LA MIRADA DE ULISES anhela entender el ¿por qué se permite que la ceguera nuble la razón de tantos seres que acomodan la realidad al estado de su corazón? Parte del cuerpo que irradia la sangre, que tantas veces se proyecta en enojo o con odio. Viles sentimientos que repercuten en trastornar verdades en mentiras y hacerse a una narrativa totalmente sesgada y equivocada, como resulta el caso acerca de la idea de que Israel comete un genocidio, cuando se sabe que quienes desean aniquilar a Israel y a los judíos son sus enemigos, ¡que no son pocos!!! Rodean sus fronteras al mando de un jefe como es Irán, cuyo tentáculo se hace largo, obsesivo y sobre todo atrevido al pensar que Israel, el único país judío, se va a dejar liquidar. Vaya fantasía la que se inventan y la hacen popular. La riegan como semilla de odio que sabe encontrar sus corrientes y sus cauces, debido al gran descontento que el mundo padece en estos momentos de tanta confusión y ciertamente carente de valores sólidos que le daban una consistente columna vertebral.
Pareciera que con la modernidad se extraviaron muchos de los principios que hablaban de no matar, de no dar falsos testimonios ni mentir, tampoco de codiciar bienes ajenos (entre ellos no desear la mujer del prójimo) etc… Imagino que cabe extrapolar a tampoco querer borrar de la faz de la Tierra a una nación como lo anhelan varios países árabes en relación con el único país judío existente, llamado Israel, La Tierra Pormetida o la Tierra Santa. Responde al pueblo más antiguo que aún subsiste, a pesar de tanta adversidad impuesta por sus contrarios, bien registrada en la Historia Universal. Se sostiene en la firme intención de un Nunca jamás que le da su fuerza y el derecho a la defensa. Nación basada en aquellos ancestrales mandamientos que promueven sus leyes en el amor. Autorizan a las sociedades a vivir en sana convivencia o por lo menos en una paz que la gente pretende para su propio bienestar y desarrollo. Lamentablemente, valores que ya no son tomados en cuenta con la misma vehemencia. De a pocos, se fue perdiendo ese estatus que daba cierto equilibrio y mostraba que aceptar y respetar al otro era parte del juego de un tejido social más justo y equilibrado.
La mirada de Ulisas ve cómo desde hace algunas décadas estos dictámenes han ido perdiendo vigencia, aun en naciones que los mantenían como pilares, para darle paso al wokismo, al nihilismo y a variadas vertientes que dejan al hombre desprovisto de herramientas para un adecuado manejo de su propia vida y de la de los demás. Parece que todo fuera permitido con licencia para matar, robar y ¡qué sé yo, como la mirada que soy, pienso que cuánto más rastrero se le ocurra al ser humano en su manera de obrar. Ya no existen limites. En Europa y en los Estados Unidos, Ulisas observa que ciertos adolescentes atentan contra la vida de sus maestros y de sus compañeros. Un fenómeno que se hace cada vez más frecuente y desolador. Lo que involucra el desbordamiento de la falta de autoridad y de principios, que antes le ponían freno a las conductas indebidas o condenables. Pareciera que la Modernidad haya impuesto una forma de vida que consiente en franquear todos los límites que rompen con el concepto: que la libertad termina donde empieza la del otro. Desafortunadamente, cada vez nos vemos más abocados a ver desastres que impiden el buen funcionamiento de una sociedad, como el derramamiento de la violencia en las manifestaciones, cuando estaban destinadas a una expresión civilizada, pero ya ni eso… caen en el clamor del terrorismo, del crimen y del fanatismo tan en boga.
La mirada de Ulisas abre bien sus ojos para desaprobar lo que observa con tanto dolor. El mundo ha caído en bajezas que lo hacen invivible cuando en realidad debería ser lo contrario gracias a todas las bellezas y comodidades que ofrece. Ventajas que deberían ser bien aprovechadas y no desperdiciadas ni malgastadas.
La mirada de Ulisas, desde su modesta visión, lanza un grito de advertencia para que la ceguera del mundo, presente en ciertos individuos en creciente número, no siga carcomiendo a los estados al permitir que la razón del ser humano a cabalidad se extravíe en senderos oscuros. La luz debe primar en todo momento y sobre todo en el corazón de todos los seres humanos, que bien que mal vinimos a este plano a evolucionar y no a convertirnos en animales salvajes, como algunos lo prueban con sus actitudes de barbarie y desenfreno.
La mirada de Ulisas, que vive golpeada por lo que ve y le disgusta, se permite hacerles un llamado de atención a los gobernantes para que ejerzan un buen mandato donde la justicia y el bienestar de su pueblo impere con reglas bien precisas de tolerancia hacia los demás, que exigen paz, pan, buena salud, apropiada educación y sabias reglas del buen vivir para la buena gestión arroje frutos de admirar y no de desechar o censurar.
¿Qué le pasa al mundo? y a determinados dirigentes que se dejan llevar por una terquedad que les hace perder la razón y les conduce por caminos desatinados que llevan a guerras y a desastres. Confiada, la vista en lágrimas de Ulisas espera que el bien se haga sentir para enderezar los rumbos del planeta Tierra, que ya no da más por tanto fanatismo que perturba la sana coexistencia. Una resucitada convivencia que se añora y se reclama sin cesar donde la época del Medievo no sea la que impere ni rija los destinos de ninguna patria.