El sentido de mis letras...

Don Pío conocía el "aroma" del camino

La verdad, los dictámenes elaborados por fieras, o las soluciones mágicas... ¿No les parecen a ustedes, lectores, demasiados oráculos? Verdades y errores están muy cercanos y exigen otros tratamientos menos orgullosos y manipuladores. Me atrajo desde siempre el talante de Pío Baroja, genial buscador de los caminos, de los trazados para poner en comunicación las cosas y las personas, y que era poco amigo del establecimiento de conclusiones etéreas, que sabía siempre pasajeras, y es que la búsqueda fue su trazado. Sus obras hablan del encuentro: de ligar a las personas con la tierra, la materia literaria con los espacios donde cada interesado participe de la común realidad. Don Pío captó lo material, pero unido a esos lugares de encuentro. Así, la trilogía “El pasado”, interpretó que es una comunicación directa con el horizonte, son rumores siempre presentes en cada actuación, son materias suspendidas o pequeños dibujos de manos entrelazadas. Don Pío también supo describir a la perfección los espacios, es decir, esos espacios íntimos de cada individuo, orientados hacia otros espacios de magnitudes sublimes, y eso lo plasma en su fabulosa novela “La busca”, donde más que a rotundidades, nos traslada a una visión complicada de la vida, de anhelos sinceros y de búsquedas, de labor tenaz y de participación interior. En la trilogía “La lucha por la vida”, donde está ubicada “La busca”, no cabe la prepotencia, ni la imposición de criterios, ni las falsedades, y los espacios vibran con la franqueza, con la sencillez abocada a una futura convivencia. La trilogía “La vida fantástica” es una línea de pensamiento y una forma de trabajo, abierta y ambiciosa, pero con la humilde persecución de lo esencial, sin exclusiones ni falsas pretensiones, y en eso radica su fuerza. Y para definir las novelas de su trilogía “Saturnales”, permítanme plasmar esta cita del escultor vasco Eduardo Chillida, que escribía frases tan maravillosas como ésta: “No conozco el camino, pero conozco el aroma de ese camino”. ¡Deduzcan ustedes, queridos lectores de El Diario de Madrid!