Mi pasión

El cartel taurino

El cartel anunciador de los festejos taurinos aparece a partir del siglo XVIII. En el cual se plasman llamativos dibujos con toreros, toros y suertes, además enriquecido de bonitas viñetas, prevaleciendo en el mismo su colorido y el esplendor de la Fiesta, convirtiéndose muchos de ellos en una auténtica obra maestra. El cartel taurino se está utilizando como medio de propaganda y reclamo, teniendo de precedente al pregonero que antiguamente voceaba por las calles tales programas.

Con anterioridad a la época de que hacemos referencia, el historiador Diego Ruiz, encontró en el archivo del Ayuntamiento madrileño un libro del presbítero Baltasar Cuartero, denominado “relación histórica de la primera plaza de toros circular construida en Madrid”, en el cual se anotaba una licencia real de Felipe V, otorgada a la Sacramental de San Isidro para celebrar tres festejos. Igualmente, el mencionado Diego Ruiz, halló otro documento también archivado, titulado “datos inéditos de la historia taurina madrileña”, inscribiéndose dos corridas de toros para los días 19 y 30 de septiembre de 1737. Los citados acontecimientos se anunciaron mediante letras impresas a mano y a un solo color.

Los materiales empleados y con el correr de los tiempos han ido cambiando sustancialmente a partir de aquellas fechas. Los más usuales hasta entonces eran de papel sin refinar, y en menor medida de seda o raso, incluso algunos se hacían plastificados.

El célebre Cossío afirma en su enciclopedia “Los Toros” que, ni en la redacción ni en la tipografía apenas sufre variación durante el siglo XVIII y parte del XIX. Por aquel tiempo la confección de carteles fuera de Madrid ya era constante, apareciendo en ellos las primeras viñetas y dibujos diversos, sobre todo por la región levantina. Sin tener en el olvido los grabados de Goya, y las pinturas de Sorolla, Regoyos, Casas, Picasso o Alberti, quienes dejaron importantísima huella en este tema.

En el siglo XIX y parte del XX, el pintor Rafael Zaldívar, en su obra “el cartel taurino”, nos indica los artistas ya dedicados a los carteles anunciadores de las corridas, expresando escenas y motivos pictóricos. Señalaremos a los más famosos de lo que podríamos llamarles los padres de la época dorada del cartel taurino, como fueron: Calandia, Domínguez Bécquer, Campos, Clemente, Martínez de la Vega, Palau, Pastor, Daniel Perea, y por supuesto, el aragonés Marcelino Unceta.

Junto a los anteriores nombrados, es preciso analizar la importancia de Mariano Fortuny, cuya escuela de procedencia goyesca, incidiría muy notablemente en algunos de los cartelistas posteriores.

A mediados del siglo XX, llegan otros grandes pintores dedicados a la misma práctica, herederos de los anteriores, que situaron a lo más alto este género, entre ellos: Dalmau, Poy, Alcaraz, Macías, Aracil, y Sánchez Gerona, como después serían otros; Porset, Bermejo, Ruano Llopis, Roberto Domingo o Ballestar.

No podemos olvidar excelentes obras del citado Fortuny, como: “el patio del toril” que se exhibe en el Museo de Lyon, o el de “plaza de toros” que está colgado en el Casón del Buen Retiro. Con estas valiosas “joyas”, se arranca el estilo instantáneo y luminista que, en lo sucesivo, a través del nombrado Roberto Domingo, y de los Ricardo Marín, Antonio Casero, Martínez León, Martí-Font, Cros Estremis, Carmena, Reus o Terruella, parece ser que dicho género adquirió su definitiva carta de naturaleza.

En tiempos posteriores, han aparecido extraordinarios pintores, entre otros: Barceló, Escacena, Canito, Ezequiel, Sotes, Nievas, Harraiz, Palacios, etc., quienes han sabido dar otra nueva variedad para engrandecer aún más las bellísimas obras tan artísticas. Por lo tanto, de importantísimo se puede calificar la grandeza de los carteles taurinos desde el punto de vista publicitario, y mucho más ambicioso como artístico.

El magnífico pintor francés Toulouse Lautrec, bien entrado el siglo XX, elevó estas pinturas como expresión artística a cotas altísimas. Cierto es, ya en el siglo XVIII, nuestros pintores españoles para anunciar las corridas de toros contaban con ese soporte que conjugaba el bonito arte de pintar con el toreo.

Para terminar, quisiera expresar que, en la actualidad hay algunos cartelistas o pintores, con mi respeto para todos ellos, pienso, se salen un poco de la originalidad antigua, posiblemente sea por encargo de las empresas. Nunca debería perderse el estilo añejo. Pues…, serán cosas de la modernidad.