A Volapié

Inflación, oro, y gobiernos irresponsables

Desde hace meses escucho a muchísimos comentaristas decir que hay que comprar oro, y cuando esto sucede, generalmente hay que sospechar, no vaya a ser que seamos los últimos en comprar antes del batacazo.

Estoy de acuerdo en que tener oro en cartera, ya sea físico o financiero, es muy buena idea desde hace tiempo. Esto es así porque la política monetaria y fiscal llevada a cabo desde al menos el 2008 por la mayor parte de los bancos centrales y gobiernos de Europa, Norteamérica, y el resto de la OCDE, está siendo tremendamente irresponsable y dañina. La apuesta radical por el estado y en contra del mercado, del sector privado, y de la libertad económica, se ha traducido en enormes déficits fiscales, la acumulación de una montaña de deuda pública gigantesca, y desde hace cinco años, en una muy elevada inflación acumulada. 

Los banqueros centrales han sacrificado su independencia y han decidido actuar concertadamente con sus gobiernos en contra del interés general hasta el punto de que podemos hablar de colusión. Digo esto porque contraviniendo sus funciones, entre la cuales la principal es controlar la inflación, han apoyado insensatamente a los gobiernos que han decidido vivir permanentemente muy por encima de sus posibilidades llegando a poner en peligro la solvencia de los estados y la viabilidad y estabilidad de nuestras sociedades. Francia, Italia, España, EE.UU y muchos otros se tambalean bajo el peso de la deuda pública.

Los banqueros centrales se han dedicado a aumentar la base monetaria imprimiendo dinero en enormes cantidades, dinero cuyo destino ha sido comprar la deuda pública emitida por esos gobiernos irresponsables y avariciosos. Esto debería ser ilegal pero no lo es porque favorece las malas prácticas de los políticos. Cuando la cantidad de dinero crece mucho más rápido que la economía el resultado inevitable es una inflación acumulada desbocada como la que padecemos desde el 2020. 

La inflación es la pérdida del poder adquisitivo del dinero y se llama también el impuesto a los pobres porque son estos los que más la sufren. Los que tienen patrimonio, especialmente bienes inmobiliarios, acciones de buenas empresas, bitcoin, y oro, están protegidos puesto que estos activos aumentan de valor y contrarrestan la inflación. 

Nuestros gobernantes no han dudado en castigar a sus ciudadanos con el impuesto a los pobres con la inestimable ayuda de los bancos centrales. Lo han hecho porque creen que gastando absurdamente por encima de los ingresos estatales y regalando ingentes cantidades dinero, prebendas, y privilegios, sus probabilidades de mantenerse en el poder son mayores, y también porque, dado que se niegan a implementar políticas fiscales sanas, la única forma de tratar de digerir el exceso de deuda estatal es provocar una notable inflación a costa del empobrecimiento de la población.

Dicho de otro modo, nuestros políticos sacrifican nuestra prosperidad para asegurar la suya y la de sus queridos burócratas y demás satélites.

Una forma de protegerse contra la inflación es comprar oro pues a medida que el poder de compra de la moneda se reduce, el metal dorado sube de valor. El oro es pues una cobertura contra la inflación y las malas políticas que nos imponen políticos sin escrúpulos. Como parece que nada va a cambiar y que nuestros gobiernos van a seguir gastando mucho más de lo que deben, que la deuda pública va a seguir creciendo, y que la abusiva impresión de moneda por parte de los bancos centrales no va a parar, es bastante probable que el oro siga subiendo a medio y largo plazo. En cuanto al corto plazo tengo dudas. 

Los banqueros centrales son unos grandes hipócritas porque a la vez que destruyen el valor de la moneda y de nuestros ahorros, están comprando oro a manos llenas. Las reservas de oro de los principales bancos centrales del mundo son más grandes que nunca y cada año compran más. Así se protegen de sí mismos y de los gobernantes a los que apoyan maliciosamente. Como la oferta de oro es escasa y crece lentamente, la fuerte presión de la demanda hace que los precios suban inevitablemente.

El que tenga oro en su cartera de inversiones ha hecho bien sus deberes. El que no lo haya hecho debería buscar el momento para adquirirlo, ya sea oro físico o financiero o ambos. La cuestión es, ¿se debe comprar a estos precios? .

El oro está alcista desde el año 2000, a pesar de una corrección del 40% entre el 2011 y el 2015. Desde entonces no ha parado de subir, con sus lógicas fluctuaciones. Dicho esto, si analizamos un gráfico mensual del oro podemos ver una gran sobrecompra y siempre que esto sucede las probabilidades de una corrección notable son elevadas. El optimismo alcista de los últimos meses, el que se hable tanto del oro recomendando su compra, refuerza la tesis de que es momento de esperar a una corrección para invertir. 

También se observan señales en los principales indicadores semanales de pérdida de fuerza alcista y de riesgo de corrección. Personalmente creo que hay que esperar a que se produzca una corrección del precio que podría ir del 10% al 20% aproximadamente. Ese sería el momento de comprar de nuevo. 

Otra opción es dividir el capital destinado al oro en 4, 6 u 8, dependiendo de la cuantía, y ejecutar compras cada 2 o 3 meses, sea cual sea el precio en ese momento. Si por el camino se produjera una caída del 10% o más, deberíamos aprovecharla. Cada uno tiene que diseñar su propia estrategia de inversión.

En cualquier caso, las probabilidades de que el oro siga subiendo los próximos 5 o 10 años me parecen elevadas por todo lo comentado anteriormente.