Alcazaba

Merodeando por Marte

El 18 de febrero de 2021 el Rover de la misión Perseverance de Estados Unidos, aterrizó en el cráter Jezero donde hace millones de años pudo existir un lago, o sea, algún indicio de lo que llamamos “vida”.

Pero, a Marte también partió por esos días la misión Al-Amal que traduce “Esperanza”, de Emiratos Árabes y quizá la que tiene nombre más poético: “Tianwen”, de China, cuya traducción podría ser también el nombre de una canción: “Preguntas al cielo…”

De las tres, la más auspiciosa fue la que partió de América, donde se tienen ya considerables adelantos con respecto a las características de Marte, gracias al robot Curiosity, el cual, como su nombre lo indica, indagó ya acerca de si es posible pasarse a vivir ahí, si las condiciones de nuestro planeta no mejoran.

El polvo en Marte es rojo, ya lo sabemos, y la llegada de estas expediciones coincidió con el jolgorio del año nuevo chino, en ese año dedicado al buey, símbolo de perseverancia, disciplina, trabajo duro, resiliencia. Estados Unidos ha enviado ya 23 misiones, siete de las cuales se han perdido. Recordamos casi con cariño las sondas Mariner 3 y 4, las cuales hicieron historia en 1964 por ser las primeras.

Si alguna vez Marte fue habitable y tuvo vida microbiana, podemos esperar en los próximos años las primeras heladerías y puestos de hamburguesas ahí.

Una de las cosas que desanima de este planeta es que hasta el momento no da señales de mar, y la vida sin playa y sin moluscos es algo desabrida. Pero agua tiene; en un cráter llamado Gale se encontró este líquido, con un PH muy similar al de la tierra.

Recordemos que hace un tiempo se encontró agua en la luna, la cual, por su composición, era como las lágrimas evaporadas de todos los que sufren en esta tierra, el llanto de amor hecho lluvia a la inversa, de abajo hacia arriba, el hielo sólido de miles de años donde su fundieron los desdenes de amor, los suspiros por las cartas nunca respondidas, los deseos no atendidos, los besos que se evaporaron antes de que fueran besos.

Gustavo Adolfo Bécquer alguna vez lucubró: "Los suspiros son aire y van al aire/ las lágrimas son agua y van al mar/ Dime mujer: cuando el amor se olvida, ¿sabes tú a dónde va?".

Las preguntas de los poetas siempre han encontrado respuesta en la historia. Ahora sabemos por la Nasa que hay un mar congelado en el cráter Cabeus, polo sur de la luna, un manantial de hielo sólido donde deben estar las lágrimas de Adán después de ser expulsado del paraíso, los llantos hechos aristas azules de Isaac incrédulo ante su sacrificio, el dolor condensado del pobre Job, los ojos encharcados de Magdalena al pie de Jesucristo crucificado, las cataratas de dolor de los egipcios viendo el cadáver de Ramsés II avanzar por el Nilo aguas abajo, en busca de la penumbra de los muertos, y también las lágrimas de los sabios del mundo antiguo que vieron consumir por fuego la biblioteca de Alejandría.

El impacto de la sonda Lcross en una de las superficies chatas de la luna, nos reveló por fin que sí, había un lugar más allá de las estrellas a donde iba a parar los ayes, todo el vapor de sangre, sudor y lágrimas que producen la violencia y el desamor.

Hasta hoy, el agua, que es vida en la tierra, no había sido hallada en ningún lugar distinto a este. Para los que exploran otras galaxias en busca de negocios, no creo que sea buena idea, al menos por ahora, embotellar el agua de la luna para venderla en los veranos de Nueva York, en competencia con Evian y con otras que, aseguran, embotellan agua mineral directamente de las montañas rocosas.

Quizá esta agua marciana y selenita sirva para calmar dolores de artritis y sea una buena noticia para los reumáticos. 

De los desdenes sufridos por Elena y Cleopatra, del llanto de Romeo en Verona, de las noches en vela de María, están hechas también estas "aguas en penumbra" que encontraron los muchachos de la Nasa en la luna y la que quizá analicen los Rovers, los robots que traen noticias del planeta rojo.

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