Ars Gratia Artis

Maruja Mallo y Alberto Fernández "Mezquita". La relación que truncó el exilio

Maruja Mallo y Alberto Fernández “Mezquita”, periodista de ideología troskista, perteneciente al POUM y nacido en la villa ourensana de A Mezquita, en 1899, mantenían una relación sentimental en los meses previos al estallido de la guerra civil. El encuentro entre ellos se produciría al frecuentar círculos artísticos y literarios comunes en Madrid, donde él desempeñaba labores sindicales en el Gremio de Ferroviarios. Juntos se involucraron en los programas de las Misiones Pedagógicas que se estaban desarrollando en ese tiempo en Galicia, dirigidos por el escritor Rafael Dieste. “Mezquita” era primo hermano del periodista Felipe Fernández Armesto “Augusto Assía”; se relacionaba con Eugenio Granell y era uno de los impulsores de la revista de poesía PAN (Poetas Andantes y Navegantes) que dirigía Otero Espasandín.  Granell había conocido a Maruja y a “ Mezquita” en Madrid y los datos que fijan la amistad entre “Mezquita”, Luis Huici, Fernández Mazas y Rafael Dieste se reflejan en algunas cartas del archivo epistolar de los descendientes de Luis Huici, el sastre que reunía a sus amigos artistas en su taller situado en el edificio del Banco Pastor en el Cantón Pequeño de A Coruña. La información que arrojan esas misivas manifiesta la cercanía de “Mezquita” con el pintor Cándido Fernández Mazas al que ayudaba en la gestión y venta de su obra. 

En el verano del 36 Maruja Mallo y Alberto Fernández acuden a la localidad pontevedresa de Bueu y se integran en el grupo de intelectuales que acostumbran a veranear en la villa marinera; entre ellos se encuentran el escritor venezolano Rómulo Gallegos y el dibujante e ilustrador Federico Ribas, amigo de los conserveros Massó para los que había hecho carteles publicitarios; en ese entorno, el fotógrafo Xosé Suárez prepara en aquellos días la documentación para el film “Mariñeiros”.

Maruja Mallo en su estudio de Buenos Aires
Maruja Mallo en su estudio de Buenos Aires

El comienzo de la guerra corta bruscamente la tranquilidad de aquellos días y ante los dramáticos sucesos, especialmente cruentos en la zona, se impone la necesidad de buscar refugio y de salir del país cuanto antes. Por medio de una carta de Maruja Mallo (6 de diciembre de 1936), dirigida a Raúl González Tuñón se desprende que por esas fechas ya había realizado gestiones para salir de España y esperaba ansiosamente el momento de partida, aunque habían surgido dificultades relacionadas con el embarque. En el texto da cuenta de la llegada de noticias de Buenos Aires y alude a la invitación cursada por la Asociación de Amigos del Arte, firmada por Elena Sansinena de Elizalde, con la propuesta de “urgente exposición”. El cablegrama de 29 de noviembre, será el principal reclamo para el viaje.

Alberto Fernández Mezquita
Alberto Fernández Mezquita

Maruja y Alberto desean marchar juntos; cruzan la frontera de Galicia a Portugal, con el objetivo de llegar a Lisboa, donde les esperaba y daría soporte, Gabriela Mistral, en aquellos meses cónsul de Chile en la capital. Los planes se truncan, y a pesar de que ella puede embarcar  rumbo a Buenos Aires, su compañero no podrá cumplir con el propósito; será detenido, encarcelado y condenado a muerte; conmutará la pena gracias a la intercesión de Felipe Fernández Armesto y de Carlos Gurméndez.

En los primeros años de estancia de la pintora en la capital argentina, la pareja mantuvo algún contacto como lo demuestra la carta que ella envía al diplomático y escritor Eduardo Dieste, fechada el 5 de julio de 1939. Por medio de esa misiva que revela el nuevo domicilio de Mallo en el edificio  2861 de la Avenida Santa Fé, se conocen algunos detalles acerca de la situación de Alberto Fernández “Mezquita”.

En esas líneas confiesa haber recibido una carta del propio Alberto por medio del Dr. Bastos y muestra su interés en ayudarle.

“Vd ya sabe que hasta ahora yo he hecho todo lo que he podido para que Alberto saliese de Galicia. Vd sabe que se interesaron diplomáticos residentes en Portugal y que le enviaron ochocientos pesos argentinos, en aquella fecha, 1937, pues en aquel momento funcionaban organizaciones que hoy están en otras actividades y parte de la Embajada de España, donde residía, ya no está en nuestro poder. Como hoy no puedo hacer nada absolutamente en lo que a él se refiere y por otra parte en esta carta le nombra a vd. le ruego que hagan lo que puedan desde Uruguay. Pues aquí, además de estar cerrada la inmigración, no me responsabilizo de la situación económica”.

En la parte final del texto, sugiere a Dieste que escriba al Dr. Bastos y al cónsul de Uruguay en Vigo, que entonces era José María Perelló, con el fin de buscar una solución. Asimismo le indica que contacte con Pablo Neruda, entonces cónsul de Chile en París, encargado de solventar las cuestiones de los refugiados. Le expresa que podrá comunicarse con Alberto Fernández dirigiéndose al Consulado de Uruguay. Perelló estaba desarrollando en aquellas fechas una importante labor humanitaria desde Vigo, facilitando documentación a los perseguidos para que pudiesen salir del país. 

Finalmente, Alberto Fernández se instalará en la década de los cuarenta en Venezuela protegido por Rómulo Gallegos del que fue Secretario de Prensa durante su etapa de Presidente de la República. En 1948, a raíz del golpe de estado que derroca a Gallegos se traslada a Cuba y a principios de los años sesenta a Belgrado con el objeto de desempeñar  labores semi-diplomáticas  en la Embajada de Venezuela, como él mismo define en las cartas que guardan sus familiares; contaba entonces con la plena confianza del embajador de Venezuela en Yugoslavia Simón Alberto Consalvi. No hay constancia de que Maruja Mallo y Alberto Fernández “Mezquita”, volvieran a encontrarse. Él estuvo en España, en dos ocasiones pero retornó a Caracas, en donde falleció en el año, 1968.