ARS GRATIA ARTIS

El regreso del escultor Kieff Antonio Grediaga

Kieff Antonio Grediaga (Madrid,1936) debe su primer nombre a la capital ucraniana de Kiev. Su padre, consumado ebanista y con taller en la zona de Cuatro Caminos, así le denominó en homenaje a la ciudad de donde venían los tanques en los que combatió durante la guerra civil española. Ahora, tras siete décadas de trabajo ininterrumpido desarrollado en un buscado exilio que le llevó a vivir en diferentes ciudades entre ellas Montreal, Quebec, Nueva York y La Habana, ha regresado a los lugares de su primera juventud. En Tendilla (Guadalajara) ha instalado un espacio con carácter permanente: la Fundación Kieff Antonio Grediaga, que tiene entre sus fines no solo difundir y conservar todo un extenso legado, sino transmitir a futuros escultores sus conocimientos y experiencia.

Sus primeros pasos a temprana edad se inscriben en el aprendizaje del oficio paterno aplicado a exquisitos diseños de muebles y en el dibujo lineal para continuar en los próximos años con estudios en otras materias como la arquitectura y la ingeniería. El trabajo en el terreno de la escultura y la pintura se consolida en contacto con otras culturas que se convertirán en fundamento clave en su evolución. La primera salida al exterior la lleva a cabo en 1959 y con el propósito de seguir a su padre, exiliado en Brasil se embarca de polizón en un vapor que zarpaba del puerto de A Coruña. Eran tiempos de escaseces, aunque también de sueños y esperanzas y el artista ya cuenta con una incipiente obra; había creado en 1956 el conjunto escultórico “Tres torres”: tres cuerpos cilíndricos de bronce sobre madera de clara vocación arquitectónica que anticipa la disposición del autor para situarse en los principios estéticos de la escultura abstracta. En su caso y en el futuro, los planteamientos se aproximarán al pensamiento experimental de ciertos autores de las vanguardias históricas que le precedieron: Arp, Brancusi, Balla, Jacobsen. También trasladaba sus ideas al lienzo o en diferentes soportes, en algunos casos con técnicas propias.

Jota. 2003. Hierro macizo, 185x120x87 cm
Jota. 2003. Hierro macizo, 185x120x87 cm

Una vez en Sao Paulo, (1960) Grediaga crea los primeros torsos en madera y cera; en Brasilia emprende estudios de arquitectura e ingeniería aerodinámica y la ciudad planeada por Lucio Costa que se abría al mundo como símbolo de modernidad se le presenta providencialmente en el momento más oportuno permitiéndole asistir en directo al desarrollo de su construcción, a participar de su espíritu pujante. En la capital lleva a cabo un mural para el Palacio da Alvorada, uno de los proyectos de Oscar Niemeyer en el que se integran necesariamente obras de diferentes autores, entre ellos, María Martíns, Carlos Scliar o Athos Bulcao. A la naciente actividad escultórica y pictórica que está desarrollando en ese tiempo se añade el interés por la música y pronto llegará el momento de visitar Buenos Aires y quedarse un tiempo. En 1961 evoca en la capital porteña los escenarios de la infancia por medio de una experiencia renovada al trabajar como ebanista para una vieja familia amiga, mientras se adentra en los secretos de la escenografía, la música y la educación vocal, llegando a interpretar como tenor obras clásicas en los teatros Colón y Ermitage. En aquellos meses sus pinturas de abundante materia, gesto y vibrante color se hacen eco de los cambios experimentados; la escultura se percibe de antemano en dibujos y bocetos que anticipan la existencia de un estilo alejado de la figuración que le permite alternar diferentes formas ovales, geométricas de gran simplicidad; así sucede en la serie Tabas (1962), piezas de redondeados volúmenes y de pulidas superficies en mármol blanco de Carrara.

Los cambios de territorio suponen para el artista nuevos comienzos y dos ciudades: Barcelona y Viena fueron determinantes para Grediaga entre los años 1966 y 1969; en la capital catalana la arquitectura y la música se convertirán en disciplinas cómplices al acercarse a las composiciones de Manuel de Falla y Enrique Granados, a la pintura poética y silenciosa de Manuel Mompó, a la esencia modernista de la ciudad; a tales influjos se sumará la esplendorosa belleza de los palacios vieneses, y por añadidura las artes decorativas de cada interior o la grandiosidad de aquellos parques y jardines barrocos.

Génesis de una forma. 1974. Bronce patinado, 450x220x180 cm
Génesis de una forma. 1974. Bronce patinado, 450x220x180 cm

Es su obra el resultado de tantas huellas dispares, de sonidos e imágenes; las formas compactas, las lineas rectas o las curvas entrelazadas y ascendentes acentúan el sentido abstracto y espiritual de cada propuesta; los materiales empleados: hierro, bronce, madera de pino de California, granito, mármol, negro o blanco, aportan las soluciones precisas a los retos planteados. En series o aisladas las esculturas persiguen la síntesis; a veces son monumentos urbanos o construcciones que asemejan mesas y miradores, en otros momentos, son pequeñas piezas ondulantes con sus concavidades; en suma, ejercicios tridimensionales que anhelan la particular independencia.