Desde el fin del mundo, en el extremo sur de Sudamérica, sigo con interés lo que sucede en España. Aunque la objetividad de TVE no existe, es la alternativa que tengo para informarme. Como descendiente de españoles, y por mantener vínculos estrechos con la Madre Patria, sigo el desarrollo de la política española, de su economía y sus deportes.
Soy hincha del Betis, dirigido por el ingeniero Pellegrini, chileno como yo. Pero hay algo que llama la atención a la distancia. Me refiero a la cobertura permanente y en mi opinión exagerada, del caso Rubiales. Teniendo España tantas urgencias y desafíos importantes, dedicarle largos espacios en televisión a un tema, de verdad insignificante, parece un contrasentido.
En paralelo, nos enteramos del ingreso a España de miles de ilegales desde África, de la eterna teleserie de Puigdemont y de los cien eventos organizados para recordar sucesos de hace 50 años que dividen a los ciudadanos. Debemos agregar la irracional idea de reducir una vez más la jornada laboral, propuesta a todas luces negativa para España y los españoles.
Desde países que hablamos el mismo idioma, profesamos la misma fe y tenemos una cultura similar, esperamos más de España. Lo que suceda en España, se replica en Chile, aunque con alguna demora. Ojalá que los logros de España nos puedan servir de ejemplo en el “nuevo mundo”. Percibo que el nivel general se deteriora, salvo en algunas comunidades bien gobernadas. Queremos seguir admirando a España y casos como el “Rubiales”, solo nos llevan a cambiar de señal. Un humilde llamado a levantar la vista y a mirar al futuro. La unidad de España se ve frágil, la bandera de España no flamea en toda la península y la lengua española es coartada por separatistas. Tenéis un gran monarca, una gran historia y un gran futuro. Vuestro éxito está en vuestras manos.