Disquisiciones

Respeto por las decisiones judiciales

El fallo condenatorio de primera instancia proferido recientemente contra el expresidente colombiano Álvaro Uribe Vélez, causó polémica en diferentes sectores, con expresiones de apoyo de sus adeptos, la explosión de emociones con desconocimiento de aspectos legales, las críticas vanas contra el pronunciamiento judicial, la seguridad argumental para la impugnación, la esperada condena que responde a expectativas de las víctimas, y el respaldo a la decisión de la funcionaria que lo profirió. 

Un proceso que duró muchos años dadas las calidades del enjuiciado., donde la jueza debió afrontar en las últimas semanas, presión de algunos medios de comunicación que le escarbaron hasta asuntos propios de su intimidad, cuando la función judicial en la democracia es sagrada, deber ser independiente y autónoma, no pude obedecer a criterios partidistas, ni responder a satisfacciones de movimientos políticos, y menos recoger las tendencias de redes sociales o de los seguidores del procesado.   

Es obligación respetar el fallo, ante la inconformidad formular   impugnación contra el pronunciamiento, para que sea la instancia superior  el remedio contra la vulneración de las leyes o garantías formales del juicio, y que eventualmente el más alto tribunal judicial determine un examen calificado de la valoración probatoria y decida.  

Asunto diferente, es que la justicia deba ser para todos, pronta, cumplida y ejemplarizante, particularmente en materias penales, y que éste caso particular perseguido por el tiempo, pueda dejar como unas hojas secas el espectáculo mediático que produjo el fallo debatido.   

¿Por qué un amplio sector ataca a la funcionaria judicial y su pronunciamiento condenatorio? La Jueza hizo gala del decoro que representa la judicatura, porque está segura que su pronunciamiento se expresa bajo tres valores: razón, derecho y justicia. 

Sobre este aspecto, una cita de Santiago Sentís Melendo dice “– De modo que ¿hay que creer en la mujer? Y le responde con fervor desbordante: -¡Hay que creer! Porque el desventurado que no crea en la mujer, ¿a dónde irá a buscar el reposo del alma?”

Es que la toga representa dignidad y encarna la manifestación del espíritu judicial. En el verdadero jurista la rectitud de la conciencia es más importante que el tesoro de los conocimientos. Hay que ser bueno, firme, prudente, ilustrado, y tener bagaje sobre las pruebas que procesalmente determina el derecho.

En desarrollo de normas constitucionales, legales y procesales, es vital la fundamentación del fallo frente al papel de imparcialidad, objetividad y coherencia. Lo cierto es que la sentencia, dentro del análisis sereno de representativos juristas obedece a derecho, independiente de la óptica emocional donde abundan los calificativos impropios contra la Jueza.    

Se debe exaltar los grandes ideales de justicia, libertad y democracia, con la luz de la verdad que asoma siempre. La función de impartir justicia no es un comité de aplausos, ni el veredicto se toma bajo criterios de popularidad y respaldo social, pero no se desconoce a la opinión pública como juez de jueces y que la memoria es un verdadero “tribunal de última instancia”