Prisma Internacional

Los escenarios previsibles para una Tercera Guerra Mundial

Un desbordamiento de la guerra de Ucrania más allá de sus fronteras, la continuidad del programa nuclear iraní y un consiguiente ataque de Israel contra el mismo, un ataque sorpresa de China a Taiwán y una internacionalización de las guerras de Oriente Medio, por citar tan solo algunos escenarios, son los principales riesgos que nos acechan y podrían precipitar una Tercera Guerra Mundial.

No cabe duda que en medio de la montaña rusa en la que vivimos desde la llegada a la Casa Blanca del impredecible presidente Donald Trump el mundo es mucho más inseguro, inestable y plagado de enormes retos y desafíos. A las guerras ya abiertas y supurando sus heridas, como Ucrania, el eterno conflicto de Israel con casi todos sus vecinos (Líbano, Siria y los palestinos) y las crisis no cerradas en África, hay otros muchos escenarios críticos en el mundo que pueden deparar inesperados conflictos y confrontaciones de inciertos resultados.

Sin embargo, el epicentro de la tensión en el mundo se encuentra en Ucrania, ya que la crisis puede desbordarse más allá de sus fronteras y porque lejos de encauzarse por la vía diplomática, como esperaba Trump en “veinticuatro horas”, la guerra se recrudece, los ataques a objetivos civiles por parte de Rusia se intensifican y no se atisban en el corto plazo una negociaciones entre ambas partes creíbles que puedan poner fin a esta guerra que dura ya tres largos años y deja miles de muertos.

La continuidad de la guerra tiene numerosos riesgos, como una mayor implicación de los vecinos de Ucrania de impredecibles consecuencias que puede llevar a errores de cálculo de Rusia atacando a alguno de ellos, aunque sea por error o intencionadamente, y eso degenere en un conflicto mundial. Rusia, que ya atacó en el pasado a Moldavia y Georgia, arrebatándoles Transnistria y Abjasia y Osetia del Sur, respectivamente, no detendrá su agresiva política expansiva si Occidente no actúa con contundencia y rotundidad. Haber permitido a Moscú anexionarse la península de Crimea, en el año 2014, fue el punto de partida de la actual guerra de Ucrania, ya que le mostró al presidente ruso, Vladimir Putin, que ni la OTAN ni la Unión Europea (UE) harían nada por defender la soberanía nacional e integridad territorial de los nuevos Estados de Europa del Este.

Luego está Irán, cuyo programa de desarrollo de la energía nuclear está en el punto de mira de Israel y los Estados Unidos, que no pueden permitirse que el régimen teocrático de este país desarrolle ojivas nucleares que le conviertan en el árbitro de Oriente Medio. Mientras Estados Unidos trata de negociar un acuerdo con Irán para evitar ese escenario, que por cierto en el pasado desbarató el mismo Trump en una decisión errática, Israel asiste con terror al desarrollo de un programa que pone en peligro su existencia misma como Estado en un momento crucial para su supervivencia y afrontando varias guerras al mismo tiempo. De fracasar las actuales negociaciones entre norteamericanos e iraníes, Israel se vería inmerso en un grave dilema, entre actuar militarmente contra su sempiterno enemigo persa o aceptar la política de contención para evitar males mayores que seguramente trataría de imponer la Casa Blanca al Estado hebreo.

En lo que respecta a Asia, la amenaza de China a Taiwán, maniobras militares por medio, bloqueos navales y constantes sobrevuelos del país por parte de aeronaves chinas, sigue intacta. El riesgo de un ataque chino masivo con pretensiones de invasión sigue siendo una espada de Damocles que pende como un fino hilo sobre las aspiraciones soberanistas e independentistas de esta pequeña isla democrática y firme frente a las amenazas chinas.

Sin perder de vista los escenarios calientes de Siria, Yemen, Líbano e Irak, donde sigue el “juego” geoestratégico entre Irán y Arabia Saudí por hacerse con el control de la situación, a la que se ha venido a unir, para complicar aún más las cosas, Turquía, que lucha denodadamente contra los kurdos de toda la región en aras de evitar la reagrupación de ese pueblo en un Estado con la suficiente base territorial para que se acabe convirtiendo en un amenaza para Ankara. Los kurdos ya controlan numerosos territorios en Siria e Irak e incluso en este último país ya cuentan con una suerte de región autónoma con un cierto reconocimiento internacional. Rusia, sin embargo, parece ya un actor en retirada en esta región tras su fiasco en Siria. ¡Bastante tiene ya con la guerra de Ucrania! Cualquier chispa en esta zona del mundo, como se ha visto en estos últimos meses, puede encender las alarmas para que asistamos a un conflicto de mayores proporciones e impredecibles consecuencias. Atentos.