La mirada global

Orgullo de ser

Tras las intensas lluvias de mayo ha llegado el cálido y seco verano. El tiempo del Orgullo LGTB. Durante estos días se celebra por todo el mundo la relevancia de ser, sin importar orientaciones sexuales y/o afectivas. Se conmemora la libertad de poder ser tratado de la misma forma que el resto de ciudadanos, te acuestes o te enamores de quien tú decidas. Muestres las formas de comunicarte que desees. Sientas lo que sientas.

Llegamos al Orgullo de 2025 con unos datos que hacen tiritar. Las agresiones a personas de la comunidad arcoiris aumentan en España y Europa, sin obviar, además, que todavía existen demasiados países que nos discriminan, agreden, encarcelan e incluso asesinan. El que les habla conoció su homosexualidad en la infancia, pero no fue hasta bien entrada la adultez cuando consiguió aceptarse públicamente. Hoy soy un hombre libre, sin miedos, pero siguen existiendo millones de personas que no pueden o no se sienten capaces de aceptarse como son. Hombres y mujeres aterrados ante la mera posibilidad de ser descubiertos, interna o externamente, sin filtros artificiales y con verdad.

Son justo estos momentos de reivindicación cuando vuelven a escucharse comentarios anacrónicos que merecen, no una respuesta agresiva situada al nivel del ignorante de turno, sino razonamientos documentados, amparados en la ley, que todos, seamos o no minoría, debemos tener claros. ¿Por qué seguimos exigiendo en las calles? Porque la mayoría de países en el mundo continúan sin mostrar un blindaje legal a nuestro ser ante el ataque indiscriminado de sociedades homófobas enardecidas. ¿Por qué no hay un día del orgullo hetero? Porque los heterosexuales no se exponen a ser discriminados, insultados o agredidos por el simple hecho de expresarse, amar o tener sexo en libertad. ¿Es necesario un revuelo político festivo en las calles? Sí. Porque mostrarnos al mundo libremente requiere de un terremoto, una bomba colorida, ruidosa y muy visible, tras años armarizados, que deslumbre a los que todavía cierran los ojos ante esta a todas luces desgraciada injusticia ¿Y las etiquetas? ¿Son necesarias? En un mundo ideal no harían falta, pero lo cierto es que para encontrarnos, sentir el calor de gente similar a nosotros y proteger nuestro yo, resulta esencial todavía hoy identificar simbologías y caracteres propios que abran mentes aún encerradas, quien sabe si por miedo, en el credo preponderante. 

No buscamos ser diferentes porque nadie es igual. Tampoco tolerados porque no somos un ingrediente a desechar. Perseguimos tan sólo un respeto cívico que logre que ojalá un día no sea necesario llenar las calles para defender cada vida mutilada por un sistema heteropatriarcal que inunda todas las esferas sociales. Un modelo que nos arrasa a nosotros, integrantes del universo arcoiris, pero que también persigue a las mujeres y constriñe a los propios hombres cis hetero, sometiéndoles a catequesis de genero que impiden su desarrollo natural y sano como personas sensibles, diversas y reconocidas igual que sus pares.

No luchamos contra nadie. Queremos más bien desarrollar sociedades que reconozcan la variedad, que convivan con la diferencia y que puedan avanzar, sin pisar a nadie, y aprovechando el talento y las particularidades comunes para crecer y evolucionar. No venimos a enturbiar. Tampoco a dividir. Menos aún a enfrentar. Sí a sumar. Querido lector, sea como sea, piense como piense, le emplazo al menos a reflexionar juntos en torno a estas jornadas multicolor. Feliz Orgullo.