La llamada prensa rosa, cuando se convierte en amarilla o sensacionalista, al igual que algunos programas de televisión, son un ejemplo del cotilleo más mediocre y detestable y de un mal uso del lenguaje por el fin último que pretenden: el chascarrillo vulgar y morboso, la apelación a lo más bajo del espíritu humano, el mercadeo de las miserias e intimidades ajenas. Soy de los que piensan que el lenguaje tiene una función importante como regulador del comportamiento del individuo y que es un factor decisivo que ayuda a la unión, comprensión y reconocimiento entre los seres humanos. En otros términos, hablar, escribir, utilizar signos, etc. de manera correcta y positiva vienen a ser procesos vitales que posibilitan la comunicación con los demás, aumentando la oportunidad de vivir mejor y ser más felices en una sociedad en crisis como la actual. El lenguaje que utilizamos es nuestra tarjeta de presentación, un retrato casi infalible de cómo somos y cómo nos desenvolvemos en nuestras relaciones con los demás, es decir, es una actividad única y exclusivamente humana, que nos permite comunicarnos y relacionarnos mediante la expresión y comprensión de mensajes. Todos los seres humanos necesitamos del lenguaje para expresar nuestras necesidades, pensamientos, sentimientos y emociones, además de para adquirir conocimientos, hacer abstracciones..., pero cuando hay defectos en esta cualidad, se generan una serie de problemas que pueden limitarnos, condicionar nuestra conducta y marginarnos socialmente. Es bueno señalar que esta cualidad no se refiere a un hecho puramente mecánico, ni tampoco a algo que se adquiere o se da de una manera natural, sino que es algo mucho más complejo, y que detrás de todo esto está el hecho de sentir y pensar bien, el tener personalidad y ser mejor persona. El buen hablar es como una especie de cortesía que utilizamos cuando mantenemos una conversación con otras personas, y no tanto una corrección gramatical. Por último, subrayar que la lengua es, debe ser noble, esto es, que no está hecha para ofender o tratar mal al interlocutor. Un buen uso del lenguaje es incompatible con los gritos, las descalificaciones, los insultos y un uso interesado de las emociones... ¡Esto lo aprendí en Lengua castellana cuando cursé COU hace más de 35 años!
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