¿Saben las cámaras la verdad?

Analizando la visión cosmopolita de Martha C. Nussbaum en los tiempos de la guerra de Ucrania y la Guerra Palestina-Israel: ¿Insuficiente para los problemas de carácter global?

Junto a Amartya Sen, Martha C. Nussbaum es una de las desarrolladoras del Enfoque de las Capacidades. De hecho, su teoría presenta algunas diferencias con la del pensador indio. El enfoque tal como lo presenta la autora estadounidense, es toda una revisión de algunas de las teorías principales, clásicas y contemporáneas, del contrato social (Nussbaumm,2007). Cimentado sobre la idea de igual dignidad humana (y animal) y en la idea de florecimiento aristotélica-marxiana, el enfoque se presenta como una alternativa clara a las teorías de entre otros, Rawls, solucionando alguno de sus problemas claves (ibid.), y sirviendo como guía orientativa de a lo que una nación debe aspirar, en buena medida, como hacen hoy en día los Derechos Humanos. De hecho, esta tradición se cimienta como una alternativa a estos en la búsqueda de una ley moral global que oriente las legislaciones nacionales y los debates, movimientos y foros trasnacionales.

Lo que me interesa a mí en esta columna es el desarrollo de esta teoría de las capacidades en relación con la tradición cosmopolita: aquella tradición que piensa el mundo como una patria común de todos, y la ciudadanía como un bien universal. 

En su último libro, La tradición cosmopolita, Nussbaum hace un repaso por esta tradición, centrándose en su vertiente estoica-ciceroniana, así como completándola con los desarrollos de Hugo Grocio y Adam Smith; sumergiéndose así, y defendiendo algunas de sus principales tesis, pero también poniendo en dialogo a estos autores, para solucionar algunos de los problemas que presentaba la original teoría estoica-ciceroniana (Nussbaum,2020). 

Iremos por partes: primero expondremos las características de la tradición cosmopolita estoico-ciceroniana a modo de introducción a la materia; posteriormente, analizaremos los problemas que plantea esta tradición; posteriormente, veremos cómo Hugo Grocio y Adam Smith tienen algo que decir para solucionar alguno de estos problemas; y, por último, veremos como la autora actualiza esta tradición, aplicándole algunas de las nociones de su enfoque de las capacidades. Y por último veremos como el enfoque de las capacidades reformula los Derechos Humanos.

La síntesis estoica-ciceroniana, tal como la plantea la autora, basaría el cosmopolitismo en la igualdad del género humano basada en una igual dignidad humana, cimentada esta, sobre la idea de una capacidad común para la elección racional, el autodominio, y en definitiva, la capacidad para la deliberación moral –algo que como veremos en otro artículos no coincide del todo con la visión del sujeto de inconsciente lacaniano; concibiendo, a la manera kantiana, pero que ya está en Cicerón, de que las personas son siempre un fin y nunca un medio. Este es un requerimiento que como veremos después plantea serios problemas para la inclusión en la teoría de la ciudadanía de los animales humanos y de las personas con alguna deficiencia.

Exponiendo el argumento, para Cicerón existiría una doble comunidad, en la que nacemos y vivimos, y otra. la comunidad de aspiración humana que nos provee de una obligación moral, que sienta un deber regulativo para con los otros de todo el mundo (Nusbaum,2020:86). Como después defiende la autora, todos tenemos un deber moral hacia los demás, que se promueve a través de los deberes particulares con las comunidades a las que pertenecemos, y estas, con su pertenencia a un mundo de comunidades globales.

La dignidad que defiende Cicerón y los estoicos sería una dignidad no jerárquica (Nussbaum,2020:12) que igualaría a todo al género humano en base a una misma ley moral y unas consecuentes derechos y obligaciones globales. Para los estoicos esta dignidad seria independiente de los azares de la fortuna y de los bienes materiales (ibid.:15). 

Es aquí donde se inicia la primera discordia o critica de la autora a la tradición, siempre, para mejorarla. Habría en la obra de Cicerón, en continuidad con las tesis estoicas, una bifurcación, que después se extiende a toda la tradición, entre deberes de justicia, o los deberes en resumen, de no causar daño a nadie a no ser que haya cometido una injusticia en las esfera internacional y la guerra (p.35), y lo mismo para el respeto a la propiedad privada y lo bienes comunales, y los deberes de ayuda material (p.41) o los deberes con aquellas personas de la ciudadanía cosmopolita, que se encuentra en una situación calamitosa y requerirían de ayuda de otras naciones o ciudades en el caso de Cicerón. 

El problema reside, en que al aceptar Cicerón la tesis estoica de que la dignidad es independiente de los bienes de la fortuna y los bienes materias, el autor romano, concebirá, por tanto, que si que hay un deber fuerte de respetar los deberes de no agresión y captación de la propiedad, pero en cuanto a ayudar a otros con recursos, dirá, que el deber es más endeble y no tan necesario. Si la dignidad solo depende de uno mismo, la pobreza o la falta de educación, siguiendo la tesis estoico-ciceroniana, no afectará a la misma. 

Es aquí donde Nussbaum se descuelga de la tradición y ofrece una serie de argumento para contradecir esta tesis: en primer lugar, muestra, como los deberes de justicia, también dependen de circunstancias ajenas al sujeto: mantener la seguridad de una población y su no agresión por otros, requiere de unos recursos militares y estatales (p.47); en línea con esto último, los deberes de justicia también son deberes materiales, pues requieren de recursos para su ejecución. Por tanto, Nussbaum defiende en su enfoque la defensa de los dos tipos de deberes, señalando, que todos poseemos tres tipos de capacidades esenciales para el florecimiento, y el desarrollo de la dignidad humana (p.104): en primer lugar, las capacidades básicas o internas; las capacidades que requieren de un desarrollo; y las capacidades combinadas, aquellas anteriores, que requieren de las condiciones externas para su desarrollo. 

Defender la necesidad de deberes de justicia y material, en síntesis para la autora, requiere, tanto de poder ser por ejemplo racional, pero también de ser libre de condicionamientos externos e internos, como la esclavitud o alguna demencia, así como la ausencia de pobreza y una adecuada educación (factores combinados para el desarrollo), es decir, requiere de poder desarrollar las tres capacidades o su combinación, algo que los estoicos sería demasiado, porque para ellos, por ejemplo, alguien podría tener dignidad y florecer con el solo hecho de poseer una libertad interna de conciencia, aun siendo esclavo o pobre. Así lo defienden autores como Epicteto.

En síntesis, el enfoque de las capacidades se preocupa por promover a escala mundial, y por tanto, deudor de la tradición cosmopolita, una igual dignidad humana y un florecimiento basada tanto en las necesidades de justicia como materiales.

Hugo Grocio y Adam Smith por su parte, harán otras aportaciones a la tradición.

El primero de ellos Hugo Grocio, tubo la virtud, de crear una imagen alternativa a la idea de Hobbes de una sociedad internacional anárquica dominada por la violencia y los intereses de los diferentes estados; para Grocio, en lo internacional, reina una ley moral a la que cada individuo es a la vez dador y recibidor de deberes y derechos (p.121). Para Grocio en la esfera internacional, habría dos tipos de derechos, el positivo, o real, el que reina en cada país, y el natural, o la ley moral, aquella ley que orienta y debe orientar el derecho positivo. Es una manera de enfocar el derecho internacional, que posteriormente influirá a la autora en su concepción de los derechos humanos, para ella, como para Grocio con el derecho natural, los derechos humanos no obligarían legislativamente, pero sí que influirían en el derecho y en los diferentes foros y organizaciones internacionales, dirigiendo el mundo hacia orientaciones comunes y cosmopolitas, pero siempre respetando el pluralismo de los diferentes Estados, y sus formas particulares y tradiciones, a la hora de legislar. Esto va en línea, con el respeto que confieren los dos autores, Hugo y Martha, hacia la soberanía nacional, como fuente de la autonomía y la independencia de los ciudadanos. Para ambos autores, la unidad de obligación legal y moral son los Estados-Nación, pero estos, se ven, como decimos orientados por una ley moral o unos derechos humanos o por las capacidades en el caso de Nussbaum, que deben conducir a las diferentes naciones, al igual respeto de la dignidad y el florecimiento humanos.

Por otra parte, con su concepción de los de la tierra como bien común de todos, y las demandas derivadas de la necesidad, Hugo Grocio, deja en su obra un puente abierto a la posibilidad de ayudad materiales entre estados (p,142), aunque no desarrolla suficientemente el cómo de esta ayudas y organizaciones.

Por su parte, Adam Smith, que era un gran conocer y seguidor de los postulados estoicos, influirá en la autora y en la tradición, argumentando que la dignidad y el desarrollo humanos precisan de elementos externos como una educación universal y el para desarrollarse (p.176).

Nussbaum intenta en su libro, como vemos mejorar la tradición cosmopolita. En este sentido observa tres problemas principales para su buen funcionamiento teórico, y, para poder coincidir con la tradición cosmopolita. En primer lugar, el ya comentado: aquel que señala lo indeseable de la bifurcación Ciceroniana entre deberes de ayuda material y deberes de justicia. Como ya decimos, esta distinción, que llega hasta nuestros días en la forma de dividir los derechos humanos, de primera generación (o formales), y los de segunda generación (o asociados a los elementos materiales), sería a juicio de la autora, contraria a un correcto y verdadero desarrollo de las capacidades que permiten un buen florecimiento y dignidad humana. 

El segundo problema corresponde a la idea de que la tradición estoica es muy exigente al basar la igualdad de la dignidad humana en exigencias de una capacidad moral racional y un autodominio consciente. Esto dejaría fuera de la capacidad para ser dignos a los seres humanos con alguna discapacidad o a los animales humanos, además de ser una visión contraria al sujeto del inconsciente tal como la plantea Lacan.  La autora defiende, para subsanar este problema, el basar la dignidad en otras cualidades, como la igualdad vulnerabilidad, la igual sintiencia, etc. 

Otro problema que plantea la tradición estoica, que Cicerón subsana bien, es aquel que corresponde, a que cuando los estoicos, como Marco Aurelio, defiende el desligarse de circunstancias ajenas, también defiende el dejar de lado los apegos para con los otros; lo que dificulta la defensa de la necesidad de emociones hacia la familia, amigos, o la comunidad o república, en los que basar ese amor más global hacia la humanidad. Como vimos, Cicerón defendía lo necesario de los afectos hacia la comunidad, tanto local, como al género humano, como un paso necesario para luego defender una ley moral, o una comunidad global de deberes hacía los otros.

Como ya apuntamos anteriormente, para Martha Nussbaum, siguiendo la estela de Hugo Grocio, la ley moral global, el derecho natural que nos une como una comunidad de un mismo género, se distingue de la legislación efectiva o positiva de los diferentes Estados. Para ambos autores, la fuente de la autonomía personal y la responsabilidad legal es la nación, pero esto, no nos devuelve a la idea Hobessiana de una comunidad internacional anárquica, a la forma de un estado de naturaleza global dominado por la guerra el caos. Por el contrario, ambos autores defienden unas obligaciones morales, que basadas sobre la idea de dignidad humana, orienten el derecho positivo de las diferentes naciones. La nación para ellos es de donde emana en ultima estancia todos los requerimientos legales. Ni los derechos humanos, ni el enfoque de las capacidades puede obligar legislativamente, pero si que son una orientación, un horizonte normativo, al que toda comunidad humana y animal debe aspirar, y que puede servir como base para fundamentar nuevas leyes, constituciones o requerimientos. Así mismo, estos enfoques, tanto el de los derechos humanos como el de las capacidades, sirven para elevar las discusiones de los foros internacionales, para fundamentar movimientos sociales, y para, en definitiva, crear una ley moral, como ley que rige en una comunidad de aspiración humana global.

En síntesis, y a diferencia de otros autores, que defiende un gobierno mundial, una federación mundial, o unos derechos humanos que, si que sean efectivos legislativamente, Nussbaum, por el contrario, respeta estas opciones, pero considera, que tanto su enfoque como el de los derechos humanos, solo debe servir como una recta orientación hacia la paz y la ayuda material entre naciones, interconectadas, pero autónomas, y sujeto ellas de la autonomía y la responsabilidad legislativa.

Nos queda la duda de si problemas de tal magnitud como el cambio climático, la desigualdad, pobreza mundial o la regulación de las inteligencias artificiales por poner un ejemplo, podrán resolverse con indicaciones orientadores y con la ausencia de un gobierno que asegurara una cierta planificación, centralización y visión a largo plazo, y una capacidad sancionadora. 

La historia geopolítica nos indica cómo aunque nunca ha habido un gobierno mundial, sí que se han ido sucediendo diferentes imperios hegemónicos ya sean por expansión militar o comercial que han conducido con su política a la sociedad internacional. La postura de Nussbaum es además previa al aceleramiento del conflicto Ucrania-Rusia, o al conflicto entre Israel y Palestina, que muchos observan como el inicio de un cambio de imperio a través de una gran guerra, ya sea bélica o comercial, entre los países de la OTAN y los países BRICS, Irán o Libano. Entonces, ¿estaríamos ante una posición teórica solida pero endeble a la hora de llevarla a la práctica y de solucionar los problemas reales? Requiriendo estos una solución, más dura y más antropocéntrica como defiende Zizek, pues si el ser humano es el origen de todos los problemas que afectan a la tierra, ¿no podría -y siendo esto un gran sueño probablemente irrealizable por la tendencia autodestructiva, o pulsional de muerte, en términos de Freud- ser también su solución? Los posibles escenarios que se nos ocurren son los siguientes: 1) Colapso por guerra atómica; 2) Victoria de alguno de los dos bloques imperiales y totalitarismo ecoverde por parte de uno de los dos bloques sobre el otro; 3) Construcción de una federación mundial democrática y pacifista. ¿Qué cual deseo? La 3 evidentemente ¿Qué cual creo que ocurrirá? La 2 probablemente. El tiempo lo dirá.

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