La mirada de Ulisas

La senda de la existencia con sus consecuencias es nuestro camino

Bella Clara Ventura
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LA MIRADA DE ULISAS vive intensamente la muerte de una entrañable amiga de quien le dio vida al atisbo que la representa. Fue en un día de arrebato y de fantasía al haber recibido la gracia de ser columnista de EL Diario de Madrid, medio de expresión de gran interés. Cuenta con columnistas de alto vuelo y palabra certera. Desde entonces, opina que la escritura gracias a su vistazo sensible le permite reflexionar sobre el argumento que se le antoje. Y… (con suspiro en la mirada lo digo) la muerte es un estado que nos ronda a todos. Hay que sentirla como una realidad que se hará evidente en su momento.

Al haberme dado la posibilidad de existir, mi creadora, pienso que desde mis simples ojos puedo hacerme cargo de sus cavilaciones sin dejar de emitir mi sentir y observación personal. Me autoriza a ello. Me imprimió todo el mando para obrar a mi voluntad y dejar fluir mis emociones. Por ello, le agradezco la deferencia y me veo libre de ser desde mis pupilas que ya tienen autonomía y la retina bien centrada en los enfoques. Ciertamente, en algún momento, hasta podemos desdoblar juicios y rebelarme, si así lo creamos pertinente. Asumimos autonomía y libertad de expresión. El diálogo debe tener cabida. Como puede y quisiera que fuese el caso con mis amables lectores de este hermoso espacio. Percibo desde mi intuición, porque también soy dueña de una robusta intuición relacionada con un mirar avisado, al no permanecer lejos de la realidad y poder asegurar que en esta columna Bella Clara Ventura y yo vamos a coincidir sobre el asunto que nos preocupa; la muerte. Resulta dolorosa la ausencia de nuestros seres queridos. Mi progenitora, la misma que firma los artículos en mi nombre, lloró sus ojos y ¡de paso los míos! la defunción de su excelente amiga Stella Coiffman, mujer maravillosa y entregada a los demás. También lamentó con sollozos la partida de sus padres, la de su amada hermana además de la de otros seres cercanos a sus afectos. Y me pregunto desde mi sesgo, una mirada atrevida: ¿Qué significa la mudanza de este plano para mucha gente? Algunos sostienen que se abarca la nada, los menos creyentes. Otros que se reencarnan en diferentes cuerpos para lograr la evolución del alma, los orientales con sus filosofías budistas y demás centradas en la espiritualidad. Otros, muchos, se basan en las creencias del infierno, el purgatorio y del cielo como puntos de arribo al trascender el alma, conceptos atribuidos a los cristianos que descienden del judaísmo, como rama que se independizó al haber adoptado a Jesús como su Dios. Responde a la gran civilización occidental. Los hijos directos de las Tablas de la ley dejan abierta la posibilidad de creer en lo que el individuo considere mejor para su devenir, pero insiste en que en esta vida hay que desarrollar la virtud de ser una mejor persona en búsqueda de la luz y del crecimiento interior. Varios rabinos también basan sus creencias en el castigo o la recompensa a futuro, según el comportamiento de cada persona en la Tierra, nuestro lugar de aprendizaje. Visto como la universidad de la vida que no perdona nada y se basa en las leyes universales. Muestran que según nuestras acciones existe la ley de correspondencia, de causa y efecto, y de atracción según nuestros niveles vibratorios. Pero, otros mantienen la creencia de que si matan a sus enemigos se convierten en héroes y serán premiados con el paraíso donde les esperan 72 vírgenes. Es de constatar que cada persona está en la libertad de especular sobre la ignota dimensión que a todos nos espera por igual, sin distingo de raza, creencias, tendencias, edades ni nacionalidades. La muerte nos iguala como el nacimiento que responde al cruce de un espermatozoide con un óvulo. Hasta ahora no se ha inventado otro tipo de concepción, inclusive cuando se manipula en el laboratorio con tubos a la disposición de la fertilidad.

Yo, como la mirada de Ulisas que soy, me interno en divagaciones, al saber que nadie regresó para contarnos el escenario, aunque muchos cristianos sostienen la certeza de que Jesús, que a la vez es padre, hijo y espíritu santo, volvió para dar su versión sobre un más allá. Además es normal que cada individuo le otorgue su propia respuesta. Puede variar según la época y los tropiezos y aciertos al que haya sido expuesto el sujeto en su andar. Vale la pena adentrarse en lo que puede significar la partida de este mundo. A los jóvenes, imagino, que el tema no les concierne demasiado. Más entrados en años las personas hacen un balance porque la existencia nos señala la dirección que nos depara: la expiración que en muchos casos nos atemoriza, justamente por todas las incertidumbres que engloba. Mi mirada estimó pertinente tomar a tres reconocidos filósofos para dar de cada uno su interpretación. Escudriñe textos referentes a la cuestión existencial.  Esa dimensión desconocida que los filósofos han tomado como tema de discusión. Para Martin Heidegger, filósofo existencialista, la muerte es el acontecimiento esencial en la aventura humana. Desarrolla el concepto del «dasein». La muerte es un misterio, considerada como el momento de decir adiós a todo, es el viaje del irás y no volverás. ¿Por qué nacimos, si vamos a morir? Cuando el cuerpo enfermo siente sensación de declive, de fragilidad, desarmonía, malestar, disolución… se vislumbra un momento trágico de desaparición con pérdida de todo: familia, posición social, patrimonio, fortuna… La muerte se produce al cesar las funciones fundamentales: actividad cardíaca y actividad respiratoria, lo que representa el cese de las funciones cerebrales. Existe la muerte biológica o muerte cerebral y la muerte total de todo el organismo. Y la gran pregunta sigue siendo si existe la vida después de la vida.

Pierre Theilhard de Chardin estudia profundamente el tema de la muerte relacionado con el cristianismo. Pensador, filósofo, sacerdote y jesuita sustenta que la muerte es el acontecimiento esencial en la aventura humana. En  "El Medio Divino" expone que la creación, la encarnación y la redención son indisociables. La historia de la cosmogénesis, de la biogénesis y la antropogénesis se presenta como un esfuerzo de síntesis convergente hacia la existencia de un fin último que el pensador llama punto omega. En la muerte es como en un océano, vienen a confluir nuestras disminuciones, bruscas o graduales, y la muerte es el resumen. La muerte es una debilidad incurable de los seres corporales. El mismo autor tiene los ojos fijos en Cristo resucitado, hacia quien toda la creación aspira y en quien encuentra su consistencia. Cristo ha vencido la muerte. Acepta la verdad de la muerte como posibilidad propia e ineludible del ser humano.

Para Edgar Morin sociólogo, pensador, filósofo y político dice que el hombre comienza las creencias religiosas a partir de enterrar a los muertos, magia, brujería, espiritismo, chamanes, creencias en la otra vida, resurrección, inmortalidad… nacen del intento humano de resolver el problema de la muerte. Su credo científico era separar conceptos hombre-cultura, vida-naturaleza y física-química. Sostiene que es imposible bioquímicamente la inmortalidad. Hay muchísimas reacciones metabólicas irreversibles. No se acepta la muerte, hay una cultura negadora de la muerte, y es una  actitud inmadura. La muerte no es el enemigo. En las facultades de Medicina se tiene esta creencia. Hablar de la muerte es un tema antisocial, un tabú. Pero la vida del hombre se define por el fin del mismo, como un camino a cuya meta conduce. La vida es el tiempo que transcurre entre nacimiento y muerte, o mejor dicho, es el conjunto de actos que un viviente realiza.

Estos datos los recogí con mi mirada dispuesta a la investigación de August Corominas, profesor de fisiología humana y académico emérito además miembro del senado de la Real Academia Europa de Doctores de Barcelona en su ensayo “La muerte según tres filósofos: Chardin, Heidegger y Morin, quien manifiesta que reflexionar sobre la muerte es hacerlo sobre la vida misma.

Y yo, desde mi simple vistazo me interrogo si la vida no resulta acaso la mejor experiencia para darnos la posibilidad de ser quienes somos. Y mi vista no se nubla al saber que algún día yo también abrazaré la muerte a mi manera, como lo cantaba Frank Sinatra. A toda persona le llega en su momento. Reza el refrán que nadie muere la víspera. Y como tal debemos estar preparados a morir en cualquier momento porque la muerte dulce o  dolorosa nos puede sorprender, como en el caso de la famosa historia del visir de Samarcanda que le otorga el permiso a su súbdito de mudarse de ciudad por haber visto la muerte en el mercado y estar seguro que venía por él. Quiso burlarse y hacerle trampa al mudarse a otra ciudad y en el mercado a la misma hora que lo hizo el día anterior, curiosamente se topa de frente con ella. Lo que significa que nadie tiene escapatoria para la hora y lugar señalados. Casi nunca avisa. Se le conoce como traicionera y voraz. Por si las dudas, pienso desde mi simple elucubración de una mirada que ha logrado su independencia, que más vale tener las cuentas en regla por si de verdad existe un castigo o una recompensa en el mundo por venir. Nada se pierde con ser buena persona y tal vez se gane el gran edén, que puede ser vivenciado en nuestro planeta al saber que nuestras acciones reciben su merecido en el presente o quien quita que en el futuro también.

La mirada de Ulisas no alcanza a ver tan lejos… sólo descubre que el infierno, el purgatorio o el cielo están en este plano según el comportamiento de cada persona por ser una conducta netamente individual, que tarde que temprano obtiene lo merecido. Todo resulta una lección de vida, aún la muerte y los procesos vitales que nos llevan hacia ella. La senda de la existencia con sus consecuencias es nuestro verdadero camino. Y sólo se hace camino al andar como lo acota Machado en su verso.