"La deriva autoritaria y la posición del líder del Pp, se funden para propiciar la caída de la monarquía y el resurgir republicano en una España dividida".
Todos hemos sido testigos de lo que ocurre en Venezuela: Una oposición amenazada y acorralada, mientras la dictadura se consolidaba año tras año, erosionando cualquier atisbo de pluralismo y destruyendo el estado de derecho.
El modelo de conquista de las instituciones, acompañado de la usurpación sistemática de los poderes del Estado, se convirtió en la esencia de una estrategia que hoy, alarmantemente, parece replicarse en nuestro país.
Zapatero, Iglesias, Errejón, Monedero y Garzón, entre otros, han sido piezas fundamentales en la importación de esta experiencia. Convencieron a muchos, incluso a quien con otro engaño más, todavía permanece en el armario, empujandole a liderar una falso gobierno del Psoe para hacernos creer que no había peligro real.
Lo que no imaginamos casi ninguno, fue el desenlace: un escenario en el que los pilares democráticos comienzan a tambalearse.
Los delitos acumulados por el entorno de Pedro Sánchez no han sido errores, sino daños colaterales deliberadamente asumidos por ellos, que pronto serán blanqueados. El Congreso, con su control político y su capacidad para aprobar leyes que protejan estas acciones, se ha convertido en una herramienta más para diluir responsabilidades. Incluso sin necesidad de recurrir al "comodín" judicial que representa Pumpido como pieza final.
El avance es constante
A pesar de esta situación, aún existe una esperanza para frenar esta deriva autoritaria. Pero esta esperanza depende de la voluntad política de quienes deberían actuar como auténticos guardianes de la democracia. Aquí radica el problema: la actitud de Alberto Núñez Feijóo y su tibieza frente al "sanchismo". En lugar de ofrecer una oposición férrea y decisiva, su postura ha demostrado complicidad y conformismo, permitiendo que la situación llegue hasta este punto crítico para él alzarse como presidente de la República Gallega cuando llegue dentro de muy poco su momento. Lo que vemos en él, solo son conatos de reproche discontinuos; esporádicos y aparentes, para encubrir su verdadero pensamiento socialista. Feijoo siempre fue un opositor de las siglas PP. Siempre fue un socialista encubierto.
La solución no pasa por pequeñas correcciones ni discursos moderados. Es el momento de una decisión contundente.
Si los afiliados y simpatizantes del Partido Popular abandonaran su respaldo a Feijóo y optaran por trasvasarse a Vox; Santiago Abascal podría consolidar un liderazgo patriótico capaz de articular una verdadera resistencia, y Ayuso desde la Comunidad de Madrid junto con Almeida en el Ayuntamiento, ambos representando al Pp, fortalecerian ese trasvase objetivo que no se vería negativamente afectado, mientras dilucidan al sustituto de Feijoo.
Abascal, con su defensa firme de los valores nacionales, estaría en posición de liderar una oposición conservadora y renovada que denuncie con contundencia lo que está ocurriendo. Esto podría desencadenar un escándalo internacional lo suficientemente potente como para obligar a la Unión Europea a intervenir, exponiendo la existencia de una dictadura encubierta que atenta contra los principios fundamentales de la democracia.., en busca de unos comicios transparentes.
Una llamada urgente a la acción
España no puede permitirse el lujo de la pasividad. Los que creen en la democracia, en el estado de derecho y en la soberanía nacional deben actuar ahora. Es el momento de enfrentar la situación con claridad y determinación, antes de que sea demasiado tarde. La historia nos ha mostrado cómo se perpetúan las dictaduras cuando no se les pone freno a tiempo. ¿Permitiremos que se repita?
España se encuentra en una encrucijada histórica. Lo que durante años se consideró imposible, incluso inimaginable, hoy se manifiesta como una amenaza tangible: la progresiva erosión de la democracia, siguiendo un modelo que no es nuevo, sino una copia calcada del camino que llevó a Venezuela a la ruina institucional, política y social, es una evidencia palpable.
El proceso Sanchista está claro: la cooptación de las instituciones, el control absoluto de los poderes del Estado y la deslegitimación sistemática de los principios que rigen una democracia plural.
Las dictaduras no se construyen de la noche a la mañana, pero cuando alcanzan su punto de no retorno, desmantelarlas cuesta generaciones enteras de sufrimiento. ¿Permitiremos que España siga este mismo camino?
El tiempo de las dudas ha terminado. Solo Vox puede liderar la resistencia patriótica
El camino es claro y solo Vox lo sabe hacer:
- Abandonar los hemiciclos controlados por la dictadura sanchista —el Congreso, el Senado y cualquier espacio donde las reglas del juego estén amañadas— .
- Llevar la lucha a un nivel que trascienda nuestras fronteras. Europa debe saber lo que ocurre en España, y para ello se necesita una estrategia firme y un liderazgo decidido.
La pasividad ya no es una opción.
El futuro de la nación está en juego. ¿Seremos recordados como quienes permitieron la caída de España, o como quienes se levantaron en defensa de su libertad y su dignidad?
La decisión es nuestra. Y el momento es ahora