Prisma Internacional

Sarajevo, ciudad en ebullición treinta años después del final de la guerra civil bosnia

Treinta años después de la firma de los acuerdos de Dayton, que pusieron fin a la guerra civil bosnia (1992-1995), la capital de Bosnia y Herzegovina es una ciudad en ebullición, transformada en una urbe dinámica, abierta y moderna después de un largo proceso de reconstrucción iniciado tras la contienda. El asedio y sitio de Sarajevo fue terrible, causando 11.500 muertos y 50.000 heridos, y dejando heridas muy profundas en el espíritu de esta ciudad cosmopolita, abierta, plural y mutiétnica, en donde judíos, croatas católicos, serbios ortodoxos y bosnios musulmanes habían vivido en armonía y sana convivencia durante siglos hasta que el virus del nacionalismo balcánico contaminó todo y destrozó, en parte, ese equilibrio existencial. Pero la guerra parece ya definitivamente superada, sobre todo para los más jóvenes que no la vivieron, y la ciudad ha recuperado un aire de normalidad netamente europeo. 

Sin embargo, como dato negativo, hay que señalar que la ciudad ha perdido población, pasando de los 361.000  habitantes que tenía en el año 1991 a los 275.000 actuales, una tendencia decreciente que afecta a todo el país, y también ha visto erosionado su antaño carácter plural y multiétnico, ya que las minorías croata y serbia se han visto muy mermadas. La población croata de la capital bosnia pasó de 24.000 personas de este origen en 1991 a 13.000 actualmente, y la serbia se redujo dramáticamente desde los 47.000 miembros del censo de 1991 a los 10.000 actuales que señala el último realizado en el año 2013.

Pese a que todavía son visibles los disparos de los francotiradores y los impactos de los obuses y restos de la metralla en muchas de las casas, edificios y monumentos de la ciudad, Sarajevo luce su normalidad en plena efervescencia cultural, social y económica y sorprende la llegada de numerosos turistas a la urbe, bien visibles en las terrazas, bares y restaurantes del centro histórico. Sarajevo tiene la gran ventaja de que está relativamente cerca de Split y Dubrovnik, dos importantes centros turísticos y crucerísticos de Croacia, y de Mostar,  la capital de Herzegovina. Desgraciadamente, las vías no ayudan demasiado y el desarrollo de las mismas todavía requiere grandes obras de infraestructura.

Notable desarrollo de la industria del ocio 

Luego hay que reseñar como altamente positivo la creación y apertura de numerosos museos, algunos incluso de iniciativa privada, como el Museo Tito, un lugar que nos sumerge en la yugonostalgia, y el Museo de los Judíos de Bosnia y Herzegovina, en la sinagoga -de rito sefardí- más antigua de Bosnia  y convertida ahora en recinto museístico. El Museo de los Judíos de Bosnia y Herzegovina se inauguró en 1966, con motivo del 400 aniversario de la llegada de los judíos a Sarajevo. Su impulsor fue el estimado hispanista Samuel Elazar, entonces presidente de la Comunidad Judía de Sarajevo, con el apoyo de numerosas personalidades destacadas tanto del ámbito judío como del no judío. Pero hay muchos más museos, como el de Historia la Ciudad, el Nacional de Bosnia y Herzegovina, el del Sitio de Sarajevo o el de los Crímenes contra la Humanidad, centrado en las violaciones de los derechos humanos perpetradas durante la guerra bosnia, aunque hay muchos más cuya lista sería larga.

Biblioteca Nacional Sarajevo - Foto Ricardo Angoso
Biblioteca Nacional Sarajevo - Foto Ricardo Angoso

También hay que destacar que como fruto de ese auge de la industria del turismo en el país, porque Mostar también recibe un notable flujo de visitantes, se han abierto en la capital bosnia numerosos bares, restaurantes, hoteles, terrazas y lugares de ocio y esparcimiento para todos los gustos, públicos y precios.  La vida nocturna de esta ciudad es legendaria y de ella da buena fe el escritor Dario Dzamonja, autor de Cartas desde el manicomio, quien relata cómo a pesar de la guerra la gente salía a los clubs durante las 1425 noches que duró el sitio y asedio de Sarajevo. Hoy esas noches siguen vigentes y mostrando un gran dinamismo y vitalidad, incluso con lugares que tienen música en vivo y étnica. 

Un aspecto muy destacable de Bosnia y Herzegovina es su gastronomía, muy apreciada por el turismo, y Sarajevo cuenta con buena nómina de restaurantes para conocerla en profundidad. Los mejores lugares se encuentran en el centro del antiguo bazar de Sarajevo, Baščaršija, que significa "plaza del mercado principal”, en el corazón del casco antiguo de la ciudad. Fue construido en el siglo XV y hoy  es una importante atracción turística llena de tiendas, cafés y restaurantes con una acentuada personalidad otomana en su arquitectura, diseño urbano, edificios y viviendas. Esta zona es uno de los imprescindibles en una vista a esta ciudad que luce ahora brillante, acogedora, tranquila, segura y siempre diversa en todos los aspectos de la vida. Como nota final e informativa quiero recomendarles el restaurante Dzenita para degustar comida bosnia de calidad, una cocina en la que confluyen las influencias serbia, croata, balcánica, turca e incluso italiana.

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