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Lenguas nativas con grafías alfabéticas del español antiguo en Bolivia

Previamente es oportuno hacer un breve recorrido por el origen de las lenguas románicas que se extendió por toda Europa como herencia y resultado de la expansión del imperio romano con su lengua materna. A la caída de éste, el latín se afianzó en el sur de Europa convirtiéndose, (a través de los años) en lo que hoy conocemos como lenguas romances identificando al español, francés e italiano…entre otras.

La historia lingüista, a través de investigaciones de sus eruditos, nos demuestra que entre el 200 a.C. y el 400 a.C. aproximadamente, se dieron diferentes formas del latín prosaico y que fue entre el 500 y 600 a.C. que estas formas comenzaron a distinguirse entre sí para, a partir del 800, ser reconocidas como lenguas romances.

En la actualidad, se afirma que las lenguas romances evolucionaron del latín prosaico, ya que sus atributos comunes se deben a que prácticamente todas, o en su mayoría, tienen sus mismos rasgo identificándolas  por agrupaciones, como es el caso del español junto al asturleonés, gallego y portugués que formarían parte del Iberoromántico; todas estas lenguas repartidas por el mundo a través de migraciones, conquistas y colonizaciones puesto que, como toda lengua romana evolucionada del latín, vendrían a ser consideradas una rama indoeuropea de lenguas relacionadas entre sí de manera morfológica y fonética. Se conoce que, a la fecha existirían más de veinte, de las cuales seis serían de uso general entre varios millones de habitantes del mundo actual y algunas otras estarían interfectas o en vías de extinción u olvido.

Específicamente y respecto a Bolivia, cuyo actual Estado Plurinacional del montado “Socialismo Comunitario” pretende deslindar a nuestra población de todo colonialismo decretando el uso prioritario de lenguas nativas no vinculadas al idioma de los conquistadores; por su importancia, debo redundar en el hecho de que dentro de las lenguas nativas identificadas en Bolivia, alrededor de 16 lenguas amazónicas cuentan con escritura propia gracias al aporte de grafías alfabéticas del español antiguo aunque al igual que el quechua y aymara no conlleven relación con las lenguas romances de Europa que al derivar del latín se convirtieron en lenguas flexivas. El quechua por ejemplo, y según estudiosos, tiene orígenes muy distintos, de naturaleza y morfología disímil por ser lengua aglutinante. La escritora Melita del Carpio asevera que el quechua, por el carácter expansivo y hegemónico que le dio el incario, fue una lengua madre de otras lenguas y dialectos, al igual que el aymara que también es aglutinante. Sin embargo, y al respecto, coincido en que también sería cuestionable que, si tanto el quechua como el aymara habrían asimilado grafías alfabéticas, sonidos y hasta palabras del español antiguo y que, aunque como lenguas originarias de América no cumplirían con la condición de lenguas romance; le correspondería a algún experto lingüista aclarar si han evolucionado lo suficiente como para considerar una mutación similar a las de las diferentes formas del latín vulgar que se dieron entre el 200 al 400ª.C. Podría explicarse que, según del Carpio, el quechua y el aymara serían lenguas ágrafas, ya que si tuvieron escritura propia previa a la conquista no se la conoce y es la lingüística del conquistador español la que les proporcionó un código escrito con grafías alfabéticas del español antiguo, evolucionando de manera conjunta hasta hoy en día, aunque con agudas diferencias de escritura entre el quechua ecuatoriano, peruano o boliviano; hecho innegable para una gran mayoría, pero a la vez, inaceptable para pueblos originarios que por su ignorancia o manipulación rechazan y condenan los más de 500 años de coloniaje en el Alto y Bajo Perú. A pesar de lo enunciado y todas estas características, más el hecho de que no se reconocen al quechua ni aymara como idiomas romance, éstos mantienen su estructura y persisten como lenguas aglutinantes. Sin embargo, no se puede negar que la interacción y contacto con el reino de España y los españoles, durante y después de la conquista, ha aportado y enriquecido ambas lenguas ampliando su vocabulario. Además de haber facilitado grafía de sonidos y hasta palabras, estas inclusiones hicieron posible una comunicación escrita.

La lingüista Julieta Zurita, bilingüe de cuna quechua-español, docente de la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba y dedicada al estudio e investigación de lenguas nativas nos aclara que: de las sesenta y tres lenguas identificadas en todo el territorio boliviano, solamente dieciséis a dieciocho lenguas amazónicas tienen identificada una escritura propia, como por ejemplo el guarochiri, que contiene en su escritura caracteres del alfabeto español antiguo atribuidos a la colonización religiosa a través de los monjes jesuitas catequistas, quienes se asentaron en el oriente boliviano estimulando a los nativos a producir literatura así como partituras musicales para violín e instrumentos de percusión originarios; partituras que el tiempo escondió a las nuevas generaciones y que en la actualidad, declaradas patrimonio cultural, con aportes de privados se rescatan y ponen en vigencia a través de la orquesta filarmónica de la Chiquitanía.

A la fecha, el idioma castellano sigue sufriendo un proceso de evolución en su estructura alfabética admitido por la Real Academia de la Lengua Española y que por ende, repercute también en las lenguas nativas. Según Zurita, en décadas pasadas, Bolivia atravesó un quiebre en la relación intergeneracional que significó un retroceso y abandono a la interculturalidad de nuestras etnias versus los español parlantes, quienes arrinconaron y depusieron las lenguas nativas al emplear el idioma español como lengua oficial desplazando al quechua. No hay que ignorar que el quechua, antes de la conquista española fue la lengua oficial impuesta por el incario a lo largo y ancho de territorios invadidos, extirpando con violencia las lenguas nativas a las etnias y señoríos sometidos, muchas de ellas llegando a desaparecer. A pesar de todo y tanto Bolivia, hoy en día, se encuentra en un amplio proceso de revitalización y recuperación de sus lenguas nativas; lamentablemente, evadiendo o desconociendo el hecho de que la lingüística del conquistador español haya facilitado las grafías alfabéticas del español antiguo posibilitando la escritura, en especial al quechua y aymara como lenguas maternas de un considerable número de pobladores del área occidental de Bolivia. Manifiesta Zurita que la actual producción literaria así como textos de estudio en el idioma quechua y aymara se va incrementando debido a que el Estado Plurinacional de Bolivia decreta que universitarios y estudiantes tienen la obligación de dominar por lo menos una de nuestras lenguas nativas también de forma escrita, siendo requisito indispensable para los ciudadanos que trabajan en la administración pública. Sin embargo y a mi criterio, esta imposición no logrará erradicar la lengua española de nuestro territorio, al menos no en los próximos cien años, ya que todo intento de forzar una lengua nativa como idioma oficial dentro de un Estado Plurinacional y multilingüe solo será un Joint Venture político partidario…simplemente será un intento sin resultado alguno para quienes compartimos el mismo techo y hemos construido nuestra institucionalidad como estado democrático fortaleciendo la inclusión e integración de nuestros pueblos. 

Me cuestiono: ¿Qué hubiera sucedido de no haber contribuido el idioma español de los conquistadores con las grafías alfabéticas del español antiguo?; ¿acaso no fueron éstas las que facilitaron la escritura del quechua y aymara entre otras lenguas nativas…? Es inapropiado olvidar que la lengua española también fue enriquecida por el idioma árabe durante los ochocientos años de dominio e invasión, sería una anomalía pretender que no hubiese sucedido lo mismo en territorios del Nuevo Mundo conquistados y habitados por los españoles durante quinientos años.

 Así como el idioma español va asimilando un nuevo vocablo proveniente de lenguas originarias de naciones suramericanas, territorios del Nuevo Mundo adoptan palabras españolas en sus expresiones enriqueciendo sus lenguas nativas; palabras que con el transcurso del tiempo las aceptamos como parte de nuestro lenguaje oral y escrito sin perder nuestra identidad como ciudadanos. El mundo actual aprecia y conserva el patrimonio histórico y cultural que dejó la sapiencia árabe después de ochocientos años de su permanencia en el reino de España y esto, debiera aplicarse también en territorio boliviano en lugar de persistir en la utopía de borrar quinientos años de nuestra historia colonialista. Gracias a las grafías alfabéticas del español antiguo, nuestra historia de los 500 años de conquista y colonialismo también fue escrita en lenguas nativas, cuyos repositorios documentales se custodian en sus respectivos catastros de origen, así como también en el Archivo General de Indias creado en 1785 .

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