Que el poder corrompe es algo sabido desde antiguo. Lo que es menos conocido es que los países más corruptos están siempre entre los menos libres y los más pobres como lo demuestra el índice de Percepción de la Corrupción.
En España tenemos el ejemplo de la masiva corrupción que acosa al presidente del gobierno y a su entorno familiar y político, y no es casualidad que España haya perdido posiciones en dicho índice desde que este llegó al poder en 2018. Tampoco lo es que las clases medias sean cada vez más pobres como lo atestigua el que la renta real disponible de los españoles sea inferior a la de 2018, y no digamos a la de 2007.
Por desgracia ahora tenemos el caso de Milei en Argentina. Desde el principio he alabado los enormes logros que el presidente liberal argentino ha logrado en brevísimo tiempo. De hecho, nadie en la historia contemporánea ha logrado más en menos tiempo. Recibió de manos del socialismo kirchnerista un país quebrado, corrompido y empobrecido hasta límites insospechados, solo excedidos por las dictaduras cubanas y venezolanas.
También dije que sería el primero en criticar a Milei en caso de cometer graves errores pues no me anima ni la ideología ni el sectarismo político sino la esquiva búsqueda de la verdad a través del librepensamiento. Uno de los factores que podían hacer descarrilar el proyecto liberal argentino es la corrupción, y lamentablemente parece que este riesgo se está materializando.
Hace unos meses Milei metió la pata y tuvo un aviso serio. Me refiero al caso de la estafa ligada a una criptomoneda que el presidente argentino, mal asesorado o sin tiempo para analizar la cuestión, promocionó en redes sociales. El caso está siendo investigado y aún no se sabe si ha habido corrupción. No obstante, este feo asunto dañó la imagen de Milei y le tiene que haber costados votos.
Se dice que su hermana, poderosa figura en la sombra detrás del presidente liberal, se está enriqueciendo mediante el tráfico de influencias y el cobro de comisiones. Las maledicencias y mentiras en política son el pan nuestro de cada día, pero nunca nada puede descartarse, y menos en la política argentina, o en la española. Todo el mundo es inocente hasta que haya sido condenado judicialmente, pero en política la mera sospecha tiene un coste, a veces elevado. Ya decía Julio César hace 2000 años que la mujer del César no solo ha de ser honrada, sino también parecerlo.
Desde hace semanas se habla de un nuevo caso de corrupción por el que la hermanísima y su entorno estarían cobrando comisiones ligadas a los contratos de asistencia médica a los discapacitados. En vez de investigar internamente este asunto y apartar temporalmente a su hermana y a todos los implicados, Milei ha optado por negar la mayor, defender a capa y espada a su entorno y emprender la fatal huida hacia adelante.
El resultado ha sido un batacazo electoral en las recientes elecciones en la región de Buenos Aires. Como consecuencia de esto, el riesgo de que Milei no pueda seguir con sus políticas liberales aumenta, y también crece la probabilidad de que el destructivo y corrompido socialismo Kirchnerista vuelva al poder.
Los mercados venían avisando desde hace semanas y ahora con la noticia se ha producido el desplome tanto del peso como de la bolsa argentina y de la deuda pública, esta última como consecuencia del fuerte aumento de la prima de riesgo país. Todo esto pone en peligro el crecimiento económico, el control de la inflación y la estabilidad presupuestaria, y por lo tanto todo lo logrado hasta ahora.
Probablemente esto no habría sucedido, o el impacto habría sido menor, si Milei hubiera hecho de la necesidad virtud y hubiera prescindido de su hermana, y de quien hiciera falta, para sanear el foco de corrupción, además de investigar a fondo la cuestión.
El poder corrompe y ahora la Argentina corre el riesgo de volver a los oscuros años del peronismo, ese socialismo corrupto de origen fascista que ha asolado este bello país durante siete décadas.
Escribo estas líneas entristecido porque deseo realmente que el proyecto liberal argentino llegue a buen término para que la mayoría de los argentinos salgan de la pobreza y puedan prosperar, y también para que sirva de faro para toda Hispanoamérica, región secularmente empobrecida por el estatismo radical de todo signo, la corrupción endémica y la falta de libertad económica.
Ya es hora de que el César repudie a su hermana, y a quien haga falta, sino quiere que estos le arrastren en su caída y arruinen la única posibilidad que tiene el pueblo argentino de volver a prosperar en libertad y de poder contarse entre las naciones más avanzadas a largo plazo. Volver atrás significa caminar hacia lo que es hoy Venezuela.