En pleno 2025, la forma de hacer política ha cambiado radicalmente. Las redes sociales ya no son un complemento: son el escenario principal. México y España, dos países hermanados por el idioma e historia, están viviendo una transformación paralela. En ambos casos, el debate político, el activismo, la opinión pública y hasta las campañas electorales se han convertido en espectáculos digitales donde el meme y el video corto pesan tanto o incluso más del discurso formal.
México: campañas judiciales entre TikToks y memes
El caso mexicano es especialmente interesante este año. El próximo 1 de junio, el país votará para elegir a la mayoría del Poder Judicial de la Federación. Esto incluye a jueces, magistrados y hasta ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La novedad no es solo el hecho inédito de elegir a juzgadores por voto directo, sino las condiciones bajo las cuales se realiza la campaña: sin acceso a radio ni televisión, sin presupuesto asignado por el Estado, y con topes estrictos de gasto privado.
Ante este panorama, las redes sociales se han convertido en la única vía efectiva para llegar al electorado. Plataformas como TikTok, Instagram, Facebook y X (antes Twitter) se han transformado en las verdaderas plazas públicas, donde los candidatos se disputan la atención a base de creatividad, humor y presencia constante.
Los aspirantes se han dividido, grosso modo, en dos estrategias. Por un lado, aquellos que se han lanzado a recorrer el país incansablemente, con la idea de construir una base de apoyo local en cada rincón de la República. Por otro, quienes han optado por viralizarse mediante videos llamativos, ocurrencias y retos que los acerquen a los votantes más jóvenes. Esto ha generado críticas: ¿Cómo alguien que aspira a ser ministro de la Suprema Corte puede estar haciendo bailes o sketches? Sin embargo, en una campaña de apenas dos meses y con recursos limitados, estas formas de comunicación han demostrado ser efectivas.
Los votantes, acostumbrados al entretenimiento digital, parecen responder mejor a una historia breve y emocional que a una propuesta técnica. Lo paradójico es que cargos de alta responsabilidad y perfil técnico, como los de los juzgadores, están siendo decididos en buena parte por campañas hechas con filtros, canciones de moda y hashtags.
España: política de espectáculo
En España, el fenómeno no es tan radical, pero también es evidente. La política nacional lleva ya algunos años marcada por una intensa actividad digital. Partidos como Vox, Podemos o el PSOE han comprendido que el debate ya no ocurre solo en el Congreso ni en los medios tradicionales. Es en los "hilos virales", los memes y los videos editados con música donde se ganan (o pierden) simpatías.
Un ejemplo reciente fue la cobertura de las elecciones europeas y municipales, donde los candidatos de distintos partidos aprovecharon Instagram y TikTok para humanizar su imagen, presentar propuestas con lenguaje simple, o incluso polemizar de forma directa con sus adversarios. Uno de los más comentados fue un video de Yolanda Díaz, para explicar reformas laborales. El contenido fue criticado por algunos como frívolo, pero obtuvo millones de reproducciones.
Por su parte, figuras como Isabel Díaz Ayuso han dominado el arte de convertir declaraciones en titulares virales. Su equipo de comunicación entiende perfectamente que cada frase debe ser diseñada para circular en X o TikTok, más que para el debate parlamentario. En el otro extremo, activistas digitales han creado parodias, animaciones y páginas satíricas que afectan directamente la percepción de candidatos y partidos con mucha certeza.
Tanto en México como en España, el vínculo entre entretenimiento y política se ha consolidado. No se trata solo de usar redes sociales como canal de comunicación, sino de adoptar los códigos del entretenimiento: brevedad, impacto visual, humor, emocionalidad y cercanía.
Los memes, por ejemplo, no son solo chistes: son herramientas de opinión política. Un buen meme puede destruir la credibilidad de un candidato o volverlo simpático. Las "series" o narrativas continuas, como las historias personales de los candidatos o sus recorridos diarios documentados en video, generan una conexión que trasciende lo racional.
Esto ha transformado el rol de los equipos de campaña, que ahora incluyen expertos en redes, diseñadores, editores de video, community managers y hasta influencers. En muchos casos, un video exitoso tiene más impacto que un debate televisado. Además, el algoritmo favorece a quienes generan interacción constante, lo cual premia la frecuencia y la creatividad más que la profundidad.
Esto trae pros y contras por un lado se banaliza las discusiones y por otro lado se llega a sectores de la población que de otra forma no le interesaría.