Crónicas Mexas

La importancia de votar en la era de la inteligencia artificial

Votar siempre ha sido fundamental; es la forma más idónea que tenemos para ejercer nuestros derechos adquiridos dentro de una forma de gobierno democrática. Estos derechos no surgieron de la nada: fueron conquistados a lo largo del tiempo a través del sudor, la sangre y la convicción de generaciones que es la mejor forma conocida.

El filósofo José Ortega y Gasset decía: "En una democracia, el pueblo tiene derecho a equivocarse." Y, ciertamente, lo hace con frecuencia. También se ha dicho que “el pueblo tiene el gobierno que merece”. Aunque lo ideal sería un gobierno dirigido por los más sabios o competentes, mientras no encontremos un método infalible para lograrlo, debemos trabajar por hacer más efectiva nuestra democracia. ¿Cómo? Informándonos. Conocer a fondo los perfiles de quienes aspiran a cargos públicos es la mejor forma de garantizar que nuestro voto no sea un acto de fe, sino de conciencia.

En España, no se prevén elecciones generales hasta 2027, salvo que alguna comunidad autónoma adelante comicios. En cambio, en México, las elecciones del próximo 1 de julio son particularmente relevantes: se renovará la cabeza del Poder Judicial Federal, incluyendo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, así como la mitad de los jueces federales y varios poderes judiciales estatales, entre ellos el de la Ciudad de México.

La ciudadanía tiene ante sí una responsabilidad enorme. Entre los candidatos hay perfiles cuestionables —como una aspirante acusada de plagiar dos tesis— y otros que rozan lo cómico, como quienes lanzan expedientes en actos circenses. Pero también hay figuras destacadas, como la magistrada Ana María Ibarra Olguín, con posgrados en Yale y única participante mexicana el año pasado del prestigioso Judicial Fellowship Program en 2024.

Esta elección cobra aún más importancia a la luz de los avances académicos recientes. En 2024, la Real Academia Sueca de Ciencias otorgó el Premio Nobel de Economía a Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson por sus estudios que demuestran cómo la calidad de las instituciones políticas, incluido el Poder Judicial, determina la prosperidad de las naciones.

En este contexto, la inteligencia artificial (IA) también comienza a jugar un papel importante en los procesos democráticos. Desde algoritmos que ayudan a identificar patrones de corrupción hasta herramientas que analizan discursos y trayectorias de candidatos, la IA puede ser una gran aliada del ciudadano informado. Sin embargo, también presenta riesgos: noticias falsas generadas por IA, manipulación de tendencias en redes sociales o sesgos algorítmicos en la difusión de información pueden distorsionar la voluntad popular.

Por eso, el futuro de la democracia no solo depende de votar, sino de hacerlo con criterio, en una era donde la información es abundante pero no siempre veraz. Usar la tecnología con inteligencia y espíritu crítico será tan importante como el simple acto de acudir a las urnas.