Prisma Internacional

El circo colombiano

Colombia celebra el próximo año elecciones generales y presidenciales y ya hay más de 75 candidatos en medio de mucho ruido y confusión y pocas propuestas para un país cansado de esperar en la cola de la historia.

El circo colombiano se anima cuando apenas quedan unos meses para las elecciones parlamentarias y algo menos de un año para las presidenciales. Los sondeos señalan que una vedette del perfomance, Vicky Davila, y un candidato internado en la UCI después de ser tiroteado, Miguel Uribe -mis deseos por su pronta recuperación-, lideran las encuestas. Luego les siguen, no a mucha distancia, el  fallido ex funcionario de la administración del actual presidente, Gustavo Bolívar, y Sergio Fajardo, un candidato del que nunca se supo si es de izquierdas o de derechas. O de todo lo contrario. Con Fajardo ocurre como en una novela de Ray Loriga que comienza así: era un hombre que no sabía si era una sirena o una mujer. Qué dilema.

Tras ellos, en este circo interminable y de poco contenido, le sigue el imputado, corrupto e inepto ex alcalde de Medellín, Daniel Quintero, alías pinturita, y la que ha sido la peor alcaldesa de Bogotá en toda su historia, la infumable cotorra Claudia López -¿por qué no te callas un rato, preciosura?-, cuya verborrea es incapaz de producir un par de frases inteligibles, en una elocuencia oral que recuerda mucho a la de nuestra Yolanda Diaz, que siempre confunde el deseo de lo que quiere decir con la estrepitosa realidad de su incuestionable vacuidad.

Sin ánimo de recorrer toda la farragosa lista de esta fauna, hay que destacar también en la misma a la senadora María José Pizarro, una izquierdista simpatizante de varias organizaciones terroristas cuyo padre perteneció a la guerrilla, el chaquetero profesional, que no ha trabajado en su vida en nada,  Juan Manuel Galán, y el eterno candidato presidencial Germán Vargas, conocido por ser el autor de sonoros tortazos a varios miembros de su equipo de seguridad y por su verbo fácil, farragoso y estentóreo, pero hueco de contenidos e ideas válidas más allá de las propuestas genéricas cargadas de buenas intenciones  al uso tan propias de estas tierras.

Personajes grotescos y enanos intelectuales

Luego a gran distancia hay varios personajes grotescos, como sacados de un sainete o una pantomima de mal gusto, como la sobreactuada candidata de la derecha local María Fernanda Cabal, cuyas poses en X abrazando hasta las farolas para ganar votos o  sus disparatadas propuestas sacadas del libro gordo de Petete hacen revolcarse de las tumbas a los muertos.Y qué decir del abogado con pinta de chulo de barrio Abelardo de la Espriella,  cuya vestimenta se sitúa entre un yuppie hortera sacado de Primark y esos macarras de discoteca engominados de los años ochenta. Elegir entre la Cabal y Espriella, por mucho que ambos pretendan ser los salvadores de la derecha patria, es como elegir entre el cáncer y el sida. Para cortarse las venas o, como dicen mi tierra, para mear y no echar gota. 

Si ya el panorama local andaba bastante animado, sobre todo tras las revelaciones del ex canciller colombiano Alvaro Leyva sobre las borracheras, defecaciones galácticas -sí, tal cual- y estrambóticos gustos del presidente de la República, Gustavo Petro, ahora se le han venido a unir las intervenciones de algunos ex presidentes tan funestos en su gestión como algunos precandidatos en su deambular político. El hombre que entregó al país a los terroristas de las FARC e incluso les premió con curules en el Senado, Juan Manuel Santos, se atreve ahora a despotricar contra Petro, al que él mismo aupó a la máxima magistratura del Estado y del cual fue su mentor ideológico en ese viaje hacia ninguna parte llamado la “paz total”.

También para animar el espectáculo apareció el ex presidente Iván Duque, que no tiene ideología porque durante su mandato abrazó todas y ninguna, en un arriesgado juego de malabarismo que si no fuera tragicómico por sus aciagos resultados le hubiera permitido ocupar un puesto en el museo del patetismo nacional. Hombre simple donde los haya y amigo de sus amigos para ofrecerles prebendas, dádivas, embajadas, consulados, ministerios y cargos, ahora luce de intelectual, e incluso escribe libros, da consejos de estadista (¿?) y funge de gran consejero  para todos aquellos ilusos que escuchan a este gran maestro de  la nadería profesional, pese a que dice haber estado estudiando en Oxford y lucir otras ínfulas que no vienen al caso muy al estilo de lo que acá se estila.

Por no hablar del ex presidente financiado por el narcotráfico Ernesto Samper, quien nos deleitó en estos días con sus mugidos, resoplidos y gruñidos, pero que dejó para otra ocasión porque los mismos son tan ruines como prolijos, muy en su estilo de pistolero de los bajos fondos izquierdosos, y darían para otra nota aparte. Menos mal que en medio de tanta mediocridad y bajeza espiritual, sin que el barco parezca arribar a un buen puerto donde descansar en medio de una borrasca interminable, solamente la larga sombra del ex presidente Alvaro Uribe, el hombre que transformó Colombia y la devolvió a la modernidad tras la larga noche oscura y tenebrosa de Pastrana, parece confortarnos y darnos alguna esperanza. Sus palabras, cargadas de sabiduría, inteligencia y sentido común, resuenan como un trueno en medio de esta tormenta en la que todavía no se presagia que tras la tempestad siempre llega la calma.