Relator

Fotos – Nobel de literatura

Hoy y cada día, estamos inmersos en el Espectáculo, transparente, de los acontecimientos sociales. Estos se suceden uno tras otro y, en materia política, cada uno es más explosivo (¡altisonante!) que el anterior.

Las redes son máquinas tragamonedas o traganoticias. Delirantes. Simulacros, como subrayaba Jean Baudrillard. Muy bien, O. K.

En los últimos días, digamos, horas, la muerte del Premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa es convertido en estremecedor acontecimiento (desde hace cinco años se sabía de una mortal enfermedad): el viejo –y siempre creativo—novelista y cuentista y dramaturgo y ensayista perspicaz) es objeto de miradas, likes, comentarios diversos (sabios, desapacibles, templados y destemplados, generosos o envidiosos…) y poco analíticos, contados con los dedos de la mano, de su obra.

Catarata inmedible de fotografías y todas las vidas todas del peruano –situado por los críticos entre Víctor Hugo y Gustave Flaubert, Los miserables y Madame Bovary, las Contemplaciones y La educación sentimental, hasta la última (ya ocurrirán en las redes otras más), crónica del autor, en compañía de sus hijos, viajando al norte del Perú escenario de su postrer novela, Le dedico mi silencio.

Allí, Mario –padre— responde las preguntas de sus hijos sobre realidades familiares vividas muy joven y que, ahora, ficcionalizadas, sostienen la historia en proceso de escritura.

Mario, el viejo escritor registra en su Cuaderno (como Flaubert, también como Proust) y lee párrafos que encierran vida y obra de personajes consagrados pero quizás olvidados de la vida musical popular del Perú.

Además, Mario, ante la división y polarización del país –entre la sierra y la costa— intentaría unir esos fragmentos del Perú actual: a través de la novela, en la ficción.

Fotos-Nobel: novelería

El espacio virtual de la redes, aquella máquina tragamonedas o traganoticias, se reactiva con fotografías de jóvenes (hoy mayores o veteranos o ancianos) acompañantes hierática (y anecdóticamente) con el escritor peruano Mario Vargas Llosa.

Decenas, quizás cientos de fotografías recuperadas de archivos personales (otros tantos, de archivos de congresos y todo tipo de encuentros literarios), saltan o irrumpen en las redes sociales.

De dos en dos o bien en grupos, Vargas Llosa –nunca intimidado, sonriente como deslizantes olas blancas de mar Pacífico— se nos presenta novedoso al lado de rostros y cuerpos ignotos, innombrados y poquísimo ilustrados.

Es una Galería menor in crescendo, en la que Vargas Llosa es pasado compartido y futuro para quienes lo acompañaran y se fotografiaron con el joven, y más tarde, con el escritor Nobel de literatura.

Sin pudor, las fotografías afirman: <<Yo también fui Mario Vargas Llosa y lo seré por un instante más; soy también un poco de su inmortalidad>>. O bien: <<Muere Vargas llosa y yo viviré en su lugar>>.

¡Tantos Mario Vargas Llosa, tantos rostros acompañantes! ¡Tan pocas revelaciones significativas! ¡Tantas afirmaciones y desapariciones con un rápido click!