Terrible, como el verdor de Labatut, insoportable o disruptivo. Cuando existe un dolor así, el que lo padece entra en la categoría de lo inhumano.
Hace muchos años me llamó un amigo desesperado, tenía un dolor de muelas que no le dejaba vivir. Le prescribí un cóctel a base de valium, ibuprofeno y codeína. Al rato me llamó, pretendía que me había equivocado porque en el prospecto de codeína decía que era un ‘antitusígeno’. Le advertí que a un farmacólogo no se le podían cuestionar tales cosas. Hizo un acto de fe e ingirió el cóctel, a la mañana siguiente me llamó agradecido, había dormido toda la noche y el dolor había desaparecido. De esto hace 40 años, entonces la industria farmacéutica en España no tenía comercializados medicamentos con una asociación de analgésicos periféricos (ibuprofeno) y centrales (codeína), ahora hay un centenar de ellos, eso sí, bajo rigurosa prescripción médica. Tampoco se entendía bien el efecto analgésico de los psicofármacos como el valium. Mi conocimiento venía del estudio, esa extraña costumbre.
La analgesia, aún después de la radical mejoría en los últimos cuarenta años, sigue siendo un desafío. Ayudar a una persona que padece dolor insoportable es la primera obligación del médico. En este tiempo los analgésicos centrales, opioides, como la codeína y sus derivados, el tramadol o el fentanilo, han tomado un extraordinario auge, no sin pagar un alto precio por su utilización en forma de droga de abuso. Donde quizás se hayan conseguido los mejores avances es en el manejo de los nuevos psicofármacos que han abierto un horizonte nuevo. Medicamentos como la gabapentina y la pregabalina, incluso la ketamina, han supuesto mejoras radicales en el tratamiento del dolor. Este es un asunto delicado pues la gabapentina sólo está autorizado como antiepiléptico y la pregabalina para, entre otras indicaciones , la fibromialgia. La realidad es que se están utilizando masivamente en situaciones clínicas donde los médicos buscan desesperadamente ayudar a pacientes en situaciones límite, naturalmente esto da lugar a abusos y usos inadecuados. Daremos un solo ejemplo, algunos pacientes con insuficiencia renal desarrollan una prurito insoportable el cual gracias a la gabapentina, puede conseguir aliviarse.
La farmacología no es una materia sencilla, pues puede llevar a conseguir lo más y lo menos: aliviar el sufrimiento y arruinar la vida de una víctima del abuso. El manejo adecuado de estos asuntos por periodistas y políticos sigue siendo un asunto pendiente.