Diáspora árabe

La literatura árabe en América Latina

Desde la segunda mitad del siglo XIX se registran diferentes oleadas migratorias árabes del Medio Oriente en las diferentes tierras de América Latina. Se trata de diferentes países con la misma realidad política, económica y social. El proceso de asentamiento de los libaneses, sirios y palestinos, en las Américas, es un acto que marca toda la agenda del continente.

De igual modo, esta diáspora árabe desempeña un papel importante en el progreso de la literatura del “Mahyar”.

La novela árabe en América Latina es una obra que coincide con las circunstancias sociales de más de tres generaciones árabes que emigraron a las tierras de Latino-américa.

Ciertamente, los inmigrantes de la primera generación son los que acaban por adquirir una experiencia. La literatura para ello ha servido de mucha ayuda para escribir historias orales desconocidas para la población natal, expresar realidades y luchar contra el vacío existencial que destruye a sujetos ahogados por la nostalgia.

La disconformidad de los árabes de entonces lleva implícita el concepto de la identidad que por ella escriben la mayoría de los novelistas y poetas, transmitiendo deseos reprimidos e historias de seres marginados que viajan en busca de una vida mejor para caer en lo exótico y en unas interminables luchas. 

Eduardo Mitre, es un poeta boliviano de descendencia palestina, escribió un emotivo poema titulado El viaje a Granada que nunca hicimos “Yaba Alberto”. A lo largo de este poema se presenta a un recorrido por la ciudad andaluza que deseaba realizar con su padre, pero nunca lo hicieron. El poema refleja lo que se queda en primer plano de la memoria de un inmigrante, son deseos que le aprisionan y lo atan al pasado. Por lo cual se queda oscilando entre lo que se retiene del pasado y lo que se desatiende del momento presente:

El viaje que tú y yo nunca hicimos
me ha sido dado este enero.
Óyeme pues, yaba Alberto,
entrar por fin en Granada
más que dichoso, perplejo
de ver cómo el destino
ata y desata
partidas y llegadas
adioses y regresos.

Pero ven tú conmigo; desanda
el oscuro silencio que nos separa,
que cinco años de muerto
tampoco es tan lejos, yaba.
Ven conmigo
al menos en estas palabras
que de un peregrino son errante,
y cumple tu deseo.

Jorge Garcia Usta es un poeta colombiano de origen sirio, escribió el poemario El reino errante (1991) donde se explora el tema de la inmigración árabe en América Latina. Mencionamos a continuación la primera pieza del poemario “Consejos de Elías Rumié a su hijo (1898)”, el poema es una exhortación del padre a la partida de su hijo, ya que las circunstancias en el país natal se vuelven cada vez más complicadas y el futuro se vuelve incierto y preocupante: 

Y usted, mijito, criatura de oro,
cuándo comenzará a arar destino,
a cantar agua en las manos,
a consumir los motivos del vuelo.

Volveremos
a vernos,
tal vez, en dos mil años,
y no seré Elías, su padre,
sino un brillo gastado por la ausencia.

Aproveche estos ríos salvajes
donde la luna
como en Ramalha
es comida para el extraño.

Muchos son los escritores árabes que aprovechan la voz que encontraban en la literatura para expresarse y compartir su experiencia. En sus escritos, se reúne a la sensibilidad ciudadana y a la sensibilidad literaria y se transmite una reflexión interior con conocimiento singular de condiciones inéditas. 

Detrás de las pocas palabras que se escriben en los cuentos,las novelas y en los poemarios hay toda una vida que la literatura pretende narrar y verbalizar. Se trata a veces de historias orales que se escuchaban de las primeras generaciones haciendo que todo quede envuelto en el mismo ambiente. Estas historias son parte del patrimonio cultural de lacomunidadárabe.

En Delta de las Arenas, Cuentos árabes, Cuentos judíos de Rose Mary Salum, se reúnen textos y cuentos de escritores latinoamericanos de ascendencia árabe y judía. En este libro se leen las expresiones idiomáticas, locuciones y otras unidades fraseológicas en árabe. Como la misma escritora Salum quien usa la interjección ¡Líbano Habibi!) o  Barbara Jacobs que recurre a la traducción del términoT’berni para titular su cuento Que me entierres tú a mí en sentido de “que muera yo antes que verte morir a ti”, y entre otras.

Como se ha señalado anteriormente, muchos son las novelas que tratan de los árabes en América Latina, como por ejemplo: La caída de los puntos cardinales de Luis Fayad, El agua que mece el silencio de Rose Mary Salum, La casa de las once puertas de Carlos Martínez Assad, Destierro de Fernando Cruz Kronfly, Peregrino de ojos brillantes de Jaime Hales y El viajero de la alfombra mágica de Walter Garib y entre otras. Estas obras representan una dimensión espiritual que permite la reconciliación con el pasado, y deja claro todo enigmático en la historia. Igualmente, se deja claro unas ideologías y unas reflexiones explicando la realidad árabe de una forma asumible y razonable.

La abundancia de las obras literarias con el tema árabe es una muestra de integración completa, lo que afirma un buen nivel de conocimiento de la verdadera historia. Esta influencia de lo árabe ha llevado a muchos escritores latinoamericanos de origen árabe a visitar al país natal de sus antecesores, uno  de ellos es el escritor nicaragüense Ruben Darío, que, hablando en su libro Tierras solares de Tánger, reclamaba «Confieso que es para mí de singular placer esta llegada a un lugar que se compadece con mis lecturas y ensueños orientales». Igualmente para el escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo que supo captar el espíritu de Marruecos al describir muchos rasgos de la cultura marroquí, en su obra Fez la andaluza, habló de las tradiciones orales y prácticas esotéricas en Marruecos a principios del siglo XX.  

Todo ello se debe, en gran medida, a la memoria.Es un espacio de subjetividad que viene de momentos irrecuperables y, en la mayoría de las veces, a punto de perderse. Se trata de una memoria, que de tanto el sujeto siente la falta, perfila situaciones y hace que todo se ponga funcionando en historias. 

No obstante, con el paso de los años lo único que se mantiene en las generaciones de descendientes es, del que hablara Amin Maalouf, el «murmullo de su apellido». El hombre se entera de que no existe otro lugar que el presente, en el que solo predominan las señas propias de América Latina, el país que acogió tantas melancolías de árabes que nunca más pudieron volver a sus tierras de origen, por las guerras o porque los deberes de los hijos se lo obstaculizaron. No obstante, como vimos anteriormente con los autores que descienden en primera o segunda generación de inmigrantes árabes, experimentan, por regla general, la misma nostalgia de sus abuelos y padres y comparten nostalgias por un mundo que es suyo y no conocen.

Más en Opinión