Alcazaba

Diarios y novelas en IA

“En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda…” Contó Cervantes al inicio de “Don Quijote”.

“Una costumbre que había reanudado don Fabrizio, ya serenado, era la lectura por la tarde. En otoño, después del rosario, como era demasiado oscuro para salir, la familia se reunía en torno a la chimenea esperando la hora de la cena, y el príncipe, de pie, leía a los suyos las entregas de una novela moderna, y trascendía digna benevolencia por cada uno de sus poros…”, narraba Giuseppe Tomasi, príncipe de Lampedusa en su novela El Gatopardo.

Por su parte, José Saramago nos dice al inicio de la Historia del Cerco de Lisboa: “Dijo el corrector, Sí, el nombre de este signo es deleátur, se usa cuando necesitamos suprimir y borrar, la misma palabra lo dice, y tanto vale para letras sueltas como para palabras completas. Me recuerda una serpiente que se hubiera arrepentido en el momento de morderse la cola…”

“En tiempos de la dominación española y durante muchos años después, la ciudad de Sulaco-la exuberante belleza de sus naranjales es testimonio de su antigüedad- no había tenido nunca más importancia comercial que la de un puerto de cabotaje con un tráfico local de cierta entidad en añil y pieles de buey…” Es Joseph Conrad, en el primer capítulo de “Nostromo”.

Sinceramente, creo que estas breves pero gloriosas letras, no podrán ser reemplazadas por Inteligencia Artificial, pues quienes las pergeñaron refrendaron cada sílaba con sus propias vidas, existencias que no es posible reemplazar con tecnología.

Así las cosas, pienso que no vale la pena firmar cartas dirigidas a editoriales, como lo acaban de hacer 70 escritores. En un tono que es más de protesta y rechazo, se dirigieron a Penguin Random House, Harper Collins, Simon & Schuster, Hachette Book Group, Macmillan y otras.

De acuerdo con la National Public Radio: “Su principal exigencia es que las editoriales nunca publiquen libros creados por máquinas. Resolver el problema de cuándo usar IA, si es que se usa, junto con el temor a ser reemplazados por ella, es un desafío que enfrentan decenas de industrias”.

“En su nivel más simple, nuestra labor como artistas es responder a la experiencia humana. Pero el arte que creamos es una mercancía, y nuestro mundo quiere cosas rápidas, baratas y a la carta. Nos dirigimos hacia un futuro donde nuestras novelas, biografías, poemas y memorias —nuestros registros de la experiencia humana— están «escritos» por modelos de inteligencia artificial que, por definición, no pueden saber qué es ser humano. Sangrar, morir de hambre o amar", escribieron los autores en su carta.

Ya los guionistas de Hollywood se sumaron hace unos días a esta protesta, ante la posibilidad de quedarse sin empleo.

Pero, si ahí llueve, en el mundo periodístico no escampa. El diario italiano “Il Foglio” -la hoja o el periódico es su traducción a español- acaba de imprimir un diario hecho totalmente con inteligencia artificial.

Su director, Claudio Cerasa, dice que esta edición “de prueba”, permitirá conocer la opinión de los lectores. Las noticias están escritas sin autor conocido y aparecen “no exentas de ironía…”

Llegó el momento tantas veces ficcionado, la robótica vs. la inteligencia humana.