En el tenis madrileño de la década de los cincuenta y los sesenta del pasado siglo destacan dos figuras: Juan Manuel Couder, nacido en 1934, y Manolo Santana, en 1938. Este último, sin duda, con mucha mayor proyección internacional, y por ser, gracias a sus triunfos, el impulsor del tenis en nuestro país, convirtiéndolo de un deporte minoritario a un deporte de masas. Tras ellos, podríamos añadir a Fernando Olózaga, campeón de España en 1952, y los hermanos Martínez, Emilio ( que se trasladó a Barcelona) y Antonio.
Juan Manuel Couder era vallisoletano, pero vivió en Madrid donde cursó la carrera de Ingeniero Industrial. Era miembro destacado de una familia tenística. Su padre, Federico, era un enamorado del tenis, y se mantuvo muchos años en el grupo de tenistas de primera categoría, que en aquellos años apenas llegaban a una decena. Sin dejar de jugar llegó a la vejez, y con su gran deseo de seguir jugando, renunció a ser primera sin clasificar, y pidió que le incluyeran en segunda, donde fue subiendo escalones. Su esposa, Pilar Sánchez Huertas, fue una destacada jugadora que fue campeona de España en dobles mixtos.
Juan Manuel se casó con Charo Sendra, que figuró entre las primeras jugadoras del ranking, y a la cabeza de las de mayor belleza. Sus hijos continuaron la tradición familiar, destacando la mayor, Patricia, que llegó a la décima posición, y Juan, que fue el número 20 de la clasificación nacional.
Juan Manuel fue cuatro veces campeón de España, en 1955,56,65 y 66. Era un jugador que llegaba siempre al límite de sus posibilidades, lo que acababa por romper a sus contrarios. En el exterior ganó el Campeonato Internacional de Canadá, y compatibilizó su actividad deportiva con la profesional, al frente de una empresa de construcción de pistas de tenis, SODECO, que empleaba el sistema BARRET, que ralentizaba la rapidez del juego sin llegara la lentitud de las pistas de tierra. Sus enfrentamientos con Santana eran antológicos. Cuando llegó a la categoría de veteranos fue imbatible durante mucho tiempo. Diagnosticado de cáncer de próstata, le convencieron de que no se operara y se decidiera por un tratamiento radiológico que no pudo impedir la extensión del tumor.
Santana empezó, como tantos otros, de recogepelotas, para ayudar a su madre, y pronto demostró una habilidad especial para sacar el mejor partido de su juego. Manejaba la inteligencia con la misma eficacia que su juego. Era un jugador completo, que entusiasmaba a los espectadores. Fue el primer español en ganar Wimbledon en 1966, como había hecho en 1961 y 1964 en Roland Garros, y en 1965 en el Abierto de Estados Unidos. Fue una pena que no pudiera alternar con Andrés Gimeno en la Copa Davis, que se vio forzado a pasar al campo profesional. En su retirada Manolo trabajó en la compañía tabaquera internacional Philip Morris, y fue el creador del Trofeo Marlboro para periodistas, que mantuvo durante doce años.
Manolo estuvo en la cabeza de los grandes tenistas internacionales, y llegó a ganar el que para mí fue el mejor jugador de la historia, Rod Laver, hasta la llegada del gran trío formado por Federer, Nadal y Djokovich, al que se ha añadido la irrupción de la nueva y espectacular estrella Alcaraz. Ya retirado, cuando el Gran Premio de Madrid cayó en manos del rumano Ion Tiriac, gran jugador y mejor empresario, fichó a Santana como director del torneo. Manolo ha fallecido el año de su 86 cumpleaños, y ha pasado a la historia, no sólo como gran jugador, sino también como gran persona, y un genio de las relaciones públicas.
Durante años, con la división entre jugadores amateurs y profesionales, no se pudo establecer un ranking real de los mejores. Ahora sí se puede señalar quienes son los mejores. En cuanto al Trofeo Marlboro, su corta historia la analizaremos en un próximo artículo.