Los europeos no entienden a Bukele porque no tienen ni pajolera idea de lo que ocurre en América Latina, donde el principal problema es la seguridad, es decir, salir a la calle sin que te maten o asalten, y se piensan que este continente es como Disneylandia, donde al aterrizar el pato Donald te regala un helado, pero la cruda realidad diaria es bien distinta.
Si hay alguien que genere mayores controversias en el mundo que padecemos o disfrutamos es el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, cuya última visita a Washington para encontrarse con el presidente norteamericano, Donald Trump, ha levantado las pasiones, e incluso odios macerados, en distintos ámbitos políticos y mediáticos. Para la izquierda, desde el diario El País de Madrid hasta los presidentes bolivarianos de América Latina, Bukele es un vulgar felón, un limpiabotas de Trump, capaz de arrodillarse ante el imperio sin ningún pudor, mientras que la derechita cobarde de los dos lados del Atlántico guarda un silencio cómplice realmente sospechoso, como si se encontraran más a gusto con las izquierdas totalitarias locales que con un hombre cabal, recto y sin mácula de duda con respecto a su integridad moral y ética.
El problema de la mayoría de los europeos, y me atrevería a decir que también de los norteamericanos, es que no dimensionan en su justo término el problema de la inseguridad en América Latina. Se piensa, en general. que este continente es una suerte de gran resort al estilo Cancún o Punta Cana y que la vida discurre entre caipiriñas y langostas, tangas y casinos, mientras la gente vive en la felicidad absoluta en una suerte de paraíso terrenal. Pero no, señores, se equivocan, América Latina no es ningún paraíso.
Cuarenta y cinco de las cincuenta ciudades más peligrosas del mundo se encuentran en América Latina,de las cuales veinte en México, ocho en Brasil, seis en Colombia y tres en Ecuador, por citar tan solo algunos países del continente, y las tasas de homicidios más altas del mundo se registran en esta parte del globo. Por ejemplo, Colombia reportó en el año 2024 13,339 homicidios, mientras que en el extremo opuesto España casi con la misma población apenas tuvo 269 homicidios, lo cual revela la gravedad del problema de la inseguridad y la violencia en este país. La inseguridad, junto con la corrupción, son los dos principales problemas de América Latina. Punto.
El Salvador, un pequeño país de Centroamérica de apenas algo más de seis millones de habitantes, era antes de la llegada del presidente Nayib Bukele al poder, en el año 2019, el reino del terror, donde las maras, los criminales y los vulgares delincuentes campaban a sus anchas y salir a la calle era jugarse el pellejo a diario. Aparte de la criminalidad reinante, la extorsión, el secuestro, el hurto, el robo, los asaltos callejeros, las violaciones y los tiroteos, por hablar solamente de algunas formas de delito, estaban al orden del día. Miles de personas estaban integradas en organizadas estructuras criminales que habían hecho de este país un verdadero infierno en la tierra donde sus sufridos habitantes vivían aterrorizados.
Cuando Bukele llegó al poder había más de tres mil homicidios al año en el país, miles de robos, secuestros, amenazas de extorsión y la gente apenas salía a la calle por miedo a ser presa de las bandas criminales. Aparte de esa situación extrema de violencia, El Salvador era el reino de la impunidad, la corrupción judicial y la carencia absoluta de una verdadera autoridad, bien gobernaran las izquierdas o las derechas, tan inútiles unas como otras para resolver los problemas de los salvadoreños.
Pero en estas, ya acostumbrados sus sufridos ciudadanos a este estado de cosas, llegó Bukele y aplicó al “enfermo” un electroshock intenso y eficaz. Sacó al ejército y a los cuerpos policiales de los cuarteles y les puso a trabajar para desmontar con una política eficaz el andamiaje criminal que durante décadas habían construido las estructuras delincuenciales, las organizaciones dedicadas al narcotráfico y las famosas maras. Más de 80.000 criminales han sido detenidos desde 2019, procesados, condenados e internados en rigurosos centros de detención, y las maras que asolaron al país durante años han sido desactivadas de una forma precisa y profesional sin violar los derechos humanos. La tasa de homicidios con respecto al año 2018 se ha reducido en un 97% y hoy en día, paradojas del destino, El Salvador es uno de los países más seguros del mundo, tanto para sus ciudadanos como para los inversionistas que encuentran ahora grandes oportunidades para los negocios. Bukele, que ahora está dando la batalla contra la corrupción después de haber derrotado a la criminalidad, ha transformado su país y ha reconciliado a sus ciudadanos con el mismo, que ya respiran más tranquilos y se sienten orgullosos de ser salvadoreños. Gracias, Bukele, aunque los progresistas europeos no te entenderán nunca.