¿Cómo sería la música que ilustrara una noche de verano en Madrid? ¿La podríamos considerar incidental, programática o folclórica? Parece que esto último fue lo que pretendió el compositor ruso Mikhail Glinka (1804-1857) cuando la compuso. Él, que es el padre del nacionalismo musical ruso, encontraba sin duda similitudes entre el alma rusa y la española y se vino una época a vivir con nosotros para inspirarse. Estuvo viviendo en Valladolid, Burgos y Madrid donde encontró la inspiración para la citada obra ‘madrileña’ y para ‘Jota aragonesa’.
Les recomiendo que escuchen estas dos breves Oberturas porque las reconocerán inmediatamente, las han escuchado en películas, documentales y anuncios, siempre ilustrando un ambiente español. El uso de las castañuelas y el aire de la jota son dos pistas muy claras que encuentra el oyente para identificarlo con nuestro folklore. Sin embargo, la pieza dedicada a Madrid tiene una difícil identificación con la ciudad, también se la conoce como ‘Recuerdos de Castilla’ también poco identificable, lo más que llegaría un espectador avezado es a que le recordara lo español, en genérico. Esta música la utilizó cincuenta años más tarde el compositor español Gerónimo Giménez para su Intermedio de ‘Las Bodas de Luis Alonso’, que es realmente lo que reconocemos, no la obra de Glinka. Es legendaria la interpretación de este Intermedio por Lucero Tena a las castañuelas.
Mucho después, cuando Falla escribió sus obras de ‘nacionalismo español’, donde alcanzó la sublimidad, se inspiró sin duda en la obra del compositor ruso. He tenido la oportunidad de estar de gira por Alemania con la ONE, como médico de la orquesta, y observar la emoción que transmiten las obras del músico gaditano en el público alemán. Algo tiene que haber.