El compositor ruso Serguéi Prokofiev reconvirtió y musicalizó en el año 1936 ese viejo cuento que ha encerrado moraleja traspasando fronteras, y que ya había llegado a nosotros desde los tiempos en los que Esopo - fabulista de la antigua Grecia - lo escribió, y desde que Samaniego, siglos después, lo versificó con el título de “El zagal y las ovejas”, para definir, en todas sus versiones, que la mentira reiterada ofrece, a corto plazo, pésimos resultados. Que toda mentira es malintencionada y, sobre todo, aquella que perjudica a los demás, por eso ha ser merecedora de un castigo oportuno que sea proporcionado al daño produce, para que el “burlador-zaragartero” tenga en cuenta que los seres humanos no hemos de incomodar a los demás con nuestros terribles juegos falsarios, que, en ocasiones, tienen el fin de entretener e incluso de divertir a quien nos miente, y, en otras ocasiones, la de jugar al juego de que los embustes son un malicioso cauce de supervivencia. El presidente del gobierno Pedro Sánchez ha llegado hasta aquí engañando a los españoles. Y en más de una ocasión, este mismo presidente, ha llamado a sus mentiras “Cambios de opinión”. Pero ya corría el año 2015 cuando aseguró que con Bildu nunca pactaría y, a la primera de cambio, pactó ofreciendo dádivas y beneficios inmerecidos a muchos de los terroristas de la ETA. Poco después volvió a engatusarnos, esta vez diciéndonos que no habría ni indultos ni amnistía y que, por supuesto, jamás aceptaría la soberanía de Marruecos sobre el Sahara. En los tiempos del Covid también nos aseguró que sería un comité de expertos quien decidiría sobre lo que había y no había que hacer... Y afirmó, de modo reiterativo, que nunca gobernaría con Podemos ni con su líder Pablo Iglesias, ya que de hacerlo no podría dormir. Todas estas y muchas otras han sido las patrañas de un gobernante que, como Pedro, el de la fábula del lobo, ha llamado la atención de los españoles de buena fe, para que creyésemos, a pies juntillas, que era verdad cuanto decía. Pedro Sánchez, como su homónimo en el cuento de “Pedro y el lobo”, es otro de esos seres que piensan que la mentira es el camino que se ha de recorrer para triunfar. Pero los triunfos y los fracasos que la vida va ofreciendo son siempre pasajeros y los refranes castellanos los confirman - para bien o para mal - con sus viejas sentencias. Algunos de esos refranes dicen: “Las mentiras tienen las patas cortas” o “Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo”. Pero Pedro, el presidente, que también habrá escuchado alguno de estos refranes se ha echado al hombro el que le fue más propicio para sus intereses y por eso aplicó ese que decía: “Con la mentirá, comerás. Con la verdad, ayunarás”. Y se quedó tan ancho...
El cuento de “Pedro y el lobo” es el reflejo vivo y preocupante de lo que actualmente está sucediendo en esta España desvalida, en la que Sánchez gobierna y seguirá gobernando, de momento; diga lo que diga el fugitivo Puigdemont y toda su cuadrilla. Otro que tal baila. Otro que piensa que desde el juego de la mentira reiterada llegará a la verdad... Esa es la política española de estos tiempos convulsos ¿Qué le vamos a hacer? Simplemente aplicaremos como dogma los últimos versos de la fábula que nos dejó escrita y bien escrita Felix María de Samaniego: Entonces el zagal se desgañita, / y por más que patea, llora y grita, / no se mueve la gente escarmentada, / y el lobo le devora la manada. ¡Cuántas veces resulta de un engaño / contra el engañador el mayor daño!