No puedo evitar cada vez que veo en acción a Koldo García Izaguirre, acordarme de Sir John Falstaff, el protagonista de las obras de Shakespeare ‘Enrique IV’ y ‘Las alegres comadres de Windsor’. Tanto Falstaff como Koldo son voluminosos, amantes del vino y las mujeres, pero sobre todo amigos de sus amigos. Ambos han sido traicionados por el mejor que tenían, en un caso el príncipe Hal y en el otro, Santos Cerdán.
Este personaje de Shakespeare ha inspirado a innumerables artistas, destacando dos obras maestras de la cultura universal: la ópera ‘Falstaff’ de Verdi y la película ‘Campanadas de media noche’ de Orson Welles.
Giuseppe Verdi compuso ‘Falstaff’ a los 80 años, fue su última ópera y a decir de muchos, la mejor. Si alguna puede competir con ella es ‘Otello’, que es la penúltima. Verdi, como Tiziano o Cervantes, está en ese exclusivo club de los artistas que dieron lo mejor de su obra al final de su vida.
Rodada en Calatañazor, ‘Campanadas a media noche’ es una obra maestra absoluta del cine. Welles sentía pasión por España, donde vivió muchos años, y estaba obsesionado por las figuras del Quijote y Falstaff; él mismo interpretó a este último en Campanadas y durante 18 años rodó escenas para un Quijote que nunca se llegó a estrenar. El cineasta español Jesús (Jess) Franco, estuvo como ayudante de dirección en ambas películas e intentó con mediano éxito recopilar las escenas rodadas del Quijote en una película titulada ‘Don Quijote de Orson Welles’.
Una vez me pidieron que eligiera un epitafio para mi tumba, no lo dudé:
«Quise ser Quijote, pero resulté Falstaff»