Prisma Internacional

Los últimos españoles: los Sefardíes de Sarajevo

Las primeras noticias de la comunidad judía de origen sefardí de Sarajevo datan del año 1551, en que tenemos documentada una lápida de ese fecha en el cementerio judío local, aunque en los archivos otomanos quedó registrado que en el año 1541 había 34 judíos en la ciudad dedicados a la medicina, la farmacia, la artesanía y el comercio. En esos mismos archivos se documenta que en 1571 se autorizó a los judíos cavar un pozo de agua junto al bazar turco y construir más viviendas, lo que indicaría que la comunidad estaba creciendo, constituyendo ya una organización llamada “El Cortijo”.

La mayor parte de estos judíos eran sefardíes que habían huido de España, principalmente de Castilla y Aragón, y que fueron bien recibidos en los territorios otomanos de Bosnia y Herzegovina, Macedonia y Tracia y otras zonas de Europa bajo control otomano, como Bulgaria y Rumania.  Los judíos del Imperio Otomano comenzaron a llegar en grandes cantidades en el siglo XVI, estableciéndose principalmente en Sarajevo, aunque había otras comunidades relativamente importantes en en Mostar y en algunas ciudades de la costa croata, como Split y Dubrovnik. 

Una próspera Comunidad Sefardí en el corazón de Los Balcanes 

Sin embargo, pese a la lápida de 1551, la fecha real de la presencia de las comunidades judías en Bosnia seguramente data de tiempos más remotos, tal como queda atestiguado por los restos de una sinagoga romana o bizantina que se encontraron en el pueblo de Dabravine, cerca de Zenica. 

La comunidad judía prosperó en Bosnia, conviviendo con sus vecinos bosnios musulmanes, y la capital bosnia se acabó convirtiendo en uno de los mayores centros europeos para el judaísmo sefardí junto con Salónica en los Balcanes. Los judíos en el Imperio Otomano recibían, en general, un buen trato y eran reconocidos legalmente como no musulmanes.

Esas buenas condiciones de vida bajo dominio otomano provocaron la integración, expansión y crecimiento económico de la comunidad, tal como nos explica el escritor Dzevad Karahasan en su Diario de un Exodo: “La afluencia de judíos a la ciudad se sintió de forma inmediata, no solo por las nuevas lenguas, las nuevas costumbres y las nuevas gentes, sino por la capacidad de los nuevos sarajevitas de trabajar y obtener beneficios, enriquecerse y construir casas para sí y una ciudad para todos”.

El Imperio Austro Húngaro ocupó Bosnia y Herzegovina, a merced de lo acordado en el Tratado de Berlín, en 1878, y trajo consigo una inyección de capital, empresas y métodos europeos. Muchos judíos asquenazíes, profesionales y cultos, llegaron con los austrohúngaros y convivieron pacíficamente con los bosnios musulmanes, los católicos croatas y los serbios ortodoxos en la ciudad. Los judíos sefardíes continuaron dedicándose a sus actividades tradicionales, principalmente al comercio exterior y la artesanía. 

De la primera Guerra Mundial al Holocausto 

La Primera Guerra Mundial supuso el colapso del Imperio Austro-Húngaro y, tras la guerra, Bosnia y Herzegovina se incorporó al Reino de Yugoslavia. En el censo de 1921, el ladino era la lengua materna de 10.000 de los 70.000 habitantes de Sarajevo. Para 1926, había 13.000 judíos en Bosnia y Herzegovina, según censos de la época. 

La Segunda Guerra Mundial estallaría el 1 de septiembre de 1939, con el ataque de la Alemania nazi a Polonia. Después, en 1941, sería ocupada Yugoslavia. Como en otras partes de Europa, los nazis, con sus aliados croatas, comenzarían la caza al judío y miles morirían tras ser deportados en los campos de la muerte, como el tristemente conocido de Jasenovac. Antes de la guerra vivían en Sarajevo unos doce mil judíos de los que apenas sobrevivieron unos setecientos. 

La Comunidad después de 1945 

En 1945, justo después de la contienda mundial, había algo menos de 1.000 judíos  en Sarajevo, cifra que decaería a aproximadamente a entre 400 y 700 como máximo en 1960, debido a una oleada migratoria provocada por el nacimiento del Estado de Israel, el establecimiento de un régimen comunista en Yugoslavia y razones económicas. En 1960, la sinagoga sefardí fue convertida en el Museo de la Historia de los judíos de Bosnia y Herzegovina y desde entonces solamente está activa la askenazí.

Durante la guerra civil bosnia (1992-1995), un nuevo éxodo de los judíos se produjo hacia Israel y otros países, coincidiendo, por paradojas del destino con la celebración del quinto centenario de la expulsión de los sefardíes de España, aunque quedaron unos 500 judíos soportando el asedio y sitio de Sarajevo. La comunidad judía ayudaba a judíos y no judíos, a través de la asociación de La Benevolencia, convirtiéndose en esos momentos críticos en la única organización multiétnica de toda Bosnia, ya que en sus entregas de ayudad no distinguía entre serbios, croatas y bosnios. 

No tenemos datos oficiales sobre el número de judíos que viven ahora en Sarajevo, aunque los de toda Bosnia no superan el millar de miembros como mucho. Wikipedia, que no siempre es una fuente muy fiable, asegura en sus páginas que “en 1997, la población judía de Bosnia y Herzegovina era de 600 personas, de las cuales aproximadamente la mitad vivía en Sarajevo”. Creo que esos datos, algo menos de tres centenares de judíos viviendo hoy en Sarajevo, se ajustan más a la realidad que los de otras fuentes. En lo que respecta a la lengua, el ladino o judeoespañol, se ha ido perdiendo  y apenas ya quedan hablantes de la misma.