En el siglo XIX, Juan Antonio Pérez Bonalde, reconocido poeta venezolano, escribió el sublime poema “Vuelta a la patria”, del cual hemos extraído unos versos que retratan su regreso a las costas de Venezuela:
“Hay algo en esos rayos brilladores
que juegan por la atmósfera azulada,
que me habla de ternuras y de amores
de una dicha pasada,
y el viento al suspirar entre las cuerdas,
parece que me dice: «¿no te acuerdas?».
Ese cielo, ese mar, esos cocales,
ese monte que dora
el sol de las regiones tropicales…
¡Luz, luz al fin! Los reconozco ahora:
son ellos, son los mismos de mi infancia,
y esas playas que al sol del mediodía
brillan a la distancia,
¡oh, inefable alegría,
son las riberas de la patria mía!
Ya muerde el fondo de la mar hirviente
del ancla el férreo diente;
ya se acercan los botes desplegando
al aire puro y blando
la enseña tricolor del pueblo mío”.
Muchos venezolanos repartidos por el mundo comparten el deseo de volver a la patria y se identifican con este hermoso poema, que, a pesar de haberse escrito en el siglo XIX, sigue estando vigente. Fue precisamente esta obra la que inspiró a Ricardo Gil Otaiza, escritor y académico venezolano, a trazar los caminos de su segunda novela, “Una Línea Indecisa”, publicada en 1999 por Monte Ávila Editores y la Universidad de Los Andes. Más que una simple ficción histórica, esta obra es un homenaje íntimo y conmovedor a Juan Antonio Pérez Bonalde, una de las figuras más importantes de la lírica venezolana.
El primer contacto de Gil Otaiza con la obra de Pérez Bonalde ocurrió en su adolescencia, durante un evento escolar que marcaría su vida como escritor. Con la tarea de recitar un poema en clase, eligió “Vuelta a la Patria”, logrando conmover a su audiencia con lágrimas y aplausos. Este momento revelador lo llevó a explorar el universo melancólico del poeta, cuya vida estuvo marcada por el exilio y la tragedia, así como a descubrir a su hermana, Elodia Carolina Pérez Bonalde, guardiana de la memoria familiar. Desde entonces, Gil Otaiza se prometió escribir sobre esa historia llena de dolor y belleza.
Diecinueve años después, esa promesa se materializó en “Una Línea Indecisa”, tras una rigurosa investigación en la Biblioteca Nacional de Venezuela y largas tardes dedicadas a novelar las vidas de sus personajes históricos. Lejos de escribir una biografía convencional, el autor eligió darle voz a Elodia Carolina, quien, desde la soledad de su vejez, utiliza la memoria como refugio y narra el relato que hilvana la historia de su hermano.
El impacto de esta obra ha trascendido el tiempo, consolidándose como una referencia en la literatura venezolana. Con este libro, Gil Otaiza cumplió su juramento: honrar la memoria de Pérez Bonalde y dar a conocer la grandeza de una vida que, aunque marcada por el dolor, nunca dejó de aferrarse a la poesía y a la belleza del espíritu humano.
Ricardo Gil Otaiza, académico, novelista, poeta, cuentista y ensayista, también es científico. Graduado de Farmacéutico en la Universidad de Los Andes. Gil Otaiza nació el 8 de noviembre de 1961 en Mérida, Venezuela. Individuo de Número Sillón 5 de la Academia de Mérida , Profesor Titular jubilado de la Universidad de Los Andes, y Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Venezolana de la Lengua. Autor de más de 36 libros de diversos géneros, publica regularmente tres columnas en prensa: dos en el diario El Universal de Caracas (jueves y domingo) y una en el diario Frontera de Mérida (domingo). Actualmente reside en Tenerife, Islas Canarias.
Leer a Ricardo Gil Otaiza es adentrarse en una literatura que conecta la tradición clásica con la modernidad. Su obra incluye cuentos como: “Cuentos. Antología personal” (2010), novelas como “Sabía que era inmortal” (2017), ensayos como “En el Tintero” I y II, críticas literarias como “Los libros todavía estaban allí”, y una vasta producción periodística. Sin embargo, lo más conmovedor de su escritura es la capacidad de transportarnos de vuelta a nuestra tierra, a las playas, las montañas y a las tradiciones y costumbres venezolanas.
En su obra, la patria y su naturaleza, con su verde sanador, está siempre presente, sobretodo en sus herbolarios como “Herbolario tradicional venezolano” (2003, 2005, 2009) y “Plantas usuales en la medicina popular venezolana”, o en biografías como “Tulio Febres Cordero” (2007). Sus relatos evocan la Mérida de Venezuela, con sus mitos y leyendas, y nos invitan a redescubrir nuestra identidad.
Para los venezolanos que han emigrado, es un consuelo volver a la patria manteniendo vivas sus tradiciones, entre ellas la gastronomía —quesillos, tequeños, hallacas, arepas rellenas, cachapas, ponche crema, entre tantas delicias típicas—, el humor de sus cómicos y, por supuesto, su literatura. Escritores y poetas como Francisco Herrera Luque, Armando Rojas Guardia, Juan Carlos Mendez Guédez, Andrés Eloy Blanco, Teresa de la Parra, María Antonieta Florez, Rafael Cadenas y el propio Ricardo Gil Otaiza (solo por nombrar unos pocos dentro de muchos talentosos literatos de ayer y de hoy), nos ofrecen un puente que nos conecta con la esencia de nuestra cultura.
La literatura de Ricardo Gil Otaiza es, sin duda, una forma profunda y emotiva de regresar a la patria.