¿Y qué va a pasar con nuestro dinero físico? ¿Con los presupuestos generales del estado? ¿Con la corrupción? ¿Con la Ocupación?
¿Lo vamos a permitir? ¿Nos vamos a dejar avasallar de esa manera? ¿Dejaremos que sean ellos “los bien pagaos” de aquí y los del parlamento europeo quienes dispongan de nuestra hacienda, de nuestros principios, e incluso de nuestros finales?
¿De provocar hasta la extenuación la arcada profunda que causan?
¿Qué nos controlen para “inocularse en nuestras vidas” y conocer lo que compramos o vendemos, o donamos, por más mínimo que sea?
¿En qué programa electoral se plasmó semejante ocurrencia de vigilancia financiera? ¿Quién les votó para esto?
¿Esa es la Europa maravillosa que nos iba a dar alas?
¿Una plasta amorfa que nos convierte en gusarapas, nos aniquila, nos esclaviza cada vez más?
¿Pero qué son los fantoches que la comandan? ¿Una segunda versión del Soviet?
¿Una resurrección de aquella revolución de 1917 que llevó a España hacia la dictadura?
Una ruptura con inspiración en la rusa de febrero/marzo de ese año, de republicanos, sindicalistas, nacionalistas catalanes y militares junteros, que se cargó el ejercicio de la Monarquía constitucional. ¿Estamos copiando lo ya vivido?
¿No será acaso por alguna extraña y oscura razón, que a nuestros prebostes no les interesa salir de la mediocridad? ¿Qué no quieren ocupar puestos decisivos en el concierto mundial?
Volviendo al dinero digital (finalmente todo quizás esté encadenado) ¿Quién se lo ha pedido? ¿Quiénes lo necesitan? ¿Por qué zona se pasan nuestra privacidad?
¡Vaya emplumado en el que se ha empeñado en meternos la pánfila de Ursulina y su orquesta de esperpentos como Christine Madeleine Odette Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (que fue puesta bajo investigación formal por fraude, algunas veces), y Teresa Ribera vicepresidenta primera y comisaria de Competencia de la Comisión Europea.
Inteligentísimas las tres, o a lo mejor, simplemente “listillas y oportunistas”.
Y hablando de emplumados, ¿dónde sitúan también a nuestras gallinas?
Lo de “Manda huevos” se puede convertir en “Demanda por los huevos”, que estaría muy de acuerdo para incluir en el nuevo diccionario no de sandeces, sino de Sancheces, que viene a ser lo mismo del ínclito y paráclito Número Uno (desbancar palabras y situar otras en su lugar para engañar a los tontos y a los ignorantes que desconocen el léxico). No hay “rearme”, hay salto tecnológico. No se trata de robar a los ciudadanos, se trata de “justicia social", o de “escudo social" , y no es “Maquiavélico sino responsable”.
Lo de las aves, es que resulta obligatorio registrarlas para el autoconsumo en España. No hacerlo se considera una infracción, con multas de entre 600 y 3.000 euros.
A partir de ahora comeremos identificados los huevos de la gallina Anacleta, o Mari Lily o Josefinita, más buenos y saludables por estar sus ponedoras “bautizadas”, o matriculadas o lo que sea, para añadir a lo de “tocar los h” a quien más y a quien menos.
Y en estas condiciones climáticas de huevos pasados por agua, nos proponen un kit de supervivencia, seguramente para acabar con las reservas de los supermercados y meternos más miedo en el cuerpo.
Un kit según Ursulina, pero en el diccionario de Sancheces seguro que aparece como “cestita de excursión”, o como canción popular de “aquí te espero comiendo un huevo de gallina registrada”.