El pragmatismo revelado en los estudios — Tiempo y Atemporalidad, Muerte e Inmortalidad, Visión y Realidad — extraídos de los libros La Escuela de Dioses y La Tecnología del Soñador, ofrece la oportunidad de volcar y desmentir las teorías fantasiosas y los resultados sin sentido de la física cuántica, poniendo de relieve lo lejos que están de una comprensión verdadera del Tiempo y de su invisibilidad.
El tiempo es una “pintura” que aplicamos al Ser, a lo invisible, para ver y tocar aquello que no queremos ver y tocar en nosotros mismos.
Debemos abordar el concepto de tiempo no como un fenómeno objetivo, sino como una construcción subjetiva: una especie de pintura aplicada al Ser para hacer visible lo invisible. El tiempo es un dispositivo que ‘tú’ mismo has creado y puesto a tu servicio para ver y tocar lo que no quieres ver y tocar dentro de ti. Por lo tanto, lo que llamas realidad, el mundo físico, no es más que la revelación de tus falsas creencias y de tu fragmentación interior.
La falsa objetividad del mundo exterior
La física cuántica sugiere que la realidad material está influida por el observador (como lo demuestra el experimento de la doble rendija), y sin embargo continúa tratando el mundo exterior como un fenómeno independiente. La realidad no existe en sí misma: el mundo que ves y tocas es una proyección directa de tus estados de ser. La ciencia cuántica malinterpreta el papel del observador porque no reconoce que la materia no es más que un reflejo espejado de los estados internos, las creencias y las condiciones psicológicas de un individuo.
La ilusión del tiempo y del espacio
Muchos físicos cuánticos teorizan que el tiempo es relativo y que la realidad puede ser no local, pero siguen tratándolo como una dimensión física. El tiempo no existe en absoluto, excepto como un constructo mental. Es una pintura aplicada al Ser para hacer visible lo invisible, mientras la ciencia continúa intentando medirlo y conceptualizarlo erróneamente.
La física cuántica, con su visión estrecha y fragmentada, sigue considerando al observador como una entidad separada de la realidad. El mundo exterior no solo está influido, sino enteramente generado por el estado interior del individuo.
“No hay una realidad objetiva independiente del Ser. La objetividad aparente es, empíricamente, la subjetividad en acción.”
El principio de incertidumbre y la fragmentación interior
La mecánica cuántica introduce el principio de incertidumbre y la naturaleza probabilística de los eventos, pero esto no es más que el reflejo de la fragmentación interior de un individuo. No es el mundo físico el que es impredecible; más bien, es la psicología dividida, caótica y en conflicto la que genera esa aparente aleatoriedad.
“La coherencia interior, el regreso a la integridad perdida y olvidada, enterrada en los recovecos más oscuros del Ser: te reconocerá como el único y absoluto creador de la realidad que vives. Y el mundo físico solo puede revelarse como una realidad armoniosa y perfectamente predecible: un poderoso reflejo de un estado interior impecable.”
La única tecnología verdadera es la del Ser
La física cuántica explora las posibilidades de manipular la materia a través de nuevos descubrimientos científicos; la única tecnología verdadera es la del Ser. No se trata de encontrar nuevas leyes físicas, sino de trascender la dualidad y la ilusión de la realidad exterior, reconociendo que todo es generado por el estado interior de uno mismo.
Como todas las ciencias, la física cuántica permanece atrapada en una interpretación limitada de la realidad, y sigue viendo el universo como una vasta extensión a años luz de distancia. Sin embargo, la respuesta está en la ausencia de tiempo, en un aquí y ahora donde todo sucede de manera instantánea.
“Mientras la ciencia siga creyendo que el mundo es una realidad separada, nunca podrá remontarse a la verdadera causa de todo, una causa que, paradójicamente, está justo ante nuestros ojos.”
Todo proviene del interior.