.
Con serenidad, la juez Heredia concluyó que Álvaro Uribe Vélez era responsable de los delitos imputados: fraude procesal, soborno y soborno en actuación penal. Hay que recordar que antes de dictar sentencia la jueza dijo que “La justicia no se arrodilla ante el poder”. Diez horas de lectura intermitente en la sala del veredicto colmaron la atención judicial, mientras en Bogotá y otras ciudades unos lloraban de rabia, otros celebraban con alivio. El país entero contenía la respiración.
La lectura del fallo fue meticulosa: detalló interceptaciones, testimonios, determinación de pruebas digitales y movimientos tácticos del abogado Diego Cadena, señalado como pieza clave en el intento de manipulación de testigos. “El acusado Álvaro Uribe conocía el plan”, fue una de las frases determinantes de la jueza refiriéndose a que quedó probado el soborno en actuación penal en el caso de Juan Guillermo Monsalve.
La condena no implica prisión inmediata: habrá apelaciones, recursos, debates y maniobras legales. El Tribunal Superior de Bogotá tendrá la última palabra en segunda instancia, y si el proceso continúa, podría llegar a la Corte Suprema. Sin embargo, el veredicto de este lunes ya se inscribe en la memoria colectiva.
Durante la audiencia, la Defensoría del Pueblo salió en defensa de la independencia judicial. Su titular, Iris Marín, afirmó: “Estigmatizar a una mujer por ejercer su rol como juzgadora es una forma de violencia que amenaza el Estado de derecho”.
Las reacciones internacionales no se hicieron esperar. El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, calificó el juicio como una “instrumentalización del poder judicial”, mientras el presidente Gustavo Petro, aseguró que el Gobierno garantizará la protección de la jueza y su familia: “En una democracia, los jueces no se presionan, se protegen, cualquiera que sea el sentido de su fallo”.
El fallo de primera instancia abre un nuevo capítulo. El Tribunal Superior de Bogotá conocerá la apelación y, eventualmente, el caso podría llegar a la Corte Suprema. Este viernes, a las 2:00 p.m., la jueza, la Fiscalía y las partes se reunirán para definir el procedimiento y los mecanismos de cumplimiento de la condena.
Al caer la tarde, cuando el sol bogotano se ocultaba, una frase de la jueza al iniciar la audiencia flotaba en el aire: “La ley, como la muerte, no exceptúa a nadie”. Ese día, Colombia cruzó un umbral histórico.