La ética de la diversidad –en Colombia, “blanqueada” por intelectuales y políticos desde el siglo XIX, con el inefable y conservador Miguel Antonio Caro a la cabeza (o sin ella), el narrador José María Samper, y más tarde en el siglo XX por el Ministro de Educación Luis López de Mesa, entre otros, avanza en la consciencia constructora de nación, nación de exclusiones de lo indígena y lo afro, como también de las realidades históricas del mestizaje.

El arribo de Francia Márquez a la vicepresidencia (y así mismo al Ministerio de la igualdad y la equidad) del país, es un hecho significativo en la vida política y cultural del país.
Mujer, y afrocolombiana, consolidando caminos hacia una ética de la diversidad, una utopía alcanzable y realizable.
Francia Márquez es –desde ya--, en su proceso vital un símbolo y como símbolo (del latín symbolum, forma de exteriorizar un pensamiento o medio de expresión), raizal y nacional. Magnífico: alguien que posibilita unir lazos y crear subjetividades e intersubjetividades: una transformación en tiempos republicanos y democráticos de la cultura colombiana, hasta ayer centrada en la llamada o denominada <<raza blanca>>, para acceder a un pluralismo en cuanto a la aceptación del Otro en sus diferencias.
En tanto ministra de la igualdad y equidad, denostada por visiones clasistas y derechistas –tradicionales, sectarias, obsoletas y poco inteligentes--, significaría una era de igualdades futuras, más allá de las realizaciones burocráticas del mismo Ministerio, acertadas o equivocadas (el Ministerio en cuestión está en vías de construcción).
Criticada –sin razón o con ella— por, precisamente, pocas inversiones presupuestales o ejecución de obras, Francia ha trazado una luminosa y prodigiosa línea de horizonte para este país desmemoriado, racista y de injusticias sociales seculares.
Esa línea de horizonte y de pensamiento, y su ética de la diversidad y la igualdad, en el encuentro creativo de las diferencias y en las posibilidades fundantes de justicia, equidad (en los desarrollos económicos, como también en los bienes culturales), educación, comunicación y la paz (al parecer tan lejana como imposible).
Porque un <<Ministerio de la igualdad y equidad>> es el de la posible (sí, utópica pero deseable) justicia social.
Quemante en las manos y en los pensamientos políticos, se propone valores de solidaridad –en el país de los egoísmos y la negación del Otro—versus la insularidad (gran parte de la obra narrativa de García Márquez se estructura sobre estos dos polos semánticos y semióticos).
Aquí el meollo del desarrollo de Colombia –más allá del desgobierno actual: consiste en advenir a una << medida común>> para los cincuenta millones de colombianos.
Y Francia Márquez, enraizada en una región del Suroccidente –el Departamento del Cauca--, hoy por hoy en guerra fratricida, misma del narcotráfico: ese oro blanco que consumen todas las naciones del orbe, y que destruye este y todo orden social.
Francia Márquez sabe de injusticias o desigualdades sociales… las ha vivido pero su capacidad de resiliencia le ha posibilitado construir-se en medio de la intolerancia (a su color, a su situación económica personal y familiar) y en la violencia.
Y acceder a un Ministerio creado por su pensamiento progresista –vetado, digámoslo, ignominiosamente—para, ética y futuristamente, abrir caminos que conduzcan a la igualdad y equidad sociales.
País de la pobreza (más del 30 % de los habitantes la sobreviven) y la miseria (7 % y mucho más la padecen), Colombia desea esa utopía – horizonte – y símbolo.
En guerra –desde hace más de sesenta años--, el país podría pensarse Otro, diverso e igualitario.
Más allá de dogmatismos –de izquierda o derecha--, la línea de horizonte de la igualdad y equidad (oportunidades para todos), el proceso ético de la diversidad en un país mestizo posibilitaría lo inalcanzado y aún innombrado. Y estas igualdad y equidad serían la base para la paz y el final de la guerra fundamentada en una producción y economía mafiosas.
Francia Márquez es ese símbolo de verdadera y duradera paz en la igualdad y equidad: un futuro significativo, otra geopolítica colombiana y también hispanoamericana