Prisma Internacional

Giro a la derecha en América Latina

La aplastante victoria de Javier Milei en las elecciones legislativas de medio término en Argentina, con  un resultado arrollador superando el 40% de los votos y tomándose la revancha con los peronistas al derrotarlos en su feudo, Buenos Aires, consolida el giro a la derecha en América Latina. Unas semanas antes, el candidato centrista de Bolivia, Ricardo Paz, ponía fin con una victoria rotunda a dieciocho años de hegemonía socialista en medio de una grave crisis social, política y económica.

A estos dos países ya situados en la órbita de la derecha, se le vienen a unir El Salvador, Ecuador, Paraguay y Panamá, también con gobiernos de centro derecha, y con el viento a favor en las próximas elecciones presidenciales en Chile, en que el candidato de la derecha, José Antonio Kast, tiene muchas opciones de llegar a la presidencia. 

No cabe duda que esta ola de avance de la derecha en el continente se ha visto propiciada por la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump y el constatado avance de la extrema derecha en Europa, donde ya hay varios gobiernos de ese signo, como los de Italia, Hungría y Eslovaquia, y en imparable ascenso en España, Alemania, Reino Unido, Portugal y Polonia. El rechazo a la imposición de la globalización y el malestar creciente de muchos sectores sociales, pero especialmente entre los más jóvenes, acerca del modelo social, económico y político que se pretende imponer en Europa son algunas de las razones de este ascenso ultra. 

México, Colombia y Brasil, feudos de la izquierda regional 

Mientras la derecha crece como la espuma, los experimentos socialistas de la región, entre los que destacan las satrapías cubana, nicaragüense y venezolana y sus aliados regionales, principalmente México, Colombia y Brasil, cosechan sonoros fracasos en todos los frentes. México cuenta con siete de las diez ciudades más peligrosas del mundo y una de sus urbes, Tijuana, es la que tiene las tasas de homicidios más altas del planeta en 2025 con 138 homicidios por cada 100.000 habitantes. La violencia en México dejó el año 2024 más de 33.000 homicidios, la mayor parte  impunes, y que sitúan a esta nación como uno de los países más peligrosos del mundo. En el México de la izquierdista Claudia Sheinbaum el narcotráfico, la criminalidad y la delincuencia organizada campan a sus anchas sin que nadie les ponga coto. 

Colombia es un caso aparte y la vergüenza del continente, donde su presidente, Gustavo Petro, ha sido acusado por el presidente norteamericano, Donald Trump, de ser un “matón” y  un “narcotraficante”, habiéndolo despojado de su visa de entrada a Estados Unidos e incluyéndole en la “Lista Clinton”, donde figuran todos los capos y traficantes del negocio de la droga a nivel global. Aparte de haber quemado todo su capital político y de no presentar en su haber nada de nada, Petro ha fracasado absolutamente en su gestión al frente del país y su gobierno ha sido un sainete por el que han pasado 62 ministros y 126 viceministros en tres años, incapaz de ejecutar proyectos creíbles y de garantizar la seguridad pública en el territorio colombiano. Tan solo este año hubo 460 combates entre la fuerza pública y grupos terroristas, como las disidencias de las FARC, y se prevé que el 2025 concluya con unos 14.000 homicidios, una cifra parecida a la del 2024. 

Aunque Lula es un personaje bien distinto al de Petro, por su avezado pragmatismo, sus conocimientos en materia económica -de los que carece el “economista” Petro- y su talante diplomático, del que ha hecho gala en su relación con Trump, sus anhelos reeleccionistas, ya expresados públicamente, a pesar de su edad, han causado preocupación en la sociedad brasileña y, salvando las distancias, algunos ven en este  ejercicio un gran parecido con la conducta del dictador Nicolás Maduro en Venezuela. Pese a todo, la situación brasileña no reviste la gravedad del caso colombiano.

Consideraciones al margen con respecto a los gobiernos de izquierda, no cabe duda que la victoria de Milei es muy importante para toda la región, toda vez que Argentina se ha convertido en un auténtico laboratorio de las políticas de corte liberal, ajuste del gasto público, reducción de impuestos y manejo de la economía siguiendo el libreto libertario del presidente argentino. Un éxito de este modelo, con resultados sobre el terreno visibles, como la creación de empleo y reducción de la pobreza, convertiría a la Argentina de Milei en un referente regional, e incluso internacional, pero, de la misma forma, un estrepitoso fracaso de este modelo libertario argentino significaría una gran victoria ideológica para la izquierda en el campo de batalla cultural y político, animando a sus huestes para seguir minando a las democracias liberales.