Crónicas de nuestro tiempo

Montoro, el cáncer terminal del PP

El presunto delincuente Montoro, y causante del empate en fraudes y corrupciones con el PSOE, convirtió Hacienda en una agencia privada de favores fiscales a cambio de comisiones millonarias.

Bajo la apariencia de un contable serio, Cristóbal Montoro manejó durante casi dos décadas las riendas fiscales de España con la impunidad de un virrey. Pero tras la fachada de ministro eficaz se escondía una maquinaria perversa de manipulación normativa, favores a grandes corporaciones y beneficios cruzados entre el Estado y su despacho privado, que ahora, si  que deja al PP, al borde de la eutanasia voluntaria.

La supuesta lucha contra el fraude se convirtió en el gran fraude de Estado. El exministro del PP no sólo legisló para las empresas que después contratarían a su bufete, sino que estructuró el Ministerio de Hacienda como un organismo capturado por intereses empresariales: gasistas, energéticas, fondos de inversión y constructoras con sed de rebajas fiscales hechas a medida. Montoro no gestionó el dinero público, lo distribuyó como botín entre sus clientes.

El caso Montoro, que arrastra desde 2018 una imputación por delitos de cohecho, prevaricación y tráfico de influencias, es una de las mayores vergüenzas silenciadas de la era Rajoy.

Mientras miles de autónomos eran aplastados por la Agencia Tributaria, su exjefe elaboraba reformas fiscales para clientes como Ferrovial, Abengoa, Solaria o Madrid Network, cobrando más de 50 millones de euros en comisiones a través de su firma Equipo Económico (rebautizada después como Global Afteli para disimular el hedor).

Red Eléctrica (REDEIA) acaba de cancelar su contrato con el despacho, reconociendo por fin lo que era un secreto a voces: se pagaba a quienes redactaban leyes desde los despachos de los ministros.

El PP de Rajoy se llenó la boca con la palabra España mientras desmantelaba el Estado desde dentro. La traición no fue solo de Montoro. El entorno que lo aupó -Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría, Jorge Fernández Díaz, Zaplana y una legión de tecnócratas serviles- participó en el saqueo metódico del Estado. La fiscal Carmen García quiso investigar correos electrónicos del ministro firmados como “aromero@minhap”. ¿Qué encontró? Obstáculos desde dentro de la propia Fiscalía. Un pacto de silencio entre casta política y judicial que impidió durante años que se investigaran delitos clarísimos.

Y cuando por fin el juez Rus decidió levantar el secreto de sumario, lo hizo… para dictaminar que no hubo delito en el acceso de Montoro a datos fiscales confidenciales. Porque -¡oh casualidad!—-era “el titular del Ministerio”, y por tanto podía espiar lo que quisiera. Así se entiende cómo se blindan los amos del régimen. Poca diferencia con sus otros degenerados: "Pepiño Blanco", Cerdán, Ábalos, Conde-Pumpido y García Ortiz además de quienes sabemos y no sabemos

La ONIF pasó de ser Oficina Antifraude a ser Oficina de Manipulación Fiscal controlada por el PP.

Mientras se investigaba a Montoro, otra bomba durmiente estallaba en el Juzgado nº 41 de Madrid: una querella por falsificación de documentos públicos contra Margarita García-Valdecasas, exdirectora de la ONIF, el brazo investigador de Hacienda, designada por Montoro y Rajoy. Está acusada de manipular más de 5.000 archivos incautados durante una operación fiscal en 2016. El fiscalista denunciante, Fernando Peña -sí, el mismo al que luego le cayeron 80 años de prisión en el caso Nummaria-, sostiene que se alteraron pruebas clave para fabricar causas judiciales y hundir a determinados despachos.

Y sin embargo, cuatro años después, el caso sigue en un cajón del juez Peinado, quien no ha practicado diligencias ni exigido informes técnicos definitivos. ¿Por qué? ¿Por orden de quién? ¿Qué o a quién protege Peinado?

Montoro es el rostro contable del saqueo y Rajoy el mayordomo que abrió todas las puertas.

Lo que revela esta trama no es solo la corrupción de una persona, sino el colapso moral de un partido que ha hecho de la traición a sus votantes una forma de vida. El PP ha presumido de defender la legalidad, mientras en la sombra redactaba leyes al dictado de quienes llenaban sus despachos de sobres, contratos y prebendas. Más de 55 casos extraordinariamente escandalosos, investigados y resueltos con condena por fraude de la mano de la fiscalía anticorrupción, han sido descubiertos y sentenciados. En total, entre socialistas y peperos, 588 casos entre simples y complicados, con casi 8.500 políticos implicados. Se calculan más de 124.000 millones defraudados, por culpa del fallecimiento de Franco y  del nacimiento de Ayuso.

Montoro no fue un verso suelto: fue el arquitecto del poder económico del PP, y su caída es solo el espejo donde deberían reflejarse muchos otros. Su cercanía con Soraya, su influencia en FAES, y su control absoluto de la Agencia Tributaria lo convirtieron en el cerebro fiscal de una organización política que actuó como mafia de guante blanco.

No fue solo Montoro. Fue el PP. Y fue Rajoy. Todos callaron mientras robaban.

España no necesita una “regeneración” del PP. Necesita que desaparezca. Que se disuelva y entregue cuentas ante los tribunales, los medios y el pueblo, antes de ilegalizar junto a su socio PSOE en la UE a Vox, por no estar implicado en ningún caso de corrupción, espionaje o malversación.

En ninguna democracia puede sostenerse cuando quienes deben recaudar impuestos los manipulan para enriquecerse y proteger a los poderosos, tal y como hace ahora el sanchismo con sus chiringuitos de refugio, amparo y defensa.

Y ahora que Sánchez y los suyos siguen la misma senda, vale recordar que el colaborador necesario de esta demolición institucional fue siempre el PP, ese partido que hoy finge oposición mientras vota en Bruselas con la izquierda, y cuya alma sigue siendo una mezcla de cobardía, oportunismo y corrupción estructural.

Por consiguiente, no será de extrañar que el cooperador necesario Feijoo, decida, antes de irse de presidente de la república gallega, cambiar el nombre al agónico PP, y llamarle algo así, como "Partido Socialdemócrata liberal". Una especie de nueva identidad, creyendo que con eso, va a confundir a alguien. Será como ponerse una nariz, bigote y gafas negras para pasar desapercibido. Pero en cambio, lo que sí será..., es el desenmascaramiento de un líder de la oposición traidor a los suyos; encubierto en un PP, mientras su pensamiento político está más cerca del socialismo que del PP. Lo mismo que le ha pasado al PSOE tradicional con Pedro Sánchez. La diferencia, es que por fin, Feijoo saldrá de la penumbra, como lo hará más pronto que tarde Sánchez, para sacarnos de la OTAN y UE, aduciendo injerencias para consolidar la dictadura que acabe definitivamente con la amenaza judicial que cierne sobre él y los suyos, para echarnos en brazos de BRICS, MUSULMANES, COMUNISTAS Y BOLIVARIANOS.