Solo una cosa no hay. Es el olvido. Esta línea del poema Everness de Jorge Luis Borges describe lo que sucede con la obra narrativa y poética de Héctor Rojas Herazo, parece esta negarse a sumergirse a las aguas del Leteo. Nacido en (Tolú 1921 – Bogotá 2002) su obra narrativa y poética constituyen un vértice que creció bajo una sombra que tiene dos nombres: Gabriel García Márquez y el Boom latinoamericano. Sin embargo, esta sombra erguida sobre Rojas Herazo hace que su obra se levante sin ese brillo opacado que tiene, en ocasiones, las obras manidas por el tiempo, los lectores y la crítica. En 1967 Rojas Herazo publica En noviembre llega el arzobispo novela que forma parte de la trilogía de Cedrón (pueblo mítico que representa a Tolú) y que sería merecedora del premio Esso a mejor novela, esta obra no tuvo la suficiente acogida porque, en el mismo año, se publicaría en Argentina Cien años de soledad siendo ésta un fenómeno literario, editorial y propagandístico; bajo este entusiasmo colectivo, la novela de Rojas Herazo pasaría sin ruido en nuestro horizonte literario, pero con el paso de los años, y con esa madurez que solo el fuego lento da, se convertiría en una de las obras más importantes en la historia de la literatura de Hispanoamérica.
Jorge García Usta logra poner a flote el ámbito más sensible y crítico de Héctor Rojas Herazo sobre su familia, su actividad artística y literaria y el Boom. Sobre esto último dice Rojas Herazo: Pero lo que en fin de cuentas ha sucedido con el boom es el lógico resultado del encuentro literario de América Latina con las grandes estructuras publicitarias de las sociedades competitivas. Esta critica se convierte en una mirada alterna a un fenómeno literario que, a pesar de que ha transcurrido más de medio siglo desde su aparición, sigue marcando el compás de las dinámicas culturales y literarias en el mundo. ¿Esta crítica oculta un resentimiento por parte de Rojas Herazo al Boom? Es algo que se podría pensar. Sin embargo, creo que esta tesis muestra la capacidad crítica del escritor toludeño frente a la dictadura impuesta tanto a sus propios escritores como a la crítica especializada por parte de los poderes editoriales. El Boom latinoamericano partió la historia de la literatura en tres: los de antes, los de después y los opacados por el Boom.
Los sus puntos de inspiración esenciales en Héctor Rojas Herazo son tres: la infancia, la familia y la casa. Esta tríada es el puerto ajado donde Rojas Herazo vuelca su memoria para encontrarse a sí mismo para volver a sus orígenes. Dentro de los recuerdos de su infancia aparece su abuela, Amalia González de Herazo o “La mamá buena” que sería la piedra filosofal para la construcción psicológica de Celia, personaje que abarca su trilogía: Respirando el verano, En noviembre llega el arzobispo y Celia de pudre. Rojas Herazo sostiene que el mejor tema para escribir literatura lo encarna aquel hombre al cual no le ocurre nada; el “héroe común y corriente”, Amalia González de Herazo levanta los estandartes del héroe cotidiano que atesora en su memoria la memoria de un pueblo para luego convertirse en inspiración de otra memoria; la ficción.
El término “patio” esta unido a la palabra “parto” porque ambas tienen el prefijo “pa” que significa: "Al lado de", "junto a", "semejante a”, este prefijo es una invitación a acercarnos al Otro, a nacer desde y con la otredad. Inicié este escrito con la palabra “patiero” porque en la región del Caribe colombiano el patio cumple una tarea unificadora, allí confluyen las generaciones, las historias y las soledades humanas. Antes de asomarse al mundo, es en el patio donde asistimos a levantar la mirada para observar la cartografía del universo, pero también, bajar la mirada y ver el ímpetu que sucede bajo nuestros pies. El patio fue para Héctor Rojas Herazo (aparte de las historias de su abuela) su lugar de inspiración artística y literaria. Hay una línea de un poema de Jorge Luis: Patio, cielo encauzado. / El patio es el declive / por el cual se derrama el cielo en la casa. Borges, de forma estética, nos recrea el patio como un sitio donde el cielo se encasilla y desciende hasta nuestros límites, se pone junto a nosotros. Asimismo, Rojas Herazo dijo a García Usta: Es ese lugar del mundo que sigo abonando con mi recuerdo y que, a su turno, me abona como recuerdo., concibiendo al patio como un lugar semejante a la memoria, al cultivo del ser y al nacimiento.