Hace más de 30 años que se insiste en la llamada ‘terapia génica’, intentando mediante la modificación del material genético de nuestras células prevenir o tratar enfermedades. Se ha utilizado un vector viral para este objetivo, pero en general los resultados han sido decepcionantes. En los últimos años se está recurriendo a la técnica del RNAm, con la cual se han obtenido las vacunas frente al Covid cuyo relativo fracaso tiene que ver más con las mutaciones del SARS-Cov2 que con los problemas de esta técnica que está resultando muy útil, por ejemplo, para desarrollar vacunas frente a algunos tipos de cáncer.
Mientras tanto nos olvidamos de cómo podemos influir en la conducta de las personas más cercanas a través de la epigenética. La ‘Teoría de las abuelas’ *, desde el punto de vista evolutivo, nos da una buena aproximación: la mayor longevidad post menopaúsica fue haciendo cada vez más factible el cuidado de sus nietos por mujeres que no podían tener más hijos. Este hecho ancestral hoy resulta de gran importancia, la eclosión del trabajo femenino ha llevado a una mayor dificultad del cuidado directo de los padres con sus hijos, lo que ha dado a los abuelos un papel fundamental en la educación de sus nietos.
Una infancia feliz, influenciada por la grata presencia de los abuelos, lleva al apagado de genes patológicos y al encendido de aquellos que mejoran las capacidades cognitivas y conductuales de los niños. Los padres se preguntan a veces que ‘cómo han podido salir sus hijos así’, olvidando que, al margen de factores genéticos incontrolables, existen otros factores como la influencia positiva epigenética que podría no haber sido la deseada al estar muy ocupados y no haber contado con el componente benefactor de los abuelos, esos grandes cuidadores, que por edad tienden a ser más sabios y equilibrados.
*Las abuelas y la evolución de la longevidad humana: una revisión de los hallazgos y las direcciones futuras. Kristen Hawkes et al. Evol Anthropol. 2013 Nov-Dic.