Crónicas Mexas

Vacaciones que no existen: el fraude turístico en España y México

El alojamiento no existía. Tampoco las vistas de ensueño, ni la sala cómoda. Solo quedó una transferencia, una ilusión rota y el silencio de las autoridades. Cientos de personas, son víctimas de delincuentes que simulan tener propiedades en renta para después pedir que se deposite por fuera de la plataforma el dinero y obtener un lucro mediante el fraude, esto ocurre desde la ajetreada Ibiza, hasta Cancún y aunque nos divide un océano el fraude es el mismo. La diferencia en una se termina en la comisaría, denunciando una estafa y en la otra en el Ministerio Público denunciando un fraude.

Los anuncios están muy bien hechos, mejores que muchos reales, generalmente las tarifas están dentro de precios del mercado, ligeramente más bajas, usan plataformas online conocidas, pero donde se debe tener el mayor cuidado es que te piden cerrar la transacción por fuera, y ahí se deben prender todas las alarmas, si das el dinero lo más probable es que lo pierdas,  ni siquiera es un volado, esta es la forma en la que funcionan estos delincuentes.  

Hace poco leí el caso de una abuela que “rentó” un departamento en Santander y al reconfirmar el check-in, las respuestas se volvieron escasas. Luego, nada. Buscando en Google el nombre del supuesto departamento, lo encontró otra vez: mismo lugar, mismas fotos, pero publicado en otra plataforma y en modalidad de renta mensual. Llamó a la inmobiliaria. No conocían al dueño. No había ninguna reserva a su nombre.

Fue al banco, levantó la denuncia, pero lo de siempre: “difícil recuperar el dinero”. Y lo peor: no hay para pagar otro alojamiento. La historia de esta abuela no es única. Se repite cada verano en España con precisión quirúrgica. Estafadores que se aprovechan de la confianza, el apuro y la necesidad de unas vacaciones familiares. El verano se ha convertido en temporada alta para los delincuentes.

Y lo mismo sucede en México.

Aquí también abundan los casos de familias que ahorran durante meses para rentar una cabaña en Valle de Bravo, un departamento en Acapulco o una casa en la Riviera Maya. El patrón es el mismo: anuncio atractivo, plataforma aparentemente confiable, contacto cordial y luego la clásica frase de “mejor te paso mi cuenta para evitar comisiones”. Muchos aceptan. Nunca vuelven a saber del dinero.

En ambos países, las estafas vacacionales siguen un mismo molde. Y las autoridades, aunque conocen el fenómeno, hacen poco. Las plataformas se deslindan diciendo que fue fuera de su sistema. Los bancos alegan que no pueden revertir transferencias. Las fiscalías abren carpetas, pero rara vez hay detenidos. Al final, la responsabilidad cae en la víctima, que “debió desconfiar”, “debió investigar más” o “no debió pagar fuera del sitio”.

Pero la verdad es que no debería ser así. No se puede normalizar que unas vacaciones familiares terminen en una denuncia. Que el verano sea una trampa. Que la ilusión se pague con fraude.

Urge más control. Protocolos bancarios que congelen pagos sospechosos. Y sobre todo, voluntad real para rastrear a los delincuentes, porque mientras no pase nada, esto seguirá pasando. En México o en España, en cualquier lugar donde una familia solo quiera descansar, y termine siendo un número más en la estadística de víctimas.