Durante años, muchos advertimos que Alberto Núñez Feijóo no era lo que aparentaba.
Para quienes confiaron en él como dique de contención frente al "sanchismo", ha resultado ser una decepción monumental. Su liderazgo no sólo ha estado marcado por la ambigüedad ideológica, sino por una serie de escándalos, connivencias y decisiones políticas que lo alejan claramente del ideario conservador y de cualquier proyecto serio de regeneración democrática.
Para empezar, es de dominio público que Feijóo reconoció haber votado al Psoe, en el pasado. ¿Cómo puede alguien con ese historial liderar un partido que se dice de centroderecha? Su defensa habitual es que lo hizo “en otra época”. Pero la trayectoria de Feijóo no muestra evolución, sino continuidad en su cercanía con el establishment progresista. Feijoo, es ese tipo que no sabemos lo que piensa. No sabemos si sube o baja. Él va de moderado; de hombre de Estado. De lobo con piel de oveja.
Su amistad con el narcotraficante Marcial Dorado, de la que existen fotografías en yates y viajes, es uno de los episodios más oscuros de su pasado. Aunque él ha intentado minimizar este hecho, la realidad es que dicha relación se mantuvo incluso cuando Dorado ya estaba siendo investigado por narcotráfico. ¿Negligencia? ¿Connivencia? El beneficio de la duda hace mucho que se agotó, y poco a poco, nos enseña la patita aunque todavía son muchos los inocentes peligrosos que aducen: "Que no puede hacer más de lo que hace".
Más grave aún fue su etapa como presidente de la Xunta de Galicia. Bajo su mandato, se adjudicaron contratos millonarios sin concurso público al Grupo Eulen, donde trabaja su hermana, Micaela Núñez Feijóo, como directora. El nepotismo no acaba ahí: familiares directos de altos cargos del PP gallego fueron beneficiados con puestos de libre designación en organismos públicos. Un sistema clientelar impropio de quien presume de honradez y transparencia.
Otro escándalo silenciado por la mayoría de los medios afines al PP es el del hermano de Eva Cárdenas, pareja de Feijóo, que obtuvo en 2022 un contrato con el Servicio Gallego de Salud (Sergas) por más de 4 millones de euros, a pesar de haber presentado la oferta más cara. ¿Qué tipo de gestión es esta, sino la de un político que utiliza el poder para favorecer a los suyos?
Y no olvidemos el litigio por la finca en Moaña, adquirida por Cárdenas en una zona protegida por la Ley de Costas. A día de hoy, se acumulan denuncias urbanísticas y hay movimientos ciudadanos pidiendo que se le declare “persona non grata” en el municipio, pero curiosamente, la causa permanece congelada. Silencio cómplice.
Por si fuera poco, Feijóo ha mostrado una clara deriva ideológica hacia posiciones que agradan más a la izquierda nacionalista que a los votantes conservadores. El PP, bajo su liderazgo, ha votado junto a Bildu a favor de subvencionar con dinero público a empresas que impongan el euskera en la FP Dual en Álava ¿Hacen falta más pruebas de su cinismo viéndole votar con Bildu?
En Bruselas, tampoco ha tenido empacho en alinearse con la izquierda globalista, votando a favor de prohibir los motores de combustión en 2035, una medida que condenará a muerte la industria automotriz tradicional, penalizando gravemente a las clases medias y trabajadoras. ¿Qué hizo el PP de Feijóo? Rechazó la propuesta de Vox de retrasar esta decisión. ¿Dónde queda la defensa del empleo español? ¿De verdad que los peperos necesitan muchas mas demostraciones para llegar a creer que éste individuo es lo peor que le puede pasar al PP?
Pero las cesiones al Psoe, van mucho más allá de la política autonómica o europea. En los últimos dos años, el PP ha apoyado al Gobierno en votaciones clave, entre ellas:
La reforma exprés del artículo 49 de la Constitución, para sustituir el término “disminuido” por “persona con discapacidad”. Aunque el gesto buscaba ser simbólico, se evitó el referéndum y se abrió la puerta a nuevas reformas constitucionales por la vía exprés. El único partido que se opuso fue Vox.
La reforma del Estatuto de Castilla-La Mancha, que permite ampliar el número de diputados regionales de 33 a 55, aumentando el gasto político con el beneplácito de Psoe y PP. Un dato revelador: Feijóo ha coincidido con el Psoe en el 42% de las votaciones del Congreso ¿Qué clase de oposición es esa?
Mientras el sanchismo ejecuta sin oposición su proyecto de ingeniería institucional, blindando a fiscales, medios y jueces a su medida, Feijóo ha sido incapaz de articular una verdadera resistencia. ¿Dónde estaba cuando se aprobaban leyes liberticidas? ¿Dónde estaba mientras se compraba la voluntad de minorías para mantenerse en el poder a cualquier precio? ¿Dónde está ahora que se normaliza la impunidad de los golpistas?
La conclusión es clara: Feijóo no es un líder de derechas, ni un opositor real. Es un producto del sistema, útil para contener y diluir cualquier intento de regeneración auténtica desde posiciones conservadoras, porque él solo busca la consolidación de la República gallega para seguir amañando lo suyo. Feijoo es conservador pero solo para él, para el resto, es un socialista encubierto en un partido de derechas.
Más que una alternativa, ha sido un freno a la esperanza de millones de españoles que buscan una ruptura con el modelo corrupto y decadente que nos trajo hasta aquí.
Su tiempo está contado, y esperemos que siguiendonordenes de Sanchez, no intente cargarse a Ayuso, lo cuál seria el final de éste pajaro (como llama Sanchez a Robles). Pero lo trágico es que, cuando finalmente caiga, habrá sido demasiado tarde.
Mientras tanto, Pedro Sánchez consolida su hegemonía, transforma España en una “nación de naciones”, y prepara el camino hacia un régimen de apariencia democrática pero fondo autoritario. Y todo, con Feijóo como silencioso complice colaborador.
Quienes piensen que habrá elecciones en el 27, están muy equivocados, porque si Sánchez las convoca se, cosa muy remota, será solo y exclusivamente porque tiene los resortes para ganarlas, y eso a Feijoo le favorece para irse a Galicia, antes que vivir el tormento de gobernar un país de degenerados políticos y sufrir el desgaste de ser descubierto como Marlaska.