El lanzamiento del Club Hispanidad Futura ha reunido en Madrid a líderes culturales, empresariales, académicos y sociales de España y de diversos países de Hispanoamérica con un propósito poco habitual en el panorama actual: pensar juntos el futuro de la comunidad hispana desde la sociedad civil, con optimismo, ambición cultural y sentido de proyecto. Entre los participantes destaca Pedro Pablo Errázuriz, ingeniero chileno, exejecutivo de grandes corporaciones y exministro de Transportes y Telecomunicaciones, cuya trayectoria vital y profesional le ha llevado a reflexionar sobre el papel que la Hispanidad puede desempeñar en un mundo marcado por la inteligencia artificial, los cambios civilizatorios y la necesidad de nuevos puentes globales.
Con él conversamos para entender qué está en juego, qué aporta la cultura hispana al siglo XXI y por qué este movimiento nace, precisamente ahora.
Usted viene del mundo de la gran empresa y de la infraestructura. ¿Cómo ha evolucionado su trayectoria hasta llegar a este proyecto?
Yo fui siempre un ejecutivo de empresas grandes en sectores como la energía, el transporte aéreo y las industrias de agua potable. Me tocó trabajar en infraestructura, medio ambiente y tecnología, pero en la tecnología dura, la de grandes obras. Hasta que después del terremoto de 2010 el presidente Piñera me llamó para hacerme cargo del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones. Esa experiencia, que fue la que menos me pagaba pero la más intensa y riesgosa, terminó siendo probablemente mi mejor experiencia laboral, porque pude ver cómo el Estado es capaz de hacer mucho por las personas. Sentí que podía transmitir mi experiencia en algo que ayuda directamente a la gente. Desde entonces he estado activo, un poco en política, pero sobre todo en infraestructura y tecnología desde el Estado.
¿Y cómo se conecta esa experiencia con la Hispanidad Futura?
Porque en el mundo que viene hay muchísimo que aportar desde nuestra cultura. En este proyecto se discutió mucho y llegamos a la conclusión de que la cultura hispana tiene características distintivas: el sentido comunal, la familia, la alegría, la capacidad de resolver problemas de forma ágil y creativa. Somos menos estructurados, pero más ingeniosos. Lo vimos con el terremoto: lo resolvimos más rápido que Japón, no porque fuéramos mejores, sino porque encontramos soluciones nuevas. Esa chispa y esa viveza son parte de la identidad latina. Y la pregunta es cómo hacemos para que el mundo del futuro reciba ese aporte de manera real.
¿España tiene un papel especial en ese proceso?
España ha sido líder del mundo hispano y tiene una influencia enorme sobre Latinoamérica. Pero ahora también puede recibir de vuelta. Podemos construir juntos. Queremos que nuestra cultura esté presente en lo que viene, y ahí la inteligencia artificial es clave. La IA necesita ser alimentada con conocimiento y con información. Ojalá tenga mucha influencia nuestra para que la inteligencia artificial del futuro incorpore lo que tenemos de maravilloso: la alegría, la familia, la chispa. Eso es importantísimo.
Uno de los elementos más llamativos del encuentro ha sido el clima de diálogo y escucha. ¿Qué le inspira eso?
Mucho. Hay seis o siete mesas trabajando en el mismo espacio, discutiendo temas distintos, y se ha producido un debate abierto sin alboroto, con respeto, con ganas de construir. Eso hoy es muy necesario. Y además, aquí no se está esperando que sea el Estado el que haga. En Latinoamérica tenemos esa tendencia. Aquí se empuja desde la sociedad civil, desde abajo, con iniciativa, liderazgo y capacidad de crear comunidad. No esperar que me den, sino aportar para que el mundo dé. Eso me gusta mucho.
El proyecto también está mostrando diversidad generacional. ¿Qué lectura hace de eso?
Es increíble. Hay gente muy joven con energía y gente con mucha experiencia que aporta sabiduría. Y el consenso se produce entre todos. No existe esa mirada de que “el viejo está deprimido” o “el joven es ingenuo”. Se ve entusiasmo, optimismo y sensatez. A pesar de haber personas mayores, se respira juventud, porque lo que viene se mira con pasión, no con nostalgia. No hay esa idea de que todo tiempo pasado fue mejor, sino: “lo que viene es apasionante, aportemos”.
¿Puede esta iniciativa tener un papel global y no solo cultural?
Sí. Hoy la globalización está marcada por grandes potencias: Estados Unidos, China y una Europa que no ha florecido como se esperaba. Pero la comunidad hispanoamericana, con España y Latinoamérica juntas, tiene un volumen de población enorme y, con la tecnología que democratiza oportunidades, podemos estar en el mapa si buscamos puntos de unión y dejamos de lado las pequeñas diferencias.
Ustedes han hablado de la Hispanidad como “puente”. ¿Por qué?
Porque Estados Unidos tira hacia un lado, China hacia otro, y nosotros necesitamos a ambos mundos sin ser parte de ninguno. Podemos ser puente de comunicación, unirlos y ayudar a resolver diferencias. Sudamérica tiene recursos naturales que ambos necesitan. La agricultura es fundamental. Y en tecnología hay que tomar lo mejor de China y de Estados Unidos. Por eso el símbolo del puente nos identifica en esta reunión, especialmente en innovación, energía e infraestructura.
En alguna intervención usted habló del “fin de la era del homo sapiens”. ¿A qué se refería?
A que viene una transformación muy grande. Me gusta decir que es el fin de la era del homo sapiens porque el salto entre el mono y el homo sapiens es el mismo salto que estamos viviendo ahora. Pero si uno puede influir con su cultura, con su capacidad, con su creatividad, con su alma, se genera un mundo mejor. El componente hispano en el mundo de hoy es maravilloso y tiene características distintivas. Poder hacerlo juntos y poder contribuir con eso al mundo del futuro es una maravilla.
¿Cuál es ahora el mayor desafío para que esto no quede solo en intención?
La consistencia. Tenemos que demostrar que somos capaces del cinco por ciento de inspiración y del noventa y cinco por ciento de transpiración. Que no nos quedemos solo en la idea, sino que la concretemos. Ese es el desafío hacia adelante. Lo que viene es apasionante. Aportemos.