El sentido de mis letras...

Hacer cine no es cultivar tomates

Según he leído, y con las cifras en la mano, el cine español es un enorme agujero negro por el que se va mucho dinero de los impuestos que pagan los españoles, incluidos los que no van al cine, porque lo consideran un bodrio o, simplemente, porque no quieren. Se dedican millonadas a subvencionar películas por el hecho de serlo, aunque a su proyección no vayan ni los familiares de los que las interpretan. Esto, sin contar los millones de euros que se ha tragado en los últimos años, recibidos de las cadenas españolas de televisión, un grifo que tuvo que cortar en su día el Tribunal Supremo. No queda otra que pedir cordura al cine español, es decir, no se pueden rodar tropecientas películas al año, cuya recaudación no cubre ni las subvenciones recibidas del Estado. Con los datos en la mano, no se puede concebir hacer cine como se cultivan tomates, y sólo para recibir subvenciones. Después está el tema de lo que yo llamo películas sin espectadores, y me explico: la nómina de artistas proizquierda política, amarrados a los pechos del Estado, es escandalosa. Hay estadísticas que demuestran lo mal y lo politizado que está el cine español: se han rodado largometrajes que tuvieron menos de cien espectadores; se han rodado películas que tras año y medio no se han estrenado, lo que no es nada raro, ya que de las películas rodadas hace cinco años, aún hay una buena cantidad por estrenarse. Existen antecedentes del gran interés que venía despertando el cine español, subvencionado por el Gobierno de izquierdas, ya que desde su llegada al poder con Pedro Sánchez ha aumentado las ayudas al cine en un 200%... ¿Para qué? Para absolutamente nada... ¿Y la razón? No sé puede subvencionar cine para horrendas ideologías, ideologías que quieren transmitir malos directores, malos productores y pésimos actores.