Zarabanda

Desde Venezuela

Desde Venezuela, país que, sin conocerlo, añoro por su belleza y el valor de sus gentes, y que deseo ver pronto renacido, me ha llegado un anhelado tesoro: "Lumen. El fuego interior", un poemario de Ricardo Gil Otaiza, editado como libro electrónico, en 2025 en Caracas, por la Academia Venezolana de la Lengua, de la que es académico. 

Su sugerente título invita a la lectura. Lumen, luz en latín, significa la cantidad de luz visible  emitida por una fuente luminosa;  también el espacio interior de estructuras huecas del cuerpo, como vasos sanguíneos,  huesos o intestinos. Además, genéricamente, indica claridad, esplendor y, especifica y simbólicamente, a Cristo como sol naciente. El subtítulo, "El fuego interior", refuerza su significado y nos muestra la fuente profunda de donde manan versos y poemas. Fuente, en la que conviene sumergirse para ascender después renacidos, y recorrer con el poeta los torrentes y los remansos de lava y de agua limpia por los que nos conduce en este poemario, el tercero de su producción poética. Le anteceden: "Corriente profunda" (1998) y "Manual del vencedor" (2001), espléndidos títulos para hondos y vivos poemas, que nos acarician y nos hurgan el alma.

Ricardo Gil Otaiza tiene una variada, amplia y rica trayectoria vital, científica y literaria. Es farmacéutico, escritor, egresado en la Universidad de los Andes, doctor en Educación y en Ciencias de la Educación, conferenciante, cuentista, novelista, investigador, crítico literario, editor, columnista del Diario Universal de Caracas, lector riguroso y atento, y amante apasionado de los buenos libros. Ha publicado 36, además de numerosas colaboraciones e investigadores científicas y literarias en antologías,  revistas y periódicos. 

Después "de un gran desierto interior", regresa a la poesía, el mejor lugar para apaciguar el alma, sin saber "el cómo y el porqué". Así  nos lo cuenta:

"Una lejana mañana de 2020 (casi al amanecer) me senté a la mesa del comedor con una taza de café, y en mi agenda personal comencé a bocetar poemas, y durante muchos meses lo hice con isócroma disciplina y no paré hasta finalizar el 30 de diciembre con una serie de 50 textos poéticos". Textos que componen el "Lumen", "una misma pieza literaria", sin que pierdan su autonomía. Solo un número romano, ni siquiera una puntuación que marque su inicio o su final, los separa; con el milagro añadido, que su autor deseaba, de que cada uno nos "hable desde dentro", "con su musicalidad, su cadencia y su ritmo", y su propia alma.

La originalidad de  esta estructura da una gran fluidez al contenido y aumenta la calidad literaria de esta magna obra. En ella, el poeta nos muestra al desnudo, sin ninguna veladura, lo más íntimo de si mismo, nacido de un profundo dolor, de una gran soledad, de un inmenso vacío ("es el vacío lo que más duele"), y de unas terribles circunstancias vitales, con el COVID recorriendo el mundo y su país, la tierra que ama, privada de libertad e intensamente dolorida. 

" Me hallo perdido -nos confiesa-, las cárceles del alma me atenazan". "Heme aquí como Dante en el averno". Pero de ese infierno le viene a sacar su Beatriz,  la inspiración poética, que en ramillete le traen Caliope, Erato, Polimnia, Euterpe, Urania..., para su consuelo y nuestro reflexivo y hondo placer.

El tiempo es el principal protagonista del poemario, en presente y en pasado: " Mis páginas son fermento de años transcurridos, atalayas de papel que asoman al mundo como testigos". Pero "nada responde a un ayer si antes no nos es dado el Lumen de la existencia" Un Lumen que nos conduce como rio que fluye "por anhelos y experiencias"y que tras transitar por la naturaleza, la infancia, los sueños, el amor, los deseos, la muerte y la esperanza del renovar de la vida, nos deposita en "la parte y el todo de una nueva conciencia".

La precisa, viva y mágica palabra del poeta Ricardo Gil Otaiza,  "que duerme en cada página, desnuda en su altivez", nos espera. No podemos defraudarla, nos llevará desde su "fuego interior" al más luminoso paraíso de la poesía.