México, por primera vez en su historia, elegirá a los integrantes del Poder Judicial de la Federación: desde los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (el máximo tribunal del país), hasta los magistrados de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, así como los magistrados del Tribunal de Disciplina Judicial y muchos otros cargos menores.
Aunque no considero que esta sea la mejor forma de seleccionar a los integrantes del Poder Judicial, comparto con otros juristas y estudiosos del derecho que, en la realidad actual, no queda más opción que salir a votar por los perfiles más preparados. A esto se suma el hecho de que las reglas para los candidatos han sido verdaderamente injustas: ellos deben costear su propia promoción y enfrentan múltiples restricciones para darse a conocer (no pueden pagar publicidad en radio ni televisión).
Entre las mujeres candidatas destacan varias ministras en funciones que buscan reelegirse: Yazmín Esquivel Mossa (acusada públicamente de plagiar tanto su tesis de licenciatura como la de doctorado), Loretta Ortiz Ahlf y Lenia Batres Guadarrama. Otra figura relevante es Marisela Morales Ibáñez, a quien conocí en el marco de un caso que involucraba a un militar de renombre apellidado Dahuahare. En mi experiencia, es una persona déspota, mal hablada y plenamente consciente de haber integrado una carpeta de investigación contra un inocente, solo por acatar órdenes del entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa. Sin embargo, no todo está perdido: entre las favoritas también figura Ana María Ibarra Olguín, quien cuenta con más de 80 publicaciones, una maestría y un doctorado en Washington, además de un reconocimiento del gobierno de Estados Unidos por su labor como juzgadora.
En cuanto a los candidatos hombres a ministro, encabeza las encuestas César Mario Gutiérrez Priego, cuyo padre fue vinculado con el narcotraficante conocido como “El Señor de los Cielos”. También destaca Hugo Aguilar Ortiz, quien ha centrado su campaña en un acercamiento a los pueblos indígenas. Otro contendiente es Arístides Rodrigo Guerrero García, a quien tengo el gusto de conocer personalmente: es una persona muy preparada, con maestría y doctorado por la UNAM, que ha ganado notoriedad por su estilo accesible y jovial al dirigirse al electorado. Finalmente, uno de los aspirantes más fuertes es el abogado Carlos Enrique Odriozola Mariscal, aunque ha sido señalado en medios por haber sido sancionado por la Barra Mexicana de Abogados debido a conductas antiéticas.
Respecto a los demás cargos, algunos de ellos de gran relevancia, como el de magistrado del Tribunal de Disciplina Judicial —que será responsable de investigar y sancionar prácticas contrarias a la Constitución cometidas por jueces y magistrados—, no existen encuestas claras sobre quiénes son los candidatos con más apoyo. No obstante, hay perfiles sumamente preparados, como el del juez José Artemio Zúñiga Mendoza, quien busca ocupar uno de estos lugares.
Para bien o para mal, el país cambiará a partir del 1 de junio. Nosotros, como ciudadanos, tenemos la opción y la obligación, de votar por los mejores perfiles y no permitir que se vulnere la justicia. Aunque la ciudadanía está profundamente desencantada con este proceso, los resultados que surjan de él podrían marcar una transformación que afectará a México durante décadas.