Mi buen padre me dijo un día que para entender «al otro» había que ponerse en su piel. Pero lo que no sabía el hombre era que el ritmo de vida y la realidad actual ha convertido esa práctica en algo difícil, muy difícil.
No obstante, hoy, atendiendo a aquella conseja, me he impuesto —a modo de reto personal y casi emulando el circense «más difícil todavía»—, la misión de comprender y hasta tratar de defender al presidente Sánchez ¡Casi nada lo del ojo!, que diría el castizo.
Y es, en ese instante, cuando me viene el recuerdo de aquella cancioncilla infantil que decía: «ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras, tralará».
Les referiré algunas peculiaridades del personaje y el alegato que podría argüirse en su defensa. Veamos cómo salgo del lance y perdonen si por la pasión en el intento me «desmesuro».
1.- ¿Recuerdan los gritos de desespero del hoy escondido Miquel Iceta?: «Pedro, por Dios, Pedro…». Pues más allá del dramatismo que mostraba el catalán, aquella especie de arrabalero, suplicante y amanerado griterío, tenía un significativo trasfondo. La frase, invocando al Altísimo, en realidad suponía acercar el personaje —humano, y por ende terrenal— a la cosa ascética. Si, definitivamente, se trataba de mitificar a su adorado líder vinculándolo a la máxima deidad. Asunto este, lo sé, de no fácil comprensión, a menos que se transite con habitualidad por vericuetos de lo esotérico o teológico.
2.- Asumiendo ya de entrada una superioridad del personaje en los aspectos intelectual y político —lo de ético y moral vamos a dejarlo aparte, por la cosa aquella de las 17 saunas de su suegro y señora—, es cuando se entenderá claramente que Pedro no miente nunca. Eso sería una debilidad impropia de alguien como él. Hemos de reconocer y convencernos que Pedro es un «ser de luz» fruto de aquella trascendencia planetaria que señaló en su día —aunque referido a otro—, Leire Pajín. O un «ser superior», como acertada y proverbialmente señaló Butragueño, aunque aquí aludiendo a don Florentino. Y es, en este preciso momento en que escribo semejantes loas, no sé por qué, cuando me vuelve a la cabeza la citada tonada: «por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas, tralará».
3.- Pero como no quiero que piensen que estoy yéndome por las ramas, procederé a explicarles por qué Pedro, cuando habla y afirma cosas, no miente. Y es así, porque él maneja tiempos y realidades complejas desde su propia atalaya. Pedro, amigos, no tiene una sola personalidad. Es hombre, estadista, amigo, esposo, presidente…, es todo en uno. Ni siquiera «trino», ¡mucho más! Él, aún sin pretenderlo ni buscarlo, vendría a representar un híbrido perfecto entre el pasodoble de Marcial, «el más grande» y aquel «Pedro, Pedro, Pedro…» que con fogosidad y vaticinio cantaba Rafaela Carrá.
Por la altura intelectual a la que navega, ensanchando horizontes, a veces cuesta trabajo valorar el alcance de sus asertos y por ello hay gentes de corazón turbio que los califican de falsedades y embustes. Pero no es así, cabalga contradicciones y es perfectamente plausible, por ejemplo, asegurar y reiterar que no pactaría jamás con los proetarras de Bildu para, a continuación, hacerlo sin pestañear. Ya, ya sé que puede parecer una contradicción, pero es lo que tienen los pensamientos complejos. Ya se dijo, recuerden, «alguien superior». Y mientras escribo esto, de nuevo mi mente recrea la dichosa copla: «me encontré con un ciruelo cargadito de manzanas, tralará».
4.- ¡Pedro es tan humano y humilde que no alardea de verdades absolutas! Dado que según él todo es mutable y cambiante, hoy afirma una cosa y mañana, si menester fuera, su contraria. Como por ejemplo, su insomnio si tuviera que gobernar con Pablo Iglesias. Y eso no es mentir —como malévolamente dicen los de la fachosfera—, eso es grandeza de mente, de espíritu, apertura intelectual y el más admirable ejercicio de su incontestable condición humana. Incluso, reandando su propios y resilientes pasos.
5.- Y ahora, si me permiten, hablemos de un tema extraordinario y donde el personaje sobresale por encima de cualquier otro; me estoy refiriendo a su excelsa y apabullante humanidad.
Lo mismo que Cristo en la cruz, que en un momento de humana flaqueza dijo aquello de «Padre, Padre, por qué me has abandonado», pues alguien como Sánchez, humano donde lo haya, también albergó dudas y bien patente quedó el dolor y sufrimiento que le traspasaba —cual dardos avinagrados sobre herida abierta—, en aquellas «Cartas a la ciudadanía» —versión 1 y 2–, que quedarán para la posteridad como una especie de nueva Biblia. Documentos que supondrán un excelso libro de cabecera, muestrario de resiliencia y, sobre todo, manual imprescindible de amor puro, lígrimo y romántico. La más brillante y conmovedora obra de adoración connubial. Auguro que, con el tiempo, esas cartas serán consideradas arquetipo, modelo y ejemplo para tantos veleidosos que han convertido las relaciones afectivas en trivial jolgorio de fogosas y efímeras pasiones, pespunteadas, según el caso, de sobrinas Abaleñas y trabajadoras de lo «horizontal».
Sé de buena tienta y por personas acreditadas, que se está valorando proponer al Vaticano la formación de una especie de triunvirato —santo y seña del buen amor—, que formarían San Antonio, San Valentín y nuestro Pedro. Sí, Pedro Sánchez…«un hombre enamorado». Tanto, tanto, fíjense ustedes, que hasta llegó a plantearse si el cargo compensaba, cuando con ello se cuestionaba algo tan sagrado para él como la «no cátedra» de su señora Begoña Gómez. ¡Grande, entre los grandes y platónico entre los más rendidos adoradores!
Escucho en este momento, una vez más, el coro que canturrea en mi oído: «con el ruido de las nueces, salió el amo del peral, tralará».
6.- Se dice gratuitamente, y no con buena baba, que es un mentiroso patológico y el rey de la trola desorejada ¿Por qué?, ¿acaso otros políticos han sido paradigmas de verdades absolutas? La respuesta es no. Luego Pedro, nuestro Pedro, muestra aquí una vez más su lado más humano y no alejado de las flaquezas y errores de otros que, como el gran «Patrone» —Felipe GonzaleX—, le cuestiona y enmienda sin conmiseración desde su mofletudo y notorio sitial, repartiendo éticaX, bulaX y ortodoXias.
¿Y por qué criticas tan lacerantes?: porque ama a su pueblo, porque busca el entendimiento entre regiones, porque entiende España como un todo relativo, mutable y fragmentable, pero en aras de una convivencia asimétrica y creativa. Condona —poco me gusta la expresión, pero es la moda— a unas autonomías en perjuicio de otras. Bueno, ¿y que?, ¿quien dijo que el igualitarismo es lo mejor? Hasta se recoge en la Biblia —en la pedagógica parábola del «hijo pródigo»—, que aquel mal hijo tuvo un trato más gratificante que el dispensado por el padre al otro buen hijo. Y no seré yo quien cuestione, ni mucho menos enmiende, lo dicho por Lucas en las Sagradas Escrituras. Luego, también en eso, Pedro es un pío seguidor de lo más hermoso y granado de la fé católica en la que fuimos educados. No en vano estudió en el Ramiro de Maeztu que, aunque fundado en abril de 1939, se asentó sobre los edificios que había creado antes la Institución Libre de Enseñanza. Y esa mezcla de liberalismo y falangismo, ¡vaya lo que enseña y marca!
7.- Que flaqueó en Paiporta, se escondió en el burladero y «galgueó» ignominiosamente; se dice con malsana intención. Sí, puede parecerlo, pero un servidor piensa que fue la manera de evitar un enfrentamiento popular por la calentura de aquellas pobres gentes desesperadas. Es más, quedarse allí hubiera sido una provocación y un reto a familias que acababan de perder todo por culpa de la ineficiencia de algunos políticos locales. Luego, creo, que hacer mutis por el forro —como dice mi amigo Juncal—, fue una actuación, cuanto menos, prudente y de alta sensibilidad social.
¿Se dan cuenta...? Pedro, siempre —y aquí se evidenció una vez más— pensando, a riesgo de ser incomprendido, en sus conciudadanos, o en la «gente» —termino vulgar, pero muy en boca de su ministra «anuente»—. Ese espíritu y capacidad de sacrificio es patrimonio exclusivo de cuatro elegidos. Y él, sin duda, es un prominente depositario de semejante don. Y aquí de nuevo, una vez más y no sé por qué, me reverbera aquello de «ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras, tralará».
8.- Se ha repetido, con la malsana intención, que ha colocado en puestos de alta dirección, a dedo, a familiares y amigos.
Yo me pregunto y traslado a ustedes, amables, cabales y sensatos lectores, una serena reflexión: ¿verdad que saben lo que es la Providencia? Pues lo mismo que dice Mateo 6:26: «las aves del cielo no siembran ni cosechan, pero sin embargo el Padre celestial las alimenta», aquí de nuevo aparece nuestro Pedro dando sentido y contenido a esa Providencia que a veces nos cuesta interpretar.
Y puestos a ayudar —yo me pregunto y les consulto a ustedes— ¿quién puede negarse a asistir y socorrer, desde esa caridad bíblica referida, a una esposa, un hermano, un amigo, un compañero de pupitre o de partido, a un quinto o a un cuñado, si fuera menester? ¿No hay que ocupar Subsecretarías, la Presidencia de Correos, Telefónica, RTVE, Indra, Renfe, Paradores, CNI, Direcciónes Generales y otros mil puestos de consejeros en diversos entes públicos? Pues de nuevo aparece Pedro, ahí, dando un paso por los suyos a modo de proverbial protector y cual madre amantísima cuidadora de sus criaturas. Ya se dijo —ser de luz, ser enamorado— y, además, proveedor de necesidades aunque él, y siendo ya las cinco de la tarde, no hubiera tenido tiempo de comer siquiera ¡Qué virtuoso ejemplo de sacrificio y abnegación!
9.- Le echan en cara los del lodo y el fango que, por una parte, diga y asegure que va a luchar contra la corrupción hasta sus últimas consecuencias y, por otra, casi ha despenalizado el delito de malversación con el objetivo de favorecer a sus socios de gobierno catalanes.
Pero escuchen y no se confundan en sus iracundas valoraciones los que no saben valorar las bondades infinitas del gobierno progresista y feminista que preside Pedro. La modificación de la ley que ahora suaviza la malversación no es otra cosa que un punto de encuentro y acercamiento a unos ciudadanos que, en su delirio secesionista, cometieron un error. Y al que yerra, Pedro, en su infinita bondad, puede llegar a perdonar y hasta compadecerlo. ¿Ven…? Bondad y conmiseración con el pecador. ¿A quién les recuerda?
10.- Dicen también sus contumaces opositores —sin razón y ninguna lógica— que no era posible haber compartido tanto con sus tres obsesos, —perdón, obesos quise decir— compañeros de Peugeot, (Koldo, Torrente y Cerdán), sin enterarse u olerse que algo turbio ya se gestionaba entre bambalinas: sobrinas en empresas públicas, colar papeletas en la urna, comisiones, mordidas, cuotas navarras, Aidas y hasta financiación irregular del partido.
Pero un servidor de ustedes, al que nada de lo humano le es ajeno, recuerda aquello de «el que no la hace, no la teme». Y eso es con total seguridad lo que le ha ocurrido al buen Pedro. ¿Cómo un hombre decente podía siquiera imaginar semejantes atropellos a la ley, a la razón y a la moral socialista? ¿Acaso no es lógico pensarlo?
¡Pues eso!
Y es aquí, queridos amigos, cuando en defensa de este Hércules de la honradez y la decencia, también les diría que…
¡Oyeeeee, ya…, para, para ya…, calma, que «t’as pasao» de frenada y de embelesador…! Me revela una voz grave y serena que llega desde otra dimensión —seguramente mi buen padre— susurrandome, a modo de leve acúfeno: ¡y deja ya de contar tantas mentiras!
¡Tralará!