La mirada de Ulisas

¿Quién dijo...?

LA MIRADA DE ULISAS se pregunta ¿quién dijo que a los judíos del mundo no les dolió la situación en Gaza? Por supuesto que ese atisbo sabe lo mucho que pudo ser dolorosa y lamentable para los israelís de todo credo y para los judíos regados por el planeta la realidad, que no todos conocen o quieren conocer: el saber que los verdaderos culpables de dicha catástrofe fueron y siguen siendo los gobernantes de Hamás, terroristas que jamás tomaron en cuenta el malestar de su gente. Al contrario, hicieron de ello una narrativa que le convino a ciertos países para tener contentos a sus habitantes de origen musulmán (¡que no son pocos!) y al resto del mundo que se alía con causas que defienden a los más desfavorecidos. En este conflicto armado, se constató que el pueblo palestino en manos de Hamás padeció lo indecible. Las imágenes de sus sufrimientos fueron espantosas. Los túneles construidos con todas las ventajas para resguardar a los miembros de Hamás, nunca se dispusieron para el beneficio de la población civil dejada a la merced de una guerra, que Israel no propició. Desafortunadamente sus gobernantes no hicieron nada para proteger la vida de su pueblo. Al contrario, aprovecharon la sensibilidad occidental para mostrarlo indefenso y expuesto al horror causado por el enemigo. Con mayor vehemencia, llegando hasta hacer del drama algo más impactante con maquillajes extremos que producían una gigantesca incomodidad. Se dice que tenían montada una industria de estas falsedades, que resultaban propicias para su causa de sumar amigos de un cimiento sesgado, muchas veces fraudulento e incierto. Estas denuncias fueron reveladas, aunque poco tomadas en cuenta porque efectivamente una imagen vale más que mil palabras, como lo dijo el eslogan publicitario de origen norteamericano que se basa en la filosofía de otras culturas, como la oriental o aún la de Napoleón, quien resaltó el peso de lo visual. Paris Match le dio vida a un eslogan: “El peso de las palabras, el shock de las fotos”. Imagen bien conocida por ser de alto impacto. Hamás le interesa siempre poner a su colectividad como víctima y responsabilizar de sus males a Israel. Sabe de sobra que el mundo le dará apoyo al dolor de las personas indefensas como: los niños, las mujeres y los ancianos. No tiene el menor reparo en exponerlos de carne de cañón para favorecer su causa: donde implacablemente se condena a la Tierra Prometida. Esta verdad es bien conocida por los medios de comunicación que dan la información correcta, mientras otros menos serios o interesados en obtener beneficios modifican esta información. Difunden las imágenes entregadas por Hamás por ser de alta recordación y bien vendidas, aunque disten de la realidad. En la cultura de la muerte bien aceptada por Hamás, no tienen el menor reparo en hacer hincapié en mostrar escenas que revisten espectacularidad. Saben que lograrán adeptos y buenos fanáticos por una causa que se disfraza de verdad.  Además, se adhiere a un fin: inculcar a su gente que, gracias a sus héroes, que puede ser cualquiera que lleve en sus manos la sangre de un judío o un “infiel”, o aquel que no siga las leyes y fundamentos de Mahoma, sostienen que el cielo los recompensa con vírgenes a disposición de sus seguidores y partidarios. Todos los ciudadanos están invitados a convertirse en héroes del islam. Algo poco entendible para la mentalidad de Occidente o de Israel. Partes del mundo que abogan por la vida y por una democracia que impone respeto y tolerancia por la otredad. Inclusive las imágenes que Hamás mostró con alevosía el 7 de octubre, expuestas con innumerables barbaries, Israel mantuvo escrúpulos de no jugar con la sensibilidad de los familiares al usar esa arma para proteger su posición de defensa ante semejante horror. Son conceptos encontrados que muestran claramente la diferencia de ópticas y propuestas. Pero aún sabiendo de estas divergencias y de los excelentes resultados obtenidos en la opinión pública, Israel se rehúsa a jugar con el dolor de su gente para obtener prebendas. No responde a la óptica que se tiene de la vida, el respeto impone su medida. De ahí la discrepancia entre una cultura de la otra. Pero eso no significa que las muertes reales de niños, ancianos y mujeres palestinos no le afecten al judío, ya altamente conocedor del tormento. Por lo tanto, perceptivo y sensible ante el padecimiento ajeno. Se le vuelve propio al aprehender sus alcances.

Para la mirada de Ulisas debe quedar muy en claro ante la vista de toda persona que anhele hacerse a la verdad: que al judío y a todo israelí, les duele la muerte o las heridas de cualquier par. Forma parte de su cultura, ver al difunto con sentimiento de solidaridad con la familia y sus allegados al calcar una realidad que conoce de sobra: tan injustamente perseguido desde hace siglos con mentiras que según muchos toman el carácter de naturalidad. O sea que circulan de manera tan vehemente que se tornan verdad para muchos. Por ello, durante siglos fueron acusados de ser el pueblo que mató a Cristo, cuando con el tiempo se dilucidó esta mentira gracias a la palabra del Papa Benedicto XVI, quien se dio a la tarea de enseñar en su libro “Jesús de Nazaret” publicado en 1911 lo evidencia del escenario histórico, que durante siglos contradijo lo innegable. Divulgó ampliamente que Jesús había sido ejecutado por orden de los romanos, cultura ya inexistente, como muchas otras que dejaron huella en la Historia Universal. El papa Pablo VI oficializó en 1965 mediante el documento Nostra Aetate que los judíos no fueron los asesinos de Jesús.  En estos tiempos  de guerra el pueblo judío pasó de ser deicida a genocida, al sustituir una realidad por falacias que lo condenan injustamente. La sociedad judía jamás ha sido la responsable de la crucifixión de Jesús Cristo como tampoco es la responsable de las muertes de los palestinos en Gaza. Ciudadanos que jamás reciben protección de sus tiranos. Opresores que los exponen de tal modo que ya es sabido que sea una política que justifica los fines. Tarde que temprano los desafueros e infamias  caen por su propio peso. No tardará el mundo en reconocer su craso error después de haber proferido y avalado deslealtades y perjuicios.

La mirada de Ulisas se pregunta: ¿cómo se sentirán los embusteros por haber falseado un contexto que contradice la realidad? ¡Una odiosa situación que les debería avergonzar! Les deja la cara en el lodo y la deshonra esculpida en sus corazones.

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