Eppur si muove

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Astronauta Made in Spain - Andoni Lersundi Pérez
photo_camera Astronauta Made in Spain - Andoni Lersundi Pérez

Hace unos días he vuelto a ver un vídeo en el que cierto personaje público explicaba “la historia de nuestra España” y decía que “los españoles no somos científicos y no somos gente que gana premios Nobel, no valemos para eso”, y que por eso había que sentirse orgulloso de nuestra selección. Lo decía bien ufano, tanto siendo consciente de que no sabía de lo que hablaba, como creyendo que, si fuera cierto, sería algo digno de orgullo. Desde luego, a este sujeto no le dirán nada nombres como: José Echegaray, Santiago Ramón y Cajal (en ciencias precisamente), Jacinto Benavente, Juan Ramón Jiménez, Severo Ochoa (también en ciencias), Vicente Aleixandre o Camilo José Cela... Si me apuras, ni el del fichaje Mario Vargas Llosa, pues ya tenía la nacionalidad cuando lo ganó. No le dicen nada, ni falta que le hace.

Por eso, cuando hace unos días se celebró una votación para elegir al mejor español de la historia, he de reconocer que me esperaba cualquier cosa, y no precisamente positiva. Y aunque esto puede resultar totalmente subjetivo (obviamente lo es), el resultado fue mejor de lo que me esperaba, ya que el vencedor fue el navarro arriba citado Santiago Ramón y Cajal. En la época que estamos viviendo, parece que se le da más importancia a la prensa rosa y a la telebasura que a los avances científicos, y no será por no tener a nadie en quien reflejarnos. La actualidad ha dado protagonismo a Pablo Álvarez Fernández y Sara García Alonso, ambos leoneses y astronautas de la ESA, la Agencia Espacial Europea, seleccionados entre 23.000 candidatos, ahí es nada. En tema de marketing no podemos ganar a los estadounidenses, pero que conste que no sólo existe la NASA, como la gente piensa y ellos nos hacen creer, también tenemos de eso a este lado del Atlántico. Cada vez que vemos un cohete espacial o un astronauta flotando en el espacio nos viene la NASA a la cabeza, luciendo todas sus banderitas estrelladas, como si fueran los únicos que tuvieran dicho mérito; alguno que otro se suele acordar de los soviéticos también, es verdad. 

Todo esto me hace unir el tema con otro genio de la ingeniería, y uno de los, incomprensiblemente, más desconocidos: don Emilio Herrera Linares, el inventor del traje espacial. Sí, Herrera, creador de tal obra magna, no nació en Houston, tampoco en ninguna ciudad importante del estado de Massachussets, ni siquiera en algún rincón norteamericano, nació en Granada. Quizás, esa sea la razón por la que no es tan conocido; dicen que nadie es profeta en su tierra, y además, somos muy buenos dando bombo a deportistas y folclóricos, pero al resto entre poco y nada. Se puede decir que la nave espacial más pequeña capaz de portar un humano fue creada por un español, la nave con la que se alunizó; sin ella no se habría pisado la superficie lunar cuando se pisó, sin ella no se habría ganado la carrera espacial. Y es que un traje espacial no deja de ser una nave en versión reducida.

Puede ser que para más de uno el señor Emilio Herrera sí que sea conocido y le suene por sus periplos en la política, y es posible también que esté pensando ahora que diseñara dicho traje por si tenía que escapar más lejos aún de lo que lo hizo; pero eso es harina de otro costal.

Con todo esto no quiero decir que no haya que disfrutar con los grandes deportistas o artistas del momento, pero en cuanto a trascendencia, seamos conscientes de gracias a quién se dieron pequeños pasos para el hombre que fueron grandes pasos para la humanidad.

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